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Pedropiedra: “Pareciera que lo único que les importa a los políticos es estar jodiendo a los otros”

“Si el planeta es una selva, vestiré la ropa del explorador”, canta Pedro Subercaseaux, o Pedropiedra, en una de las canciones de “Tótem”. En su nuevo álbum, el sexto de su proyecto personal, “explorador” es una palabra que describe muy bien lo que escuchamos. En lo musical, ya que en sus 17 canciones pasa por el pop bailable y el romántico, la balada clásica y la experimental, el rock alternativo y enérgico que le conocemos, y también el de un tono más melancólico, con apariciones del Macha (Aldo Asenjo), de Chijo Trujillo, y Mauricio y Francisco Durán, de Los Bunkers. Y en las letras, donde aborda temas tan distintos como el sinsentido de los días que vivimos, el amor y el desamor, la contingencia y el futuro. Un ecléctico mix que revela el momento de su carrera: “Estando más viejo empiezas a buscar temáticas nuevas sobre las que hablar, más que hablar siempre de ti, de lo que te pasa”. En esta entrevista, Pedropiedra nos cuenta sobre las emociones que inspiraron su álbum, su visión de un mundo “demente”, su temor a la inteligencia artificial, la influencia de Jorge González y Álvaro Henríquez en sus letras, su paso por el programa “El Antídoto” y mucho más.

Nos acordamos mucho de cuando salió tu álbum “Aló”, que no pudiste salir a mostrarlo en vivo por la pandemia, y ahora estás justo en ese momento con “Tótem”, llevándolo al escenario. ¿Cómo se vive esta etapa?

“Es bacán ensayar los temas nuevos, ver cómo suenan con la banda. Están buenísimos y es súper motivante ir a tocar con cosas nuevas. Con todo el cariño que se le tienen a los temas anteriores, es rico hacer algo más nuevo para uno y para el público. Claro, en ‘Aló’ no se pudo, pero ahora sí y vamos a aprovecharlo al máximo. Además, se sumaron muchas fechas al tour, entonces hay harto que hacer”.

No hay muchas similitudes musicales entre tu disco previo, “Aló”, más conectado con los ritmos que sonaban en ese momento, y “Tótem”, que tú mismo lo has descrito como súper ecléctico y con distintos rangos emocionales. En términos musicales, ¿con cuál de estos estilos te sientes más cómodo? ¿Cómo describirías la diferencia entre ambos?

“Yo me siento más cómodo con un disco como este. Siento que ‘Aló’ fue, no sé si un experimento, pero sí un disco que lo pensamos hacer de una estética muy definida, con Cristián Hayne, el productor. Y él tiene un sonido también súper característico. Y es un disco mío que no tiene absolutamente nada de rock, entonces es como un bicho raro dentro de mi discografía, sin hacer ningún juicio de valor. A mí me encanta ese disco, cómo suena, encuentro que tiene una pulcritud y un orden súper valioso dentro del mundo de los discos, pero yo siento que este álbum es más esencia mía, rockera, es como de guitarra, lo que yo he hecho siempre, con lo que me he sentido más cómodo. Y también con el eclecticismo de los temas, que también es algo que me acomoda y que encuentro bueno explotar para el en vivo. Tener una parte medio acústica, otra más electrónica, tener harto rock, entonces, este disco condensa más todas esas cosas”.

Has comentado que es tu álbum más melancólico y energético.

“Sí, tiene las dos cosas, mucho”.

También dijiste que está hecho con rabia.

“O sea, tiene un poco de todo. Como es un disco largo pasa por distintos estados de ánimo. Tiene unas partes más enojadas, en canciones como ‘Las hojas caen’, ‘La vida que merezco’, ‘Presagio’. Tiene pasajes donde me he permitido más mostrar ese enojo, que todos tenemos, por cierto”.

¿Tienes identificadas cuáles son las fuentes de esas emociones que se ven en el disco?

“La angustia, sobre todo, es porque encuentro que el planeta está pa’ la corneta. Soy súper pesimista. Y eso me hace sentir bastante enojo, pero es un enojo que no se sabe muy bien contra quién es. Es contra el humano en general, pero eso es muy amplio. No sé. Un poco de misantropía también”.

El sinsentido, la política y el fantasma de la IA

En las canciones describes al mundo como “demente”, en otros momentos destacas el “absurdo” del mundo de hoy. ¿Qué te hace pensar así? ¿y cómo se toma Pedropiedra la vida siendo consciente de esta situación?

