Mariana Wainstein, directora de Linda, protagonizada por China Suárez, comparte detalles de su primer largometraje, la difícil situación que vive el cine argentino y el estado de las cosas con el gobierno de Javier Milei: “Hay un discurso de odio inmenso. No se puede abrir el odio como estructura de pensamiento”.
La directora Mariana Wainstein es conocida en el mundo audiovisual argentino: desde su rol como guionista en la popular serie División Palermo hasta sus elogiados cortometrajes Las Hormigas y Error 404. En 2024, la realizadora decidió incursionar en su primer largometraje y estrenó Linda, una producción protagonizada por Eugenia “China” Suárez y otros pesos pesados, que explora las dinámicas de poder al interior de una familia acomodada en Buenos Aires. El filme se presentó en el festival de cine Laliff 2025 y ya se encuentra disponible en Star Plus en Latinoamérica.
En esta historia de 1 hora y 40 minutos, cargada de tensión, pausas y miradas, Linda, la protagonista, llega a reemplazar a su prima en las labores de la casa, provocando una serie de movimientos al interior de su familia. Como dice su nombre, la chica es despampanante, demasiado para lo que se espera de una mucama y por eso provoca cosas desde el primer minuto. No es solo la belleza, también su actitud segura y empoderada en una familia más bien achatada de emociones, sumida en las rutinas y los moldes de su clase.
“Un poco como la estructura de los western, hay una familia, casi como un pueblo y llega un extranjero y ese extranjero revoluciona y da vuelta, pone todo patas para arriba y después se va. Entonces, me interesaba esa estructura porque sentía que hay mucho para contar sobre ese tipo de familias y sobre todo por esta idea de que esconden todo bajo la alfombra”, cuenta Wainstein.
Quizás lo más interesante de la historia es cómo la directora juega con los roles de género. Siguiendo el libreto conocido, los hombres de la casa, Camilo (Rafael Spregelburd) y su hijo Ceferino (Felipe González Otaño), intentan seducir a Linda a lo bruto, con insinuaciones directas, piropos y hasta abusos de poder. Pero en una decisión deliberada, ella los rechaza tajantemente, dejándolos en una posición muy apocada en comparación a los personajes femeninos de la esposa (Julieta Cardinelli) y la hija (Minerva Casero), quienes son al menos correspondidos en la atención de Linda.
“Un poco como la vuelta de tuerca de la película es qué pasa cuando la que es seducida por todos tiene un deseo propio”, cuenta la directora a entrance. “Yo quería que Linda fuera realmente muy enigmática para que hubiera algo muy ambiguo en su forma de moverse. Me parecía interesante volverla muy compleja para que no fuera simplemente bella, que no quedara reducido a la belleza física, sino que es lo que genera en la familia. Es más una cierta incomodidad, algo que los descoloca. Ellos están acostumbrados a que ese tipo de roles de empleadas domésticas son invisibles y utilitarios. Entonces ¿qué pasa cuando esa persona invisibilizada responde a todos los patrones de belleza que tiene esta familia? Hay como una contradicción que me parece interesante”.
Es interesante lo que dices porque no había pensado que la familia podía ser en realidad la protagonista de la historia, más que Linda.
“A mí me costó equilibrar quiénes eran protagonistas, porque claro, parecía que era muy fuerte lo que ella ocasionaba en la familia y como ella tiene tan poco desarrollo, hay algo que uno ve más en la familia. Y para mí era muy interesante eso, mostrar la brecha generacional, cómo están los padres, cómo hay un tipo de relación que ya está establecida donde está totalmente achatado el deseo, no solo sexual, sino los motivos por los cuales uno vive. Como que hay algo muy instalado y se normaliza y la vida sigue y los hijos tienen como ese tipo de crianza que es una crianza con muchas comodidades, con facilidades y que también los aplana mucho”.
La única que tiene una ruptura más visible es Matilda, la hija…
“Que también estaba a punto de seguir la misma historia con el vecino, que es hijo de una buena familia y que estudiaron juntos y que están de novios y de repente ella mira un poco para dentro y dice, ‘bueno, acá hay un deseo que yo tengo’, más allá de si le gustan las mujeres o no, tiene que ver con su propio placer y con dejar de escuchar lo que le dicen que tiene que ser. En relación al hijo, acá en Argentina por lo menos es muy común, estos pibes que tienen de todo y no tienen nada, porque hay como un vacío de deseo enorme, o sea, terminan teniendo años sabáticos porque no saben qué van a hacer de su vida y apenas aparece algo que les interesa, que es esta chica nueva en la casa, las pocas herramientas que tiene son la educación que recibió de este padre, que es tratar de seducirla y volverla un objeto, como ‘te quiero llevar de viaje’, cosas que uno diría, qué antiguo, pero es algo que sigue pasando”.
Después tenemos el rol de Luisa, que en la película termina haciendo lo que uno esperaría de un hombre, pero de un modo algo diferente.
