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«Voz de trompeta»: De jazz, cine y fantasmas

La experiencia de ver Voz de trompeta es intensa e intrigante. El cortometraje animado de los directores David Monarte y Pilar Smoje nos lleva al Chile de mediados del siglo pasado, cuando el jazz comienza a perder terreno entre los amantes de la música y sus exponentes, como resultado, deben reinventarse. Voz de trompeta, el protagonista de la historia, entra en una crisis existencial –manifestada, por ejemplo, en la aparición de sus propios fantasmas– que el filme recorre tanto dentro de su mente como en las calles del barrio donde solía tocar, en un viaje que pasa por variados tipos de animación y que no necesita ni una pizca de diálogo para engancharnos, ya que siempre es acompañado por una música que funciona como complemento perfecto de lo que vemos en imágenes. La película, que ganó el tercer lugar latinoamericano en el festival Chilemonos, fue seleccionada por el festival LALIFF (Los Angeles Latino International Film Festival), donde se presentó hace algunas semanas.

“Haber estrenado internacionalmente en el Chinese Theater es un sueño. Y también es súper coherente con el concepto del cortometraje, porque quisimos que rescatara una narrativa bien hollywoodense, pero mezclada con tonos más latinos. Tiene ese toque musical, esa búsqueda rupturista que había en los 50 o 60 de narrar con otro tipo de recursos, y es bonito que todo ese proceso haya terminado acá”, dice Monarte. En esta entrevista con entrance, los creadores de la cinta revelan en detalle qué los motivó a hacer esta película, qué tan difícil fue producirla y los planes que tienen para darla a conocer. 

Cadáver exquisito

Cuando, en 2016, Monarte y Smoje finalizaron su trabajo en la posproducción de la serie animada Puerto Papel (Zumbástico Studios), ambos quedaron con ganas de más. “Nos preguntamos qué pasaría si experimentábamos una especie de cadáver exquisito: yo hago diez segundos de animación, le paso el último frame (fotograma) a Pilar, y ella sigue experimentando con diferentes técnicas de animación”. Monarte, fanático del jazz, dio con el dibujo de un hombre en sus cuarenta, trompetista, tocando en la escalera de su casa, una imagen que terminaría inspirando la trama de la crisis personal. “Queríamos hacer mucha mixtura de técnica. ¿Cómo lo hacemos? Hagamos que el personaje tenga que meterse en su mente, y en esa mente todo cabe. Ese fue el punto de partida para empezar a construir el guion”, recuerda la codirectora. “Desde el principio surgió la idea de que sería entretenido viajar por la mente de este trompetista, por sus miedos y sus sueños, y que todo esto fuera con música. Postulamos a un fondo y por suerte ganamos y empezamos a aterrizar esto”, dice Monarte. 

En la secuencia del inicio de la peli se ve una serie de portadas de diarios que muestran el auge y caída del jazz en Chile, que, por el tiempo que se sugiere, calza con el fenómeno  de la pérdida de popularidad de este género musical. ¿Les interesaba explorar ese momento histórico?

Smoje: “Justamente. Queríamos mostrar que también nuestro personaje tuvo una época dorada, y si bien tiene una historia personal más triste, al principio lo que mostramos es su entrada el mundo de la música: cómo va escalando y haciéndose un nombre. Si uno ve la intro, que tiene su propio estilo animado, uno ve detallitos como los primeros demonios que empiezan a aparecer. Se empieza a cuestionar su vida: ‘Qué va a pasar conmigo después’”. 

Monarte: “Investigamos harto sobre jazz. Y nos gustaba la idea de rescatar titulares de diarios, que incluimos en la intro, que hablaban del jazz como algo de salvajes y anarquistas. También quisimos rendir un homenaje al tipo de orquesta más de swing que había en Chile, más latinas”. 

Después de esa intro, que nos sitúa en un momento, llegamos a este bar, de donde sale Voz de trompeta solo, y luego lo vemos caminar por una ciudad muy especial. ¿Se inspiraron en Valparaíso, no?

M: “Nunca pensamos que el corto transcurría ahí, sino que es una mezcla entre Santiago, Matucana, esas calles bien de barrio, y también Valparaíso. En un principio la idea era que el corto graficara que este personaje está en un lugar ficticio, porque su mente está alterada, entonces termina mezclando estos dos lugares, y eso nos gustaba caleta. Y bacán no decir que es Santiago ni Valparaíso, que la gente lo diga. Lo importante era graficar esa bohemia, la vida nocturna en Santiago, y también la soledad”. 