“Bueno, las guerras, por ejemplo. El populismo. Todo lo de la inteligencia artificial me parece nefasto. Es como una profecía autocumplida. En todas las películas de ciencia ficción que uno ha visto la inteligencia artificial se rebela y deja la cagá. No sé, me da miedo igual eso y lo encuentro muy absurdo, pensar que el mundo como lo conocimos está muriendo. Todo lo de Huachipato, del acero chino, toda esa muerte del siglo XX, el fin de un ciclo. En eso se expresa un poco la demencia. En los políticos, cómo actúan, por ejemplo, que con todos los problemas que hay en el país, pareciera que a los políticos de lado y lado lo único que les importa es estar jodiendo a los otros para asegurarse un cargo, un puesto. Como que todo es tan pequeño, tan mezquino y miserable de las autoridades. Y uno es también ellos. Ellos son uno. Somos todos uno en realidad. Y sobre cómo vivo yo con esa noción de que el mundo está pa’ la corneta… como que trato de hacerme el hueón nomás. A la hora de escribir es imposible que no se cuele, porque es un pensamiento que igual lo tengo. Yo creo que no hay mucho que hacer, si eso es lo peor, entonces trato de hacerme el tonto, que significa aprovechar a mis hijos, estar con mis amigos, seguir tocando, viajar, hacer música, aprovechar mi tiempo. No soy de hacer activismo de ningún tipo, no veo mucho cuál es la utilidad. Estar consciente de los problemas es casi suficiente. Y no dejar que te hagan tonto, en el fondo”.

En mi opinión, de todas maneras, lo que haces en tus canciones es una respuesta a la realidad que puede generar una reflexión en quienes te escuchan.

“Yo creo que puede haber gente que se sienta identificada. Pero que tenga algún efecto es súper difícil. La música tiene un poder muy sobre el individuo, yo creo, pero los destinos de la gente se deciden en unos ambientes donde no sé si la música tenga mucha influencia. Tiene más impacto a nivel individual que colectivo”.

Hace un tiempo entrevistamos a Cristóbal Briceño y nos decía algo similar, que no cree que la música tenga un poder “ciudadano”.

“Yo puedo notar lo que está bien, me pueden irritar muchas cosas, como los políticos, pero también yo he tenido mucha suerte en mi vida. No pertenezco a ningún tipo de marginalidad, disidencia o nada. Entonces, a mí se me cuela lo que veo, sin darle tanta vuelta. Y a este disco no le di tanta vuelta a las letras. Me quité del medio el estar autocensurándome, o autoestilizándome. Eso de que ‘ojalá que esto sonara de esta manera’. Me dejé escribir más libremente”.

La canción “1000 años” creo que va un poco en ese tono, ¿no? Es una melodía esperanzadora, pero la letra está reclamando por lo que hay ahora, pidiéndole algo muy distinto al futuro.

“Es la canción que más tiene un mensaje en el disco. No es tan claro, pero es una canción más sentida, hablando un poco más en serio del absurdo del mundo, pero nunca tanto, sin solemnidad. Es súper explícita. Lo que pasa es que también tiene estas partes más chistosas, como la línea ‘ojalá que no sea un chino’, o ‘que sea una niña sin padres’, más como ciencia ficción. Esa canción se me ocurrió pensando en esas cápsulas del tiempo, que entierran y las abren, no sé, cien años después. Un pequeño porcentaje de mis letras también va hacia allá a veces: el espacio, todo eso”.

No quiero dejar pasar lo que dijiste de la inteligencia artificial. ¿No has pensado usarla para tu música, o igual la estás considerando?

“He usado Moises, por ejemplo, que separa las pistas de una canción, es una cuestión gratuita que se baja. Mi hermano encontró un sitio al que tú le das una orden de 200 caracteres y te hace una canción, y mandó a hacer una de otro hermano mío que era muy graciosa. Pero no la he usado mucho, la verdad. Tampoco estoy en contra de que se use, no estoy en contra de la inteligencia artificial. No sé cuál es mi temor, pero es una desconfianza. Y la encuentro muy asombrosa. Y está en pañales, eso es lo que encuentro más abrumador”.

