El abogado Perry Mason es un personaje conocido en Estados Unidos. Tuvo un show de radio en los años 50, cientos de novelas publicadas y dos adaptaciones de televisión entre los 50 y 90, con el famoso Raymond Burr como actor principal. La serie Perry Mason de 2020, creada por Rolin Jones y Roy Fitzgerald, conserva la astucia del original, pero se adentra en un universo más dramático, con un Perry destartalado e impulsivo (interpretado por Matthew Rhys), que empieza a descubrir poco a poco su vocación por la abogacía. Todo transcurre en Los Ángeles de los años 30, el periodo de la Gran Depresión, con los personajes de Della Street y Paul Drake, la secretaria y detective de la oficina, asumiendo un rol mucho más protagónico en la resolución de los casos.
Cada uno tiene su propio universo, nos cuenta la directora chilena Marialy Rivas (La Jauría, Joven y Alocada), quien tuvo la oportunidad de formar parte del equipo de directores, junto a Fernando Coimbra (Narcos), Jessica Lowrey (Heels) y Nina Lopez-Corrado (A Million Little Things). Entre enero y junio del año pasado, estuvo viviendo en Los Ángeles junto a sus compañeros de equipo, entre quienes también estaba Pedro Peirano, asesor creativo y escritor de uno de los capítulos. “Fue muy gracioso, porque él no sabía que yo iba a estar y yo no sabía que él iba a estar”, cuenta Rivas. “Yo le dije, ¡cómo es posible que en este trabajo aparezcas tú! Y decíamos el colmo del chileno, que uno siempre dice en todas partes hay un chileno. Nos mirábamos en las reuniones como sonriendo, y no poder decir oye, nosotros nos conocemos un montón de tiempo”.
En esta segunda temporada da la casualidad también que los acusados son dos latinos, los Gallardo, y que el personaje de Della Street (interpretado por Juliet Rylance), explora aún más su identidad como mujer lesbiana con varias escenas junto a su amante Anita St. Pierre (Jen Tullock): una temática que a Marialy le interesa profundamente como directora queer.
¿Cómo fueron esas primeras conversaciones con los showrunners?
“Ha pasado harto tiempo, porque imagínate que la serie la filmamos a principios del año pasado y estas conversaciones ocurrieron cinco meses antes que eso, pero les dije que me gustaba la mirada que ellos tenían, como muy arriesgada, de hacer este viaje de Perry, como en qué abogado se quiere convertir, un viaje un poco de identidad para mí. Me gustaba mucho el arco, me gustaba la historia latina y el tratamiento del problema de clase que se plantea de cierta manera… Y los arcos éticos y morales que proponían para los tres protagonistas que son Paul, Della y Perry en esta temporada. Mi mirada pasó por eso y por pensar cómo sentirnos más cerca de los personajes, pero conservando ese estilo tan elegante que tiene el show, de grandes escenarios. Se tiene que ver grande y hermoso, pero no por eso dejar de sentir las luchas íntimas de los personajes”.
¿Cuál fue tu aproximación particular al personaje de Della y su relación con Anita?
“Sí. La suerte es que Juliet Rylance, que es la actriz, es una genia. Conoce muy bien a Della y su dupla, que fue Jen Tullock, que es otra genia más, que además es escritora de largos y es directora y es actriz y es muy graciosa, y también es una mujer queer como yo, entonces fue una conversación de mucha confianza, de mucha profundidad, de soñar juntas como veíamos el arco y la relación de ellas dos. Los showrunners fueron súper generosos con nuestras ideas. Por ejemplo, esta idea del club lésbico estaba medio ahí, pero sí, pero no, y nosotros dijimos ‘por favor, nosotros encontramos que es súper importante que Della se encuentre con su…’, para una persona queer encontrarte con tu gente es una cosa muy decidora. Entonces les dijimos, ‘podemos tener esta escena que ustedes habían conversado, pero no estaban seguros, creemos que es súper importante’, y ellos fueron muy abiertos a decir ‘dale, por supuesto, tengámosla si es tan importante’. Los showrunners y los productores estaban muy abiertos a escuchar opiniones porque ellos no son personas queer, entonces fueron súper respetuosos y abiertos. El escritor, que es Niko Gutierrez Kovner, que también se convirtió en una persona cercana, escribió muy bien las escenas que dan cuenta de esta relación. Si tú te fijas, venía súper bien trabajada la relación entre Della y Anita de los capítulos anteriores, porque ellos como creadores quisieron dar espacio al mundo de Della y al mundo de Paul, que son como los highlights que aparecen en la segunda temporada donde Perry es el protagonista, pero también aparecen mucho más Della y Paul, como muy buenos coprotagonistas.
