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Ripley: La versión más desalmada del rufián americano

Los rufianes, los timadores, los que se salen con la suya son personajes irresistibles de retratar en la pantalla grande. Más aún, cuando sus astucias van acompañadas de atuendos elegantes, grandes lujos, viajes por el mundo y la posibilidad de apreciar la belleza de la costa italiana y sus ciudades. «El Talento de Mr. Ripley”, de la escritora estadounidense Patricia Highsmith, reúne todo eso en el primero de varios libros sobre el personaje. No es extraño que un nuevo director quisiera sumergirse en esta saga, esta vez, con una mirada más sombría del personaje y otros elementos que la convierten en uno de los estrenos más interesantes en lo que va del año. Ripley, dirigida y escrita por Steven Zaillan (Pandillas de Nueva York y La Lista de Schindler) para Netflix es diferente de sus otras adaptaciones (The Talented Mr. Ripley (1999), The American Friend (1977), Purple Noon (1960), por muchos motivos.


Para llevar a cabo su adaptación, el director tuvo muchísimo más tiempo a su disposición (¡ocho horas!) para contar en detalle las minucias de sus engaños, los detalles de la ciudad y los trayectos, lo que le da a la serie un aire cinematográfico, muy bien calculado por parte del director. Parte de su encanto es que es como estar  viendo una película. De hecho, está filmada completamente en blanco y negro. “Desde el principio supe que quería un estilo de cine film noir”, dijo Zaillian a The Hollywood Reporter. Este es un estilo cinematográfico caracterizado por elementos como héroes cínicos, efectos de luz crudos, uso frecuente de flashbacks, tramas intrincadas y una filosofía existencialista subyacente.


Quizás por este mismo motivo, el ritmo de la serie y el andar de Mr. Ripley (interpretado por Andrew Scott) se siente doblemente exasperante. A diferencia de sus predecesores (Matt Damon), el Sr. Ripley de Zaillan es un hombre solitario y misterioso, astuto, pero al mismo tiempo torpe y frágil cuando se trata de relaciones humanas. De muy pocas palabras e ideas originales, casi toda su identidad se basa en lo que ha tomado prestado de otros: sus gustos, sus atuendos, su estatus de hombre adinerado. Por eso, cuando ve la oportunidad de viajar a Europa para convencer al hijo de un acaudalado empresario neoyorquino, el Sr. Richard Greenleaf (Johnny Flynn), de que regrese a su país, rápidamente empieza a urdir un nuevo plan. Sus intenciones no son explícitas, tampoco su sexualidad, pero queremos seguir viendo justamente para intentar comprender sus miradas y sus pasos, enfocados con encuadres preciosos de parte del director y Robert Elwsit en fotografía.

https://www.youtube.com/watch?v=0ri2biYLeaI


El ritmo de Atrani es lento y en eso hay guiños al neorrealismo italiano. Cuando Tom finalmente decide cobrar la vida de Dickie en San Remo, vemos cómo el personaje se las arregla una y otra vez para salir ileso de la investigación del inspector Pietro Ravini (interpretado por el italiano Maurizio Lombardi) y de las sospechas de Marge (Dakota Fanning), la novia de Dickie, con la que compartió los primeros capítulos de la serie.


Este Tom es apático, aburrido y soso en sus interacciones con los recepcionistas de los hoteles y los personajes principales, lo que contrasta con su brutalidad a la hora de llevar a cabo sus crímenes y pretender que disfruta la vida de Greenleaf, replicando casi calcadamente sus hábitos y sus gustos. Tom parece quebrado, y en ello, absolutamente desalmado. Andrew Scott nos ofrece una actuación completamente distinta a su anterior película, All of Us Strangers: carente de empatía, despreocupado de todo hasta la exasperación.  “El encanto que necesita para llevar a cabo sus planes es menos evidente, y la simpatía que Highsmith despertaba en sus lectores es más difícil de percibir”, dijo como apunte la crítica de The New York Times.


El crítico de Variety experimentó algo similar: “(Tom Ripley) es un pensador rápido que puede trazar meticulosamente su camino para salir de rincones oscuros, pero la personalidad sociópata de Tom y su incapacidad para mostrar incluso una pizca de humanidad hacen de Ripley un espectáculo incómodo y sombrío”. Tan oscuro que se demora en llevar a cabo sus tareas, ni siquiera se altera y parece disfrutar de cada mentira.  


Para este mismo crítico, los otros personajes tampoco lo hacen mucho mejor. Algo que no comparto completamente, aunque es cierto que Dickie resulta una presa demasiado fácil para Tom, por su excesiva ingenuidad, y que Marge, en principio astuta y perceptiva, termina aportando muy poco a la consecución final de los acontecimientos. Quizás el mejor momento es cuando decide inmiscuirse en su casa y termina encontrando el anillo de Dickie en el capítulo final, escena que, sin duda, nos vuelve a hacer creer que Tom será apresado.


Podemos decir que el director realmente logra atraparnos en su juego, con un impecable Mr. Ripley que funciona, aunque nos termine colmando la paciencia hacia el final. El inspector Ravini aporta viveza a la serie y algunos toques de humor. Otro punto alto es la pequeña, pero importante aparición de Freddie, a cargo de Eliot Sumner, hija de Sting, una de las mejores escenas de toda la serie a solas en el departamento con Tom. Pero el mayor encanto de esta adaptación está contenido en los escenarios y la cuidada cinematografía que eligió el director, en el despliegue de lo “melancólico y sórdido del personaje”.

El arte de Caravaggio, con sus claroscuros y un retrato terrible de él mismo sosteniendo su propia cabeza degollada, también aparece de vez en cuando aportando dramatismo a la oscura mente de Tom. Aunque el flashback del final se sintió algo más forzado que a tono con la serie.


Tal vez, seis episodios habrían bastado. Porque, ¡cómo nadie vio una foto de Richard Greenleaf antes! Vamos a ver cómo se las ingenia el director para seguir profundizando en nuevos matices de Tom, que nos permitan querer aunque sea un poquito más al personaje y continuar viendo la saga por un par de temporadas más. Su renovación está por verse, pero a juzgar por la recepción inicial, este podría ser solo el inicio.

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