Como le pasó a muchos, seguramente, la música de Rosario Alfonso (31) se cruzó por mi camino de manera sorpresiva. Escuchando a otros artistas chilenos se me apareció la canción “De haber sabido”, donde la cantante cuenta con la colaboración de su amigo Diego Lorenzini. “Estábamos grabando con una banda que se llamaba La Matiné Uva Robot. El Diego me estaba haciendo una voz y yo dije ‘ya súbanle, si está súper buena’, y al final quedó”. Este tema, donde la dulce voz cantante se recrimina por haber intentado salvar una relación, tiene más de dos millones de reproducciones en Spotify, un ejemplo del éxito que tiene a la artista contenta y entusiasmada con su carrera. En esta entrevista, Alfonso nos cuenta sobre la inspiración tras sus creaciones, los elementos que conforman su identidad como cantante, sus próximos pasos, su compromiso con el feminismo y su positiva evaluación de la presencia de las mujeres en la escena cultural chilena.
¿Qué es lo que te inspira para crear tus temas?
“Me inspiro en las cosas que me van pasando, que voy aprendiendo, y al final voy sacando conclusiones a través de las canciones. Mis dos álbumes –Lo primero (2018) y De canciones tristes y otras sutilezas (2022)– se parecen un poco en su temática por eso, porque son las experiencias que me han tocado vivir como una mujer de entre veinte y treinta años. En cuanto al sonido, me inspira mucho la música popular latinoamericana y también de raíz. Entonces, por ahí siempre hago mi investigación escuchando distintos ritmos latinos y folk, que es el corazón de mi música”.
¿Cómo llegas a los acordes y las letras que vas a usar? ¿Hay un elemento que aparezca primero?
“Yo creo que van de la mano. No hay una sola forma de componer una canción, pero me ha pasado varias veces que estoy tocando una canción que me saqué y que estoy inspirada, y se me abre un nuevo portal de acordes o progresiones. Y jugando un poco con ese material nuevo se te empiezan a ocurrir otras ideas, alguna letra con una melodía. Aparece algo y empiezo a tirar de ahí, y de eso sale una canción. Hay veces que han salido canciones de una. ‘Inseguro pero honesto’ y ‘Que no te haga falta nada’ salieron de una sentada, fue muy loco”.
Mira, te iba a mencionar más adelante que “Que no te haga falta nada” se percibe como una especie de fluir de la conciencia en términos musicales y también de la letra.
“Yo creo que este tema tiene mucho de eso, porque tiene una doble lectura. Una súper linda y tierna, de buenos deseos, y otra más oscura, donde la persona que está hablando no se involucra en la historia. Pienso que es parte de la tradición de la balada y la trova, que cuentan una historia que se demora varias estrofas en estar entera”.
Ahí colaboras con Alfredo Tauber y se conectan muy bien sus sonidos (trombón y flugelhorn) con tu voz. ¿Cómo surge esa compenetración?
“Para mí esta canción es muy oscura. La secuencia armónica es oscura, y la letra tiene ese dejo de oscuridad, entonces yo tenía una idea súper pensada como tipo cine negro, antiguo, de Hollywood. Tenía una cosa teatral también, es bien dramática. Entonces empecé a investigar y encontré una banda chilena que se llama La Brígida orquesta, que juega mucho con el mundo teatral, investigué quién hacía los arreglos y me encontré con Alfredo, y lo contacté y le mandé la canción, así súper patuda. Fue bacán haber colaborado, creo que le quedó precioso ese arreglo”.
¿Tienes una rutina o un lugar donde te guste estar para crear una canción?
“Cuando estoy en lugares que están fuera de mi rutina diaria me inspiro mucho. Tampoco es como que llegue un hada mágica. Pero cuando viajo, o cuando estoy en un lugar donde no estoy siempre, se activa todo un poco, se te ocurren ideas, y uno compone en esas situaciones. Incluso llevar el instrumento a la cocina, cosas que te desordenen un poco donde uno toca habitualmente, pueden despertar mucho la creatividad”.
¿Tienes algunas bandas o artistas que consideres como grandes influencias para tu trabajo?