Tiempos de madurez y la libertad musical

Con respecto a lo que me dices de que esta vez escribiste con más libertad, lo de atreverse en las canciones, ¿cómo crees que ese temor afectó la música que habías hecho hasta antes de “Tótem”?

“Principalmente en que evitaba usar ciertas palabras, como ‘corazón’ o ‘amor’, para empezar. Hacer temas definitivamente basados en un hecho de la contingencia, puntual, como el cierre de Huachipato (la empresa siderúrgica, ocurrida en septiembre), por ejemplo. Son cosas que no sé si vienen porque estando más viejo empiezas a buscar temáticas nuevas sobre las que hablar, más que hablar siempre de ti, de lo que te pasa. Empezar a abarcar temas que están más allá de mi pequeña burbuja. Y hacer canciones de amor que sean bien de amor, y que digan ‘si te rompí el corazón’, y tirar toda la carne a la parrilla de jugar a componer una canción así, y eso pasa mucho por el desprejuicio de querer ser siempre original, medio loquillo. Entonces tiene canciones como ‘1000 años’, ‘Palabras miles’ o ‘Diez minutos’, que yo siento que son más estándar que lo que he hecho antes. Y me gusta, porque yo escucho mucha música así, no escucho tanta cuestión locochona, digamos, entonces eso para mí es un avance súper grande, aceptarme como un compositor que puede hacer cosas más estándar, que no está siempre tratando de ser original”.

¿Tienes referentes de esa música que describes, que puedas mencionar?

“No, me gusta de todo. Escucho de todo, harta radio, canciones románticas, música británica. Me carga que me pregunten sobre mis gustos, porque no tengo gustos realmente. Hay muy pocas cosas que no me gustan”.

Cuando piensas las canciones, ¿piensas en su posible paso por la radio? ¿Es una de las cosas que tienes en la cabeza?

“La verdad es que no. Yo tengo muchas dificultades para terminar una canción. Entonces, para pensar más encima en eso… Aparte que si tú dices, ‘ya, esta canción quiero que suene en la radio’, y la canción no suena en la radio, como que parte siendo un fracaso, si es que esa es la meta. Y es más fácil que no suceda, porque las radios han sido benevolentes conmigo, pero por gusto, y pocas, y a veces. Yo creo que durante buena parte de la historia de la música las radios han tocado lo que las compañías han querido, con los intereses de los dueños de las radios también, y ahora las playlists de las plataformas y todo eso funcionan muy igual, con los sellos metidos, entonces es difícil partir de ahí y querer conquistar la radio solo, o las playlists de Spotify. Se necesita mucha ayuda corporativa para hacer eso. Entonces, con esas dos cosas sumadas, me cuesta pensar en singles, y lo otro es que si lo hiciera tendría que meterlos, para que no sean un fracaso. Pero no es algo que tenga en la cabeza. No hago canciones pensando en la radio”.

Es muy interesante eso que me dices, con el paralelo entre las radios y las listas de reproducción de Spotify, por ejemplo. Yo me imaginaba que era otro escenario. No hay tanta diferencia, entonces.

“Mira, no tengo la información exacta, pero el algoritmo obviamente es influenciado desde las agregadoras digitales, los sellos. Sony compró Altafonte, por ejemplo. Es el mismo negocio, encontrando nuevos lugares donde expandirse”.

¿Ahora mismo hay espacio en las radios para los músicos chilenos?

“Yo encuentro que es muy penoso que el proyecto de la Radio Uno, donde se tocaba solo música chilena, haya muerto (estuvo al aire entre los años 2008 y 2016). Era bacán. Ahora, por ejemplo, cuando estoy en promoción de disco voy a hartas radios, porque estoy con una agencia de prensa, y nos reciben súper bien, y las canciones las tocan de repente, pero yo siento que la radio ha perdido mucho impacto. Todavía tiene a nivel popular, pero no es lo que era antes, y yo sigo amando ese medio, es el que más consumo, y yo a veces me pillo esa radio sonando. Así que, en Chile, bien, y en México también hay un par de radios donde a veces suena mi música, sobre todo de mis primeros dos discos. Pero es difícil promocionar, porque acá generalmente ves a una radio y ponen un tema antiguo, ¿cachái? Obviamente vas a algunas, 40 Principales, por ejemplo, y ponen la canción nueva, pero para mostrarla nomás. No las rotan, digamos. Eso es porque ellos cachan qué es lo que les funciona mejor a ellos. Pero no me podría quejar de que ponen temas viejos y no los nuevos, sería quejarse de lleno”.

