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Mentir en nombre de Dios, el cine de Carolina Markowicz

Quién es el verdadero villano en una sociedad que cacarea y cacarea en nombre de la familia, los valores y la religión. Esa es la pregunta que la directora brasileña Carolina Markowicz explora en su primer largometraje, Carvão (2022), presentado recientemente en el Festival de Cine Laliff. El filme cuenta la historia de Irene (Maeve Jinkings), madre y trabajadora de una fábrica de carbón a las afueras de San Pablo, que decide ponerle fin a la vida de su padre, que se encuentra postrado, para acoger en su lugar a un narcotraficante en busca de refugio (César Bordón). Miguel llega interrumpir la vida de Irene, Jairo y su hijo Jean, quienes tampoco son lo que dicen ser en esta pequeña comunidad profundamente católica y chismosa. Para la directora, una metáfora de la hipocresía que se vive en sociedades muy conservadoras, en donde la violencia y la mentira son disfrazadas bajo el lema de la familia y la moral.

Tal como en su cortometraje O Orfao (2018), que recibió la Queer Palm en Cannes y otros festivales, Markowicz cuenta esta historia con humor, ironía y un elenco que encarna con frescura los personajes de su guion. En esta entrevista, nos comparte detalles de la película y sus próximos proyectos.

¿Cómo fue que decidiste juntar esta historia sobre la vejez y la necesidad de hacer dinero?
Bueno, no diría que escogí el tema, sabes . Yo pienso que el tema principal son los llamados “valores” que en realidad esconden la verdadera agenda de las personas. Pienso que todo termina siendo una parábola o metáfora de los seres humanos que estábamos retratando. Irene, por ejemplo, dice que todo lo que está haciendo es por el bien de su padre, pero al final ella estaba tratando de ganarse la vida. Es una crítica sobre cómo las personas necesitan sobrevivir y al mismo tiempo cómo se miran a sí mismas y tratan de buscar excusas para hacer lo que sea que quieran. Es sobre la hipocresía de la gente, que es algo muy presente en todos los seres humanos.

¿Por qué es tan importante hacer este punto hoy en Brasil?
Creo que estábamos viviendo bajo un gobierno muy conservador que quería, por ejemplo, apoyar el uso de armas, y al mismo tiempo argumentan que todo es por Dios y por la familia, entonces, todo se puede hacer en nombre de la familia. Hay una hipocresía que intento retratar en el filme, esta familia debe seguir unida y ellos hacen las cosas más horribles por eso. Es algo que siempre ha estado presente, pero en los últimos años ha sido más fuerte aquí en Brasil. Y en nombre de la familia tu puedes matar, tú puedes hacer lo que quieras. Puedes engañar, puedes tener hijos fuera del matrimonio, cualquier cosa, pero en público apoyas la familia, apoyas a Dios. Todas esas excusas… es realmente bizarro. Y esto es algo muy marcado aquí en Brasil en las zonas rurales.

¿Y por qué decidiste mezclar esta historia con las drogas específicamente? ¿Siempre fue esa la idea o surgió en el proceso de escritura del guion?
Esa siempre fue la idea porque está este cliché de que eso es peligroso, los asesinatos, los narcotraficantes y todo, pero la idea era mostrar esta ironía, de que la familia tradicional, la familia perfecta, puede ser incluso más peligrosa. Porque ellos no son transparentes. No sabes cuáles son sus intenciones. No sabes la verdad. No dejan ver su verdad interior. Entonces, es más sobre hacer este paralelo entre el traficante de drogas y esta familia, que es más peligrosa. Por supuesto no hay una respuesta, pero la idea del filme es provocar más preguntas que obtenerlas.

La directora brasileña Carolina Markowicz explora la hipocresía en la sociedad brasileña utilizando la comedia negra.

Claro, de hecho en la escena en que Irene increpa a Miguel por haber mandado a su hijo a comprarle drogas, él le responde algo como bueno, ‘estoy aquí, tú me trajiste’.
Y yo pienso que él ni siquiera le pidió al chico que le comprara drogas. No vemos eso en la película. Yo creo que el chico era muy inteligente y vio que se le estaba acabando su droga y fue para allá y se la compró. Es decir, todo pasó no por el narcotraficante, sino que porque él estaba ahí. Y estaba ahí porque la familia lo llevó. Es exactamente lo que tú dices… ella estaba culpándolo a él, pero ella es la responsable de todo lo que está pasando en la casa.

¿Siempre pensaste que el personaje del traficante de drogas fuera argentino?
Siempre pensé que fuera un latino porque quería que hablara español, que es un idioma muy parecido al portugués, pero no tan similar. A veces se pueden entender y a veces no, y quería que esos malentendidos en la comunicación estuvieran muy presentes en la película. Cuando quieren entender, entienden, y cuando no, pretenden que no lo hacen. Culturalmente era mucho más difícil para la persona que estaba siendo alojada, tener pocas palabras o sentirse fuera de esta gran casa (o territorio) donde se suponía que debía estar.

Sí, pienso que es buenísima la mezcla de lenguajes en el filme. Me gustó mucho. ¿Y cómo encontraste a este actor argentino, César Bordón?
Había trabajado con él en un cortometraje que hice en el 2016, y nos hicimos muy cercanos. Él es un actor increíble y lo invité a participar desde el primer borrador del guion.

Bueno, y el filme tiene muchos otros elementos que van más allá de la historia principal. Por ejemplo, la relación entre Jairo y su vecino. ¿Por qué decidiste integrar ese tema?
Porque creo que hace todo el sentido hablar sobre la orientación sexual cuando hablamos de hipocresía, especialmente en los sectores conservadores. Es mejor, sabes, 11’31. También quería retratar eso. Todo estaba pasando y era tratado como si no, es decir… esconder a este hombre y hacer todo eso con el niño ahí era tratado de forma más normal que el padre fuera gay, lo que demuestra la hipocresía que se puede dar en entornos conservadores. Es algo muy presente en las zonas rurales, las personas está aterrorizadas de tener a un gay en la familia y todo eso. Entonces, es parte del mismo tema sobre lo que puedes mostrar y lo que no, de acuerdo a los valores de la familia y Dios.

¡