“Voy agarrando cosas de las que estoy estudiando en el momento, pero hay algo que me marcó en cuanto al estilo de música en la que me metí, y en la que me siento cómoda para contar mis historias. Hace poquito estuve en un concierto de Devendra Banhart, que es mi ídolo (ríe). No, no es mi ídolo, pero me acuerdo que estaba escuchándolo cuando decidí empezar a hacer música, y claro, me gustaba esa sensación de cantar y estar con una guitarra y que eso sea suficiente. Y también bandas de la adolescencia, como The Cardigans. Yo me sentía un poco representada por esta voz que era súper suave, súper delgadita, con la banda y todo, como un poco chasconas las letras, como que tenían cosas de humor, sobre todo los primeros discos. Y también Diego Lorenzini, porque en él encontré un par en la música y por algo somos compañeros de sello y amigos, pero lo que estamos tratando de armar es algo con lo que me siento cien por ciento identificada, la música del sello Uva Robot”.
¿Cómo fue el proceso de creación de De canciones tristes y otras sutilezas? ¿Cuándo comenzó?
“Fue para la pandemia. Yo quería tocar en vivo y no podía, obviamente, y se me ocurrió lanzar un disco. Había hablado con el productor, Alan McDonnell (Yaima Cat), sobre empezar a hacer canciones, probar, y en ese momento, cuando ya teníamos un par de cosas grabadas, le dije ‘ya, hagamos el disco’. Ahí postulé a un Fondart, me lo gané, y fue como un año y medio o dos años de producción. Fue una experiencia gigante, donde aprendí de todo, a grabar por pistas, a entender el lenguaje de la producción, muy entretenido. Todos los instrumentos, con excepción de un par de canciones, los hice yo. Y ponte tú que yo inventaba las líneas de bajo y después le pedía a mi contrabajista que fuera a grabarla, o había un solo y lo inventaba yo. Hay colaboraciones (Lorenzini, Tauber, Benjamín Walker, entre otras), pero en cosas muy puntuales”.
Uno de los rasgos de tus canciones, que generan una sensación de cercanía, es el uso de expresiones cotidianas y chilenas, en tus letras. ¿Qué te llama la atención de este recurso?
“Me gusta escribir de la forma en la que hablo, y al final en las letras trato de ser súper honesta con las cosas que siento y pienso. Parte de esa honestidad se refleja en mantener el lenguaje coloquial, que siento que le agrega mucho más a la canción, más carácter y sinceridad que tratar de hermosear las letras con otro tipo de palabras. Ya se ha hecho un montón, pero a mí me gusta ser desordenada para mis cosas”.
También tienes canciones que hablan del tiempo, de su fugacidad, de no dejarlo pasar cuando se tiene. Me refiero a “Un día lo encontré”, de tu primer disco, y “Nochevieja” en el último. ¿Es un tema recurrente para ti?
“Claro, esa idea de que cada vez los días duran menos es muy real. Cuando una es chica los días duran demasiado. Yo no quiero aleccionar a nadie con las canciones que hago, son mis propias conclusiones, pero obviamente el tiempo es algo que te llama a estar atento a ello todo el día, no sé si tú tienes esa voz interna. Por ejemplo, en ‘Un día lo encontré’, me refiero a tomarse el tiempo para hacer las cosas que uno quiere en el momento, que es algo que he aprendido de distintas formas, sobre las relaciones humanas, los proyectos artísticos, las ideas que uno tiene, que hay que hacerlas cuando a uno se le ocurren, no años después. Hay que aprovechar el vuelito de las ganas. Y en el caso de ‘Nochevieja’ es como esa sensación de llegar al momento del año donde haces una retrospectiva y piensas qué chucha hice este año, y llegas ahí, y partes todos los años desde cero, y dices ‘ya, ahora sí’”.
A propósito del tiempo, uno de los vicios que tenemos hoy por hoy, y que nos toma tiempo a todos, es el uso de las redes sociales. ¿Cuál es tu relación con las redes?
“Me ocupan un montón de tiempo. No tengo Twitter. ¡No, por favor! Rosario Alfonso opina, aah (ríe). Pero tengo TikTok e Instagram (@rosarioalfonsocanta en ambas redes). Y tengo Facebook y ¡me lo hackearon! No lo uso nada, es absurdo, pero bueno. En Instagram estoy más rato, pero trato de no caer bajo la presión de cuando te dicen ‘tienes que publicar día por medio’. Lo hago cuando de verdad siento que tengo algo que decir, o quiero compartir algo, y creo que todo mi crecimiento en redes sociales ha sido súper orgánico. Nunca he invertido en publicidad. No tengo un método. Yo soy cero metódica en mi vida. Es una excelente herramienta para comunicar. Ahora que me hackearon el Facebook pensé ‘uy, menos mal que no me hackearon el Instagram’, porque no tendría cómo avisar de mis conciertos, de mis lanzamientos, porque no es lo mismo un newsletter, la gente no abre los correos muchas veces. En cambio la gente que te sigue sí espera esas noticias más inmediatas en las redes. Así que agradecida de que exista, pero trato de no esclavizarme con la cuestión, que no sea el foco”.