Has dicho que cambiaste tu proceso de creación de canciones a escribir primero las letras y luego hacer la música.

“No todas, pero sí en algunos casos”.

¿Qué tan distinto para ti es el proceso de crear la letra de una canción y la música?

“Esto es parte del taller (de escritura de canciones) que he hecho, lo explico siempre de la misma manera. Generalmente uno compone primero la música y después la letra, porque la música ocurre sola, no hay que pensarla, es instintiva. Y la letra, no siempre, pero suele ser un proceso más intelectual. Entonces, primero a uno se le ocurre una melodía, de repente nomás, que todavía no tiene letra. A veces uno se deja llevar por esa melodía y arma una canción completa, y están todos los acordes y todo. Y eso implica que hay muchos pies forzados para buscar la letra. Por ejemplo, la canción ‘Todos los días’ (del álbum ‘Ocho’) me demoré caleta en terminarla. tenía toda la melodía, pero no podía dar con las palabras, y me demoré como un año. Y, al contrario, cuando haces primero la letra no hay ningún pie forzado, es pura libertad musical para después. Entonces, la primera vez que hice eso, con ‘Sonámbulo’ (single de 2021), empecé a probar escribir las letras antes y funciona bacán. Es como que descubrí que se puede hacer, en el fondo, pero generalmente he seguido operando de la manera más natural, que es la música primero y la letra después. Ahora, a partir de eso, empecé a pensar en el diseño previo de una canción. Idearla antes de que exista”.

¿Nos podrías dar un ejemplo?

“La canción ‘Tótem’. Yo ya tenía este álbum listo, ‘Tótem’, pero no tenía ninguna canción con ese título. Y sentía que estaba balanceado hacia lo más lento. Entonces, quería un tema rápido que se llamara como el disco. De ese punto de partida me costó mucho menos terminar la canción, y escribir la letra y todo, porque sabía a donde quería llegar. Esa canción me demoré en hacerla prácticamente lo que dura la canción, no sé, diez minutos. Y la canción ‘Acero chino’, ponte tú, yo escuché la noticia del cierre de Huachipato, y que el acero chino es más barato, pero es peor, y me quedaron dando vueltas las palabras ‘acero chino’. Y me pareció que era un súper buen título, y que hablara de todo eso. Entonces, el tema estaba hecho, había que inventarlo nomás, pero ya existía. Entonces, lo que más me quedó de esta idea es el pensar las canciones antes”.

Influencias, colaboraciones y comedia

Te iba a preguntar por la canción ‘Tótem’. Ahí cuentas una historia, es muy visual, y está esta escena donde caes de rodillas frente a esta figura. ¿Qué simboliza ese tótem?

Hueviamos harto con mis amigos de la banda, porque es súper fálico, lo dice también la letra, ‘lo vi frente a mí’, ‘lo abracé en la noche’ (ríe). Bueno, este fue mi racionamiento. El tótem es una escultura que apila a tus ancestros uno arriba del otro. Entonces hice una base musical, la puse a correr, y había estado escuchando la canción ‘Es épico’, de Canserbero, que es larga, un rap, de un tipo que baja al infierno, entonces con esa idea empecé a improvisar esa letra, que tiene mucho absurdo también. Y empecé a pensar en una historia sobre los ancentros, que uno no sabe si culparlos o agradecerles, depende de cómo esté viendo uno la vida en ese momento. Ahí fui inventando la letra, pero no está tan pensada, es como expresión libre un poco, con un garrapateado de ideas hiladas de manera que sean entretenidas de escuchar”.

Te iba a preguntar por si tienes influencias de escritores, o músicos, que tengan influencia en tus letras.

“A mí me influyó mucho Jorge González. Álvaro Henríquez me ha influido mucho también, me encanta cómo escribe. Violeta Parra, las mejores letras de la historia, yo siento. Y todos ellos tienen algo, que usan un lenguaje súper común y coloquial, palabras que uno usa siempre, pero que tienen la facultad, el hechizo, de hacer como que uno las está escuchando por primera vez. Al final eso es también la buena poesía. Esa frase la leí por ahí y me resonó mucho: palabras de uso cotidiano que es como que uno las escuchara por primera vez”.

Uno de los elementos que aparece mencionado en más de una canción es el de las escaleras. La canción que está en el centro del álbum lleva precisamente ese título. ¿Qué significan las escaleras en este disco?