Da la casualidad también que en esta temporada varios personajes son latinos. ¿Tuviste la oportunidad de conversar con ellos sobre cómo están percibiendo la representación de lo latino en el cine?
“Sí, yo hice el episodio cinco y el Season Finale, que es el ocho. Entonces fueron experiencias distintas, porque en el 5 uno está Mid-season y los conflictos de los personajes y sus arcos morales y éticos se agudizan o varían o tienen que tomar decisiones, versus un capítulo ocho que es donde se cierran las tramas, ¿viste? Entonces, en el cinco sí nos metimos mucho a conversar y a investigar. Había una historiadora experta en la historia de los latinos en Los Ángeles y todo lo que pasa en torno a este estadio que les construyen en el lugar de las casas, eso pasó más hacia los 50. Se llama Chávez Ravine el lugar, pero se estaba agarrando esa experiencia. Cuando hicimos los table reading conversamos con los actores sobre esta historia de los latinos en Estados Unidos, y bueno, ellos a su también venían todos de distintos lados, no eran latinos del mismo lugar”.
Claro, también pasa eso, que a veces hablan español, pero no necesariamente vivieron alguna vez en un país latino o comparten la misma experiencia.
“Sí, había una mezcla de latinidades entre los actores… y con ellos, tanto con los tres protagonistas como con todos los otros, hablamos mucho en el cinco, que era el lugar en que se podía porque es donde corresponde ver el arco del personaje desde quiénes eran ellos. Y claro, cuando los actores vienen haciendo ya cuatro capítulos anteriores conocen muy bien a sus personajes. Son muy inteligentes con respecto a la mirada sobre ellos y también en las conversaciones con los directores aparecen nuevas luces sobre quiénes son. Esa conversación y ese tiempo que tuvimos para profundizar en los personajes de cada uno de los actores del cast fue muy enriquecedora”.
¿Y la escena del estadio se filmó en un lugar real? ¿Cómo fue el tratamiento de la ciudad?
“Sí, el estadio es un estadio real que existía en esa época. Nosotros filmamos en Los Angeles Memorial Coliseum, que era lo más parecido a la época, y después se usa una pantalla verde y hacen una mezcla de postproducción con el gran production designer que teníamos, que es Keith Cunningham. Él hizo una gran instalación ahí para que hubiera tierra en el lugar que ellos debían pisar, pero lo filmamos efectivamente en el estadio. Hay otras escenas que se grabaron en el City Hall de Los Ángeles y en la calle Olvera Street en el centro, que la construyó una mujer americana como el pequeño Little Mexico en LA. Estudiamos mucho cómo era esa calle en la época en que ocurre Perry y la recreamos también con el genio del production designer”.
En el capítulo cinco, además, hay mucha intimidad entre los personajes. Está la escena de Perry con Ginny Aimes y también la escena de Paul donde tiene que golpear muy fuerte a un chico. ¿Qué quisiste hacer con esos hitos que son muy importantes en la serie?