“Me interesaba mucho el lugar de las madres, porque Luisa tiene una hija, pero tiene una distancia inmensa, y por otro lado Linda, que es otro tipo de madre, con un sacrificio distinto, tiene una cercanía mayor, y bueno, son dos mujeres muy diferentes. Una tiene todo y a la vez tiene un vacío existencial y está achatada y la otra tiene muy pocos recursos, pero tiene una fortaleza y una libertad que Luisa no tiene. Si Linda no mostraba algo de interés, quizás hubiera quedado ahí. Pero bueno, hay como un despertar del deseo de Luisa, que tiene que ver con que de repente alguien la mira. Cuando Linda la huele o la mira intensamente, para ella es todo lo prohibido: es su empleada, es mujer y es 10 años más chica. Creo que eso es lo lindo, como este despertar de Luisa, que habla del dejarse atravesar por el deseo, de poder sentir cosas, de tener como una posibilidad de no dejarse achatar por la vida”.
Y el tema de las empleadas domésticas, ¿te interesaba como temática? ¿Querías hacer una crítica social o más bien es parte del universo del personaje, que está más centrado en esto de las dinámicas del deseo?
“Sí, me parece que es un rol súper interesante y pasa mucho también que vienen muchas chicas del interior a trabajar. Yo vivo en la ciudad y había algo que a mí me parecía muy lindo en relación al mito de la difunta Correa, que es sanjuanino, que es de donde ella viene. Y un poco lo que expresa es que ella, Deolinda Correa, atraviesa el desierto, se muere deshidratada, pero amamantando a su bebé lo salva. Entonces cuando encuentran al bebé está vivo y ella está muerta. Y eso es un poco para mí como este sacrificio que hacen muchas mujeres, que atraviesan el país para trabajar en otros lugares y alimentar a sus hijos, o sea, mandarles plata al interior. Bueno, lo que yo quería es que en lugar de morir, Deolinda, como que pudiera satisfacer su propio deseo de mujer. ¿Dónde está parada la madre o la mujer cuando hay tanta responsabilidad en estas mujeres que crían solas a sus hijos, o con otras madres, o con sus tías? Para mí eso era muy interesante, más allá de las empleadas domésticas, sino como este éxodo que hacen muchas chicas y suspenden su vida. Viven en estas casas y no hacen nada más, salen el fin de semana, pero hay algo como de entrega total de la vida a una familia que encima ni siquiera te hace como un espacio. No todas, pero bueno, digo, hablando como más general, así que eso me parecía como muy lindo”.
Bueno, yo no me di cuenta, pero leí después en unos comentarios que Eugenia Suárez está haciendo otro acento, como que está encarnando un personaje que no es de la capital, ¿cómo fue el trabajo con ella?
“Bueno, Eugenia es muy polémica y más ahora, porque siempre está metida en quilombos de parejas y cosas y tiene una carrera actoral muy de televisión, muy distinto a lo que hace en esta película y para mí era un desafío trabajar con ella, porque tiene muchos vicios de la tele. Lo que hicimos fue un trabajo al revés, como muy chiquito, de apagar un montón de luces que tiene, porque de por sí es muy hermosa, entonces era como, bueno, bajemos todo porque ya hay un montón. Y se transformó en algo muy sutil. Yo quería que ella fuera del interior y justo en San Juan, Mendoza, que son unas provincias muy pegaditas a Chile, tienen chicas muy bellas en general, entonces hay algo como de traer esa belleza cordillerana, donde están los viñedos y bueno, está justamente el mito de la difunta Correa, que es sanjuanino, y bueno, el desafío estaba en que tuviera como una pequeña tonada. También pasa mucho que hay muchas chicas que vienen del interior a trabajar y tapan la tonada para que no se sepa que son del interior. Entonces se les empieza a desdibujar y quedan como pequeñas patinadas, o digamos la R, como cositas. Así que sí, fue un trabajo muy minucioso con ella, muy físico y muy de que casi no haga nada, de que mire, ya esa potencia visual que tiene para mí era espectacular”.
En la película, tenemos tres mujeres importantes. ¿Tuviste alguna aproximación feminista en el filme? ¿Qué quisiste decir de ellas considerando cómo ha evolucionado su rol en la sociedad argentina?
“Sí, yo me considero feminista desde el minuto cero, haciendo las cosas que siento y promoviendo el rol de la mujer y tratando de criar a mis hijos con mucho respeto hacia las mujeres. Creo que de por sí ya hay un gran avance y hay todavía muchísimo trabajo por hacer. Es medio inevitable que las mujeres escriban sobre mujeres también porque inmediatamente digo, de toda mi experiencia laboral de trabajar también con muchos hombres, en general hay algo en los roles de las mujeres que es medio inevitable, que ellos no logran tener como una concepción muy profunda. Así que me parece muy esencial que las mujeres escriban sobre mujeres con personajes complejos. Y no poniéndolas ni como buenitas, de hecho, Linda, es muy polémica, pero bueno, también hay mujeres que hacen eso. Entonces, hablar abiertamente de todo eso y en todo caso dejar que la gente tome partido o haga un debate sobre el poder de la belleza, cómo ella cambia los roles de poder en esa casa a través de su belleza, a través de la incomodidad que genera. Todo eso me parece que también está bueno hablarlo, y que no quede únicamente en las mujeres buenas o las mujeres poderosas. Las mujeres tienen distintas líneas de pensamiento. Y creo que sí, que hay que hablar de mujeres y hay que escribir sobre mujeres y hay que ponerlas en el debate”.