“Para mí las escaleras son como el azar y la diversa infinidad de caminos que se abren en cada momento, y como que la vida está ocurriendo todo el rato en el ahora, y cuando uno se pone a pensar en eso es un poco vertiginoso, yo siento. Que todo está confluyendo hacia el destino, e irse en esa volada, y las escaleras son un poco eso, y por eso esa canción dura lo que dura (6:03) y tiene como un collage de sonidos. Y claro, en ‘Cielo’ está la idea de la escalera al cielo, que seguramente es anterior a la canción de Led Zeppelin, o la Torre de Babel, que iba a llegar al cielo, o las habichuelas mágicas… Iré hasta el final de la escalera es como ir lo más cerca del cielo que se pueda. Me han preguntado si en esa canción estoy hablándole al cielo o ‘oh cielo, te ves hermosa’, a la pareja, ¿cachái? Pero es al cielo, a Dios, al todo. No es una canción de amor, sino que más existencial, igual que ‘E S C A L E R A S’”.

Tengo una pregunta más de “Tótem”. ¿Cómo fue volver a trabajar junto a Mauricio y Francisco Durán (Los Bunkers) para “Acero chino”? ¿Hay alguna posibilidad de volver a verlos juntos en su banda Pillanes?

“Estuvo increíble trabajar con ellos. Caía de cajón que tenía que invitarlos, porque su papá y sus dos abuelos trabajaron en Huachipato, y la verdad es que en el estudio son unos expertos, rockeros profesionales, tocan súper bien y tienen muy claras sus ideas, y aparte somos súper amigos. Entonces, yo feliz de que hayan aceptado la invitación, y el resultado me dejó súper contento en la canción, así que les mando un saludo a los chiquillos y espero que les vaya muy lindo con el Unplugged y todo lo que hagan. Cuando se separaron Los Bunkers fue como ‘mmm, se separaron Los Bunkers’ (con expresión de indiferencia), y cuando se juntaron todo el mundo conocía todas las canciones. Estaban muy arriba cuando se separaron, pero crecieron muchísimo más estando separados. Y ahora volvieron y que estén cosechando todo eso encuentro que es súper merecido, y pienso que es muy bacán que una banda con tantas canciones lindas esté sacando la cara por todos. Si vamos a ver a Pillanes o no, por el momento no lo hemos hablado, a mí me encantaría, pero Los Bunkers ahora mismo están con mucha pega también, pero quizás más adelante podamos juntarnos nuevamente. A los hermanos Ilabaca siempre los estoy viendo también en 31 Minutos. Nadie sabe lo que puede pasar, pero la amistad está y las ganas de todos de hacer música también, así que nunca se descarta”.

Bueno Pedro, para terminar, además de agradecerte por tu tiempo, me cambio un poco de tema para preguntarte por tu experiencia en el programa “El Antídoto”. ¿Qué tal fue ser parte de eso?

“Vino la invitación de Fabrizio (Copano) y fue increíble participar en el programa. Fue una cuestión muy nueva para mí, lo pasé súper bien, el equipo fue muy buena onda, y aprendí algo, yo creo: que hacer música en vivo para la tele es súper difícil, hay que estar muy coreografiado. Fue un trabajo bien arduo, te pasas el día entero en el canal, pero estuvo bacán. Hasta ahora parece que no hay otra temporada, pero fue súper entretenido hacerlo”.

¿Has pensado en probar suerte en la comedia? Has subido videos de ese tono en las redes, además de estar en ese programa.

“No he pensado en incursionar mucho más allá de las redes sociales y las plataformas, pero sí quisiera seguir ahondando en eso y encontrar aún más una propia personalidad, y no ser un youtuber, pero sí alguien que se vale de estas plataformas para poder acercar a la gente a lo que a mí me interesa que sepan de mí, que son mis canciones. Igual, obviamente, la gente se empieza a interesar por el personaje también, y si hago dibujitos y me hago el chistoso ayuda a que la gente conozca más mi música, pero no quiero engañarme y dejarme seducir mucho por lo de los contenidos (ríe). Todavía creo que no he encontrado el tono que más me acomoda, pero sí está más cerca a lo que hago con los talleres y con el absurdo, pero el uso de las redes es algo que está en permanente evolución y revisión”.

Crédito de la imagen: Diego Escalante

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