“Una cosa que hay que tener en cuenta es que las series, y sobre todo en Estados Unidos, son de los showrunners, son de los escritores. Uno va y es parte del equipo, ¿viste? No es como en Latinoamérica, que la voz del director está por sobre todas las otras. En Estados Unidos uno es parte del equipo y da carne a la visión de los showrunners. Entonces eso existía en el episodio, como esta necesidad de acercarse a los personajes porque es el Mid-season, tienes que empujar la historia al resto de la temporada y a la vez acercarte lo más posible a ellos. De lo que yo me preocupé es de atravesarlos lo más íntimamente posible, digo lo más cerca y honesto posible, cerca incluso con la cámara, de cómo estar con ellos, con un Paul que es un tipo de alta moral y está sufriendo horriblemente porque está obligado a golpear a un niño, y ese momento es súper tenso y muy estresante ética y moralmente para él. Pero está peleando por su vida y yéndose hacia el lado oscuro y eso le trae todo lo que le trae en los capítulos siguientes. Entonces, eso fue parte de la jugada también…
Pero por eso te digo que aquí en Estados Unidos, lo increíble es que toda la gente es tan talentosa que uno está ahí como un poco enjoy the ride. A diferencia del ocho, en el cinco trabajamos mucho con los actores en los table reading, porque era importante trabajar muy delicadamente a los personajes. Aquí tienes actores que están en una segunda temporada y conocen a sus personajes mejor que nadie. Entonces te dicen Della es así, Perry es así y tienen toda la razón. Fue muy enriquecedor compartir con ellos su punto de vista de los personajes y darles ciertas luces de lo que pensaba que podía ayudarlos y así fue con todo el cast. Ese fue un proceso bien lindo”.
La experiencia de filmar en Hollywood
Estuviste como seis meses viviendo en Los Ángeles, ¿cómo fue esa experiencia?
“Comparado con Latinoamérica, es súper liviano, porque como ellos escriben para los presupuestos que tienen tú no tienes que correr ni matarte. Además, hay sindicatos que cuidan que todo sea hecho en tiempo y forma y la verdad es que como es una industria muy aceitada y la gente es muy profesional y muy calificada y muy talentosa… Si el equipo de dirección dice que esta escena se hace en dos horas es porque se hace en dos horas, y realmente funciona a la perfección en ese tiempo. Además, muchos de los sets estaban construidos en el Warner Brothers Lodge, lo que hace que sea muy sencillo. Tú llegas en la mañana, tienes tu estacionamiento, tienes tu trailer, vas y entras a los sets y grabas en las horas que tienes que grabar y eso se cumple a rajatabla. Entonces, es muchísimo más fácil y fluido que la experiencia en Latinoamérica porque tienen más historia, tienen más industria y tienen más presupuestos”.
Genial, ¿y cuáles son tus planes inmediatos? ¿Estás trabajando en algún proyecto personal?
“Ahora hice de showrunner para una serie de Amazon en Argentina. Estoy montando esa serie que va a ser estrenada el otro año, de la cual no estoy en libertad de decir ni el nombre ni de qué se trata. Pero es un sobre un grupo de amigos que atraviesa una tragedia a principios de los 2000, y además estoy esperando el green light de una película que, de suceder, que tiene altas probabilidades de estar sucediendo, me llevaría estar filmando en México todo el segundo semestre, un biopic de una cantante mexicana de los años 50, 60. Un productor me trajo la idea y yo he estado trabajando con un equipo de guionistas el guion. Es un proyecto personal”.
Esa era justamente otra de mis preguntas, si tú te ves trabajando más en el mundo de la televisión o tienes ganas de sacar un proyecto propio, un largometraje…
“Son cosas distintas y las dos las amo. Mientras más haces las dos cosas, mejor directora eres. Es como si alguien escribe novelas y cuentos cortos y poesía… bueno, a veces escribo novelas, a veces escribo poesía, a veces escribo un cuento corto, pero es como parte del mismo escritor. Todo te hace mejor artista. Por ejemplo, acceder a los presupuestos y a la manera de trabajo de un show como Perry Mason y con ese nivel de escritura, te hace comprender cosas para tus proyectos personales y así, todo está interrelacionado, una cosa alimenta a la otra. Entonces, para mí mientras pueda seguir filmando y trabajando en todo eso, ese es como mi anhelo”.
En una entrevista que diste a Biobío le aconsejabas a las personas que quisieran hacer cine, que encontraran su propia caligrafía. ¿Cómo describirías tu caligrafía como directora?
“Es que eso más bien lo tiene que describir otra gente. Yo te voy a decir lo que me dicen, pero es raro hablar de uno mismo. No me es muy cómodo, pero me dicen que cuando ven mis cosas personales y también las cosas en tele tienden a sentirse muy cerca de los personajes, que hay una mirada muy particular, un punto de vista nuevo. Con las películas, por ejemplo, me dicen los productores gringos, que se nota que hay una voz personal, que te gusta estar cerca de los personajes, llevarnos con ellos a su viaje y mirar a través de ellos y todo eso además filmado con belleza, pero con particularidad. Pero eso es lo que me han dicho, es como cuando te preguntan ‘cuáles son tus virtudes y tus defectos’, no sé si uno tiene la capacidad de mirarse desde fuera. Esas palabras no son las mías. Son lindas cuando me las dicen, pero no lo creo una verdad.