Los hombres aparecen en un lugar muy apocado…
“Sí, la peli tiene una tendencia muy fuerte a poner a los hombres en un lugar bastante patético (se ríe), pero bueno, en este caso se da porque sí, porque justo esta familia está representada por estos tipos que, bueno, son así y los amigos son así, es un ambiente donde esto es real, con hombres que lideran estas familias, no se bancan que les saquen ese rol de poder que tienen. Entonces, apenas hay algo que rompe con eso, sacan el problema del medio, la echan, le pegan una patada en el traste a Linda y bueno, Camilo es un tipo muy controlador, ¿no? Tiene esas cámaras en que está todo el tiempo viendo todo y también termina siendo como su gran error mirar tanto”.
Por último, Mariana, ¿tomaste algunos referentes para hacer esta película? ¿Sabes de otros directores que hayan trabajado esta temática?
“Hay algunas películas que tratan esta temática, pero desde un lugar distinto. Teorema, por ejemplo, que muchos me hacen referencia, pero creo que va por otro lado y es otra la búsqueda. A mí me gusta mucho el cine francés y hay algo en François Ozon o Chabrol que tiene esta tensión y este misterio y este clima como de cierto suspenso o búsqueda por generar una idea de que va a pasar algo, pero no se sabe bien qué. Creo que esos tintes, de ese cine francés, fueron un poco una referencia. Por otro lado, para todo lo más sexual, donde hay una seducción, yo quería que fuera muy sutil. No quería ni mostrar el cuerpo, sino que fuera más sugerido que otra cosa. Entonces, busqué un poco de cine asiático, que en general tienen películas muy delicadas y la sexualidad la tratan desde un lugar muy suavecito. Así que sí, fui un poco por esa línea que me pareció súper interesante. Y también salir de lo obvio, de esta chica que está con toda la familia, en lugar de mostrar tetas y dejar ahí como que lo erótico sea más sugerido que otra cosa”.
El complejo momento del cine argentino
Linda fue la única película argentina que se presentó en el festival de cine Laliff en Los Ángeles. Este año, se espera que la participación del país en certámenes internacionales sea aún menor, luego de que el nuevo presidente Javier Milei decidiera cerrar y reestructurar el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), lo que ha dejado la producción de películas y series en serios problemas. Para Mariana Wainstein, el mundo vinculado a la industria audiovisual aún se encuentra procesando los acontecimientos, “medio en shock” y buscando alternativas de colaboración y financiamiento con otros países, aunque lentamente.
“Esto dejó muy en banda a la economía de muchas familias. O sea, el cine era una industria enorme en Argentina, no solo de cine, sino también para la gente que trabaja en series, plataformas, todo. De repente como que se achicó muchísimo la producción. Se fueron a filmar a otros países. Entonces, hay mucha gente que quedó en la nada, y eso hace que tengas que salir no solo a quejarte, sino a pensar de qué forma vas a vivir. Y creo que eso lleva mucha energía y hace que la gente empiece a ver, me voy para este rubro o me corro de acá. Y los que genuinamente tienen un interés de seguir contando y seguir participando, se la juegan quizás un poco más”.
“Pero insisto, es tan difícil porque es tan surrealista este gobierno. Acá hay un canal que se llama Paka Paka, que es del Estado, que es para chicos y que tenía una programación divina con dibujos, historias, demás. Y ahora salió hace unos días un dibujito que es una locura, que es como decís, ‘¿qué es esto?’ De un hombre que dice que no hay que ir a la universidad porque hoy por hoy si tenés una cuenta en YouTube, puedes hacer un montón de plata. Es real, no te estoy mintiendo, es como una cosa que decís, ¿qué es esto? Y eso que Paca Paca es de educación. Entonces están los chicos que dicen, ‘ya no necesito ir a la facultad’, como tirando abajo la educación, realmente es más que surrealista, es como algo que decís, ‘¿esto es real o no? ¿es un sueño?’ Así que ahí vamos, es muy chocante”.
Sí, y eso que en Argentina tienen una buena tradición cultural. No tanto como en Chile, que de repente siento que nos dejamos llevar más por lo que hace Estados Unidos, pero ahí hay una tradición, entonces pareciera que se está atacando eso que está en la esencia.
“Sí, sí, sí. Se está atacando con mucho odio. Ay, realmente no quiero ir a frases hechas, pero realmente hay un discurso de odio inmenso. Y está entrando mucho en toda una generación nueva. Entonces, están los jóvenes, hay muchos jóvenes que vivieron la época del kirchnerismo, que ojo, puedes estar a favor o en contra, yo tengo todas mis ideas, que no son kirchneristas, en relación a Cristina y eso, pero digo, hay algo que no se puede correr tanto, que no se puede abrir el odio como estructura de pensamiento, y acá están haciendo eso duro. Es tremendo, bueno, ni me quiero poner a hablar de política, pero es muy duro, en todos los ámbitos».