El cine chileno tuvo una jornada memorable este martes, día en que se revelaron las películas que competirán por los premios Oscar el próximo domingo 10 de marzo en el Dolby Theater. No solo porque se concretó la esperada nominación de La memoria infinita, la exitosa cinta de Maite Alberdi, a la categoría de Mejor Documental, sino que también porque El Conde, filme de Pablo Larraín que abrió el debate en su país, alcanzó una nominación inédita para una película chilena: irá por la estatuilla a Mejor Fotografía. Además de ser la primera vez que Chile tendrá dos películas nominadas en una misma edición de los premios, serán las únicas cintas latinoamericanas (hay más latinos nominados, pero por cintas de otras regiones) con presencia en Los Ángeles: un logro digno de aplaudir.
Si de hacer apuestas se tratara, las fichas habría que ponerlas en La memoria infinita. Esta no es la primera vez que Alberdi logra una nominación a Mejor Documental; antes, con El agente topo (2020), estuvo muy cerca de lograr el triunfo, que finalmente quedó en manos de Mi maestro el pulpo (2020). Ahora, la realizadora chilena, recientemente celebrada en el Festival de Sundance con el Vanguard Award, es la única de los nominados que tiene experiencia previa en su categoría, y su nombre ha estado en boca de los críticos estadounidenses desde que se estrenó su último filme.
¿Cómo viene la competencia? Siendo los Oscars, y una categoría de carácter global como Mejor Documental, no puede ser fácil. Una cinta que llega con fuerza es Four Daughters, el documental experimental de la directora tunecina Kaouther Ben Hania, quien ya sabe lo que es pelear por una estatuilla: fue nominada a Mejor Película Internacional con El hombre que vendió su piel (2020). Esta cinta cuenta la sufrida historia de una madre y sus cuatro hijas, quienes crecen en un ambiente violento y especialmente difícil en Túnez. Luego está 20 días en Mariúpol, del periodista ucraniano Mstyslav Chernov, donde vemos, en primera persona, la experiencia de una ciudad ucraniana invadida y brutalmente atacada por Rusia. To Kill a Tiger, filme de la canadiense Nisha Pahuja, se enfoca en la lucha de una familia india por hacer justicia tras la violación que sufre su hija adolescente. Y Bobi Wine: The People’s President es una película hecha por los directores debutantes Moses Bwayo y Christopher Sharp, ambos de Uganda, quienes siguen la campaña del músico Bobi Wine por derrocar la dictadura de su país.
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¿Entonces? Sí, difícil, pero bastante posible. Habrá que ver cuánto pesa para los miembros de la Academia el tema que toca cada uno de los filmes: la vejez y la enfermedad en el caso de Alberdi, la violencia contra la mujer en los casos de Ben Hania y Pahuja, y los conflictos sociales y políticos, en los que se enfocan Chernov y la dulpa de Bwayo y Sharp. Si buscamos la mayor fortaleza de la cinta chilena, podríamos decir que la narrativa que logró construir entre la amenaza de la pérdida de la memoria en el individuo, Augusto Góngora, y en la sociedad chilena, en referencia a la dictadura de Pinochet, es muy contundente. Eso, además de la increíble historia de amor de Góngora con Paulina Urrutia, de la conexión que alcanza con temas tan profundos y poco tocados como la muerte, y de las escenas trascendentales que logra el documental: por ejemplo, el registrar cómo cambian sus ganas de vivir. En definitiva, es una de las favoritas en su categoría.
El caso de El Conde es distinto. Podríamos decir que su nominación es su triunfo, ya que metió su nombre en una lista de películas que seguramente se llevarán otros Oscars a la casa. Hablamos de Killers of the Flower Moon, Maestro, Oppenheimer y Poor Things, todas nominadas a Mejor Película y a la mayoría de los premios “grandes” que entrega la Academia. La película chilena, cuyo director de fotografía es el experimentado estadounidense Edward Lachman, no tuvo una temporada de premios especialmente activa, por lo que esta nominación, así como el premio a Mejor Guion que tuvo en el Festival de Venecia, cumplen con dejarla en un buen sitial a nivel internacional. Para Larraín, en tanto, esta es la segunda vez que una de sus cintas es nominada: antes compitió con No (2012) por Mejor Película Internacional. ¿Sus opciones? Uf. Considerando los competidores que tiene se ve muy difícil, pero todo lo que ha ganado este filme ha sido inesperado. Quién sabe, quizás le quede una sorpresa bajo la manga.
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