Cuando Pablo Larraín vio Joven y Alocada, porque él me dio ese consejo en su momento, me dijo ‘encuentra tu propia caligrafía’, y cuando vio la película me dijo: ‘te felicito, lo lograste, esta película no se parece a ninguna otra, es solo tuya y aquí se nota una voz personal’. Entonces, cuando uno mira las películas de otras personas, como no sé… yo veo la película de la Fran (Francisca) Alegría, La vaca que cantó una canción hacia el futuro, y digo acá hay una voz. Ella tiene una mirada, se para en un lugar del mundo que no se parece a otras cosas. Entonces es interesante. La película de Felipe Gálvez, que ahora quedó en Cannes, Los colonos, uno la mira y dice ‘wow, nunca había visto esto’. Es una mezcla del lugar visual en el que se sitúan los directores, las historias que deciden contar y la ética que asumen. Ese es mi consejo para la gente joven que quiere seguir este camino, encuentren su propia voz, porque todos los artistas tienen que encontrar su voz para poder existir como artistas, porque si se suenan como un otro no tienen personalidad, ¿no? Supongo que las personas también tenemos que encontrar nuestra voz para habitar el mundo”.
Te iba a preguntar justamente por Joven y Alocada, ya que eres muy conocida por esa película, ¿cómo ves ese proyecto con la perspectiva del tiempo? ¿Te sigue marcando?
“Sí, yo amo esa película. La amo mucho. Es como el primer amor. Nos la pasamos muy bien. Entré a la película sin entender lo que era, digamos… o sea, a mí siempre me mueven como pasiones, ¿no? Me gustaba mucho esa historia y quería contarla con urgencia porque me daba demasiada risa como escribía la Camila (Gutiérrez) y quería compartirlo con todo el mundo. Y me gustó que resultó y que a la gente le dio risa también. Entonces, le tengo mucho cariño, muy buenos recuerdos, una bonita carta de presentación en una industria tan competitiva como la de las películas, así que… solo la amo”.
Buenísimo y ya para ir cerrando, Marialy, ¿cuál es tu impresión del cine chileno actualmente y latinoamericano? ¿Crees que es más fácil hacer cine en estos tiempos de interconexión?
“Hacer cine siempre es difícil. Hacer cine en Chile es tremendamente difícil, por lo que yo admiro a mis compañeros y compañeras y compañeres que son directores y logran hacer sus películas. El fondo audiovisual se da una vez al año y se dan muy pocos premios, no tuvimos grandes profesores porque Pinochet asesinó y exilió a los cineastas, pero, a pesar de todo, que haya la cantidad de cineastas que tenemos en festivales de clase A, ganando premios, siendo nominados a miles de cosas, a mí me parece alucinante. Además, no se parecen entre ellos. O sea, la Maite (Alberdi), Pablo, (Sebastián) Lelio, Fernando Guzzoni, la Fran Alegría, ahora Felipe Gálvez, la Manuela Martelli”.
Los directores que hacen animación…
“Los que hacen animación. O sea, siempre están saliendo nuevas voces y acceden a los festivales de clase A desde un país enano. Somos 18 millones de personas. Sin embargo, en todos los festivales de clase A, todos los años hay un cineasta chileno que no solo queda seleccionado, sino que le va muy bien y eso es una hazaña que lamentablemente en Chile creo que la gente no la comprende en la profundidad que tiene. O sea, no creo que haya otra industria con ese nivel de éxito cuando son personas subiendo el Everest. Es realmente gente luchando contra todo, empujando sus proyectos por años de años con presupuestos muy restringidos, y a pesar de todo, logran lo que logran. La Claudia Huaquimilla, la Marcela Said, o sea, la admiración que siento por mis compañeros y compañeras de oficio es inmensa y solo puedo aplaudirlo, porque contra viento y marea hacen películas increíbles y encuentran su voz y les va bien afuera y acá. Y eso es muy difícil de lograr”.