Tiempos de mujeres
En la canción “Tranquila” entras en las luchas del feminismo. ¿Ahí le estás hablando directamente al hombre?
“Yo no diría que la canción le habla a un hombre. Le habla a las cosas molestas que uno descubre cuando descubre el feminismo. Lo ves mucho más claro de cómo lo veías antes. Antes quizás le ponías nombre de personas, y después empiezas a leer al respecto y dices como ‘ahhh, además de estas personas está todo esto que hay por detrás’”.
¿Te involucras en el movimiento feminista y las marchas?
“Aprendí mucho de eso en el año 2019. Me hice amiga de muchas chicas en ese contexto, porque se armaron grupos para conocerse, y fue hermoso. He aprendido muchas cosas que trato de aplicar en mi vida diaria. Me considero feminista”.
¿Te parece que el movimiento, en comparación con el 2019, está en un buen momento?
“Va bien. Igual hay un montón de peleas que son de largo aliento, pero hay muchas cosas que ya se han instaurado, que por lo menos se sabe que están mal, o que están bien, y está en la conversación de la gente. Obviamente falta un montón, pero por ahí va”.
¿Y en el mundo de la música en Chile? ¿Cómo evalúas la presencia de las mujeres?
“Yo creo que los mejores artistas chilenos son mujeres. Los proyectos más interesantes, los más entretenidos, son de mujeres. Hay un montón de referentes. De los que se escuchan más en Chile, que es el trap y el reggaetón, por ejemplo. Ahí los referentes de mujeres son bien increíbles, partiendo por Paloma Mami, o Princesa Alba, que tienen un show increíble. Hay un montón de chicas que están con todo y que son muy poderosas. Tomasa del Real, que la lleva en su estilo. Y es como que tienen un montón de cosas que decir, a las que no les habíamos puesto el micrófono antes. Y en el mundo más pop está Dulce y Agraz, o Yorka, que estuvo en el Festival de Viña. No sé, siento que en general en la industria del entretenimiento y de la cultura las historias de mujeres están mucho más. He leído un montón de libros y he visto muchas películas con historias que son de mujeres, donde el héroe de la película es una mujer, y Chile no ha sido una excepción. Y en el sello en el que estoy somos muchas mujeres: mi proyecto, Niña Tormenta, Chini.png, Laurela, y así tengo como doscientos nombres más”.
¿Querrías colaborar con alguna de ellas?
“Me he dado cuenta últimamente que me gusta colaborar con las personas que voy conociendo y con las que me voy haciendo amiga. Colaborar por colaborar no me es tan natural, en el sentido de que la música surge desde lugares de creación. Es necesario tener un tiempo de ocio juntos”.
Hay música bailable (“Sácate las ganas”) y pop más tradicional (“Chamullento”) en tus álbumes. ¿Piensas explorar más estos ritmos en el futuro?
“A mí me encanta bailar. Me encantaría estar en el show con el micrófono en mano y hacer show nomás. Y me encantaría hacer canciones más bailables, de hecho. Es una de mis metas para estos años que se vienen”.
¿En qué estás trabajando por estos días?
“Tengo varios proyectos dando vueltas. Más con otras personas que como Rosario Alfonso. Tengo un par de canciones solo mías, pero están ahí, más reposadas, porque recién hace un año saqué el disco. He estado haciendo cosas creativas con otras personas. Hartas colaboraciones con mi productor, Yaima Cat, que va a sacar un disco propio con colaboración de distintos artistas, y estoy haciendo un proyecto donde mezclo música con poesía y humor, un EP, pero no puedo contar mucho sobre eso”.
Por último, ¿estás contenta con la recepción de tu trabajo? ¿Cómo ha sido tu proceso de difusión?
“Las radios todavía son importantes, pero es súper difícil que te pongan. Igual de repente me ponen, qué sé yo, pero estar en la parrilla programática es difícil. Yo creo que lo que ha hecho harto la diferencia es Spotify y las plataformas digitales, y me ha ido súper bien para el tiempo y el nivel de recursos que tengo, y lo orgánico que ha sido todo. Es lo que me tiene contenta, y hacer conciertos y que se llenen, que me escriba gente diciendo ‘descubrí tu música, está súper linda’. Que la cantidad de oyentes se mantenga parejita y que vaya creciendo es muy bacán. Así da gusto dedicarse a la música”.