Créditos de la imagen: Cortesía David Monarte y Pilar Smoje

Un viaje musical 

Una de las características más llamativas de Voz de trompeta es que, tal como la cinta española que conquistó al público y a la crítica hace poco, Mi amigo robot (Pablo Berger), prescinde completamente del diálogo y le entrega todo el protagonismo sonoro a la música creada por el compositor Mariano Ruz e interpretada por la Big Band Latin Jazz, dirigida por Carlos Hammond. Ruz, de hecho, ganó el Premio Pulsar a Mejor Compositor de Música para Audiovisuales por su trabajo para la cinta. “Una obsesión de nosotros fue que la música fuera orquestada, pero además la música se trabajó desde el desarrollo del guion. Trabajamos con Mariano, que es el compositor de todo el soundtrack, y en todo este camino él iba a la casa que estábamos arrendando con el estudio, y se daba esta especie de diálogo sobre qué funciona y que no. Fue súper enriquecedor entender esta doble escritura, musical y visual, y en el corto se nota que es súper orgánico”, dice Monarte. 

S: “Habíamos creado una playlist para cada escena y también teníamos una intención que le dijimos al compositor, como ‘mira, queremos que esta escena suene como esto’. Recuerdo que para la escena del baile (que ocurre cerca del final) le dijimos ‘queremos que suene como este referente, pero que en esa parte suene así’. Fuimos muy específicos.

M: “En la escena de la caída (cuando vemos a Voz de trompeta ir hundiéndose en el interior de su mente) fue donde más le costó a Mariano encontrar el tono, porque lo que nos estaba dando era un jazz de un tono más aventurero. Con harta acción. Como de serie antigua. Y nosotros pedíamos que tuviera un sonido más caótico. Él es un compositor muy estructurado, y nosotros le decíamos ‘saca la estructura y que suene mal, da igual’. Esto, porque estamos mostrando la mente de una persona fracturada. Nos costó, pero el resultado final nos gustó mucho”. 

Homenajes y rupturas

“Habíamos visto Mind Game (Masaaki Yuasa, 2004), una película japonesa que también tiene una mixtura de técnicas, y entonces fue como ‘oh, nos gustaría mucho hacer esto’. Pensábamos que, si hacíamos algo, sería bacán experimentar con todo lo que se pudiera. Teníamos esa curiosidad, hacer una locura. Y cuando aterrizamos la idea dijimos que, en la escena de la infancia, por ejemplo, utilizaríamos una materialidad que sea sutil, que tenga relación con textura, que sea algo que los niños puedan trabajar. Después, en la escena del baile queríamos que los personajes se vieran más 3D, porque es una escena más cúlmine, de clímax, queríamos que el personaje se sintiera más vivo”, dice Smoje. Estos cambios de tipo de animación, que acompañan las distintas etapas del derrotero de Voz de trompeta, son tan disruptivos como fluidos, ya que son notorios visualmente, pero temáticamente hacen mucho sentido”. 

¿Fue La la land una referencia para ustedes? La música en la escena del baile, y el baile mismo, la traen a la memoria. 
S: Sí, totalmente. 

M: “Pero lo que evoca también La La Land son estos musicales de los años 50. Hay una especie de guiño a una escena cúlmine en Singing in the Rain (1952) a ese escenario que es como infinito, de fantasía. Nos gustaba esa onda. Vimos durante todo el viaje pesadillas y recuerdos, y ahora nos estamos centrando en la fantasía de este personaje, que es cómo bailar con sus demonios y encontrarse a sí mismo. Entonces, probablemente Voz de trompeta no sabe bailar en la vida real, y nos parecía chistoso que esté toda esta coreografía tan bonita y elegante, rescatando todo esto que probablemente el personaje vio en la tele. También es como un jazz más hollywoodense, más orquesta, pero sigue siendo jazz. Y la Pili luchó harto rato por conseguir la estética en la posproducción”. 

Uno de los dilemas a los que se deben haber enfrentado es el decidir cuántas cosas dejar claras en la película, para el entendimiento del espectador, y cuántas no. Nosotros, por ejemplo, nos hicimos una idea en el primer visionado, pero sentimos que necesitábamos verla una vez más. ¿Fue muy complejo tomar esas decisiones?
S: “Siempre nos interesó no ser totalmente concretos con el corto. Nos interesa que cierta parte se entienda, pero dejar mucho abierto al espectador, para que ellos conecten. Una obra artística tiene ese jueguito que es tratar de conectar partes y cada uno con su propia experiencia le da sentido. Nos han comentado que con el corto se acuerdan de momentos de sus vidas, o que conectan con sus demonios. Llega de diferentes formas. Entonces, siento que no es necesario comprender a cabalidad todo, porque el corto es muy de sensaciones. Queríamos jugar un poco con eso. Como justamente estamos dentro de la mente del personaje, esta funciona un poco así, tú no sabes realmente, la mente es muy abstracta. Nos basamos mucho en cómo son los sueños, y cómo estos a veces tienen imágenes que tú no sabes interpretar bien, y tratas de sacar algo de lo que viste o recuerdas”. 

Créditos de la imagen: Cortesía David Monarte y Pilar Smoje

M: “Otra cosa es que, si bien nos gusta harto el cine clásico musical, igual queríamos que esa parte conviviera con cierta oscuridad más experimental. Sentimos que, en este siglo, con las tecnologías que hay, con las capacidades de mezclar diferentes técnicas, era bonito llegar a un equilibrio entre estos miedos y pesadillas que queríamos graficar en ciertas escenas, y también lo musical. La gran satisfacción que tengo al ver el cortometraje es que veo ese equilibrio y me gusta mucho. Que es como musical, es como Disney, pero a la vez es oscuro, tiene cosas de Jan Švankmajer. Igual eso es bonito, ese diálogo que tiene, fue lo más ambicioso a nivel narrativo”. 

El estreno de Voz de trompeta en salas de cine, o en algún servicio de streaming, todavía no tiene fecha, ya que sigue en el circuito de los festivales. Luego de su paso por LALIFF, en Hollywood, también fue exhibido en el Festival Internacional de Cortos y Videoclips Caostica, que se realiza en Bilbao, España, y también recibió invitaciones de Canadá, Portugal y Costa Rica. “Hemos tenido varias instancias de exhibir el corto en universidades y foros, y se vienen un par más. Nuestra idea también es presentarlo con música en vivo. Hay que ver cómo conseguimos los fondos para tener a la Big Band completa y hacer un buen show en vivo, que incluya el corto y algo más”, dicen los creadores.

¿Piensan en la posibilidad de convertir la película en un largometraje? 
S: “Lo hemos pensado. La idea existe, pero no hemos concretado nada. De repente es como más un chiste, porque nos costó tanto hacer el corto, como cinco años, que pensamos cuánto nos vamos a demorar en hacer el largo. Pero igual siento que si lo hiciéramos nos saldría más rápido (…) No sé si se va a concretar, pero hemos pensado que si lo hiciéramos, quizás trabajaríamos con el bolero, algo más latino, y quizás con otro personaje, puede ser otro del mismo mundo”. 

M: “En un momento pensamos que no queremos hacer una extensión del cortometraje. No queremos que sea la misma historia. Queríamos tener una buena premisa para decir ‘ya, vale la pena contar esta historia’, porque no sé si me entusiasma tanto estar en un proyecto que va a ser más largo, extendiendo lo mismo, y que sea a la segura. De hecho, el proyecto nunca fue seguro, y esos riesgos que tomamos se notan también en el corto. Creo que, si vamos a hacer un largometraje, tendrá que ser muy distinto, aunque fracase. Siento que es el camino”. 

Por último, ¿es muy difícil hacer una película como esta en Chile?
M: “Siempre es difícil, en Chile y en Latinoamérica. Los fondos ayudan harto, pero siempre son bien limitados. Al menos en un proyecto ambiciosos como este te llevan a al dilema de que tienes 20 o 30 millones de pesos ($30,000 aprox.), para dos años mínimo. Tomamos decisiones como que nosotros no ganáramos más que otras personas. Teníamos una base digna para pagarle a la gente. Lo que pasa harto en la industria chilena es que hay sueldos muy baratos para poder realizar los cortos”. 

S: “Se habla de la industria. Yo también hablaba de industria hasta hace unos años atrás, era ingenua y novata, pero es muy precario lo que hay, se paga muy mal, aunque ahora está mejorando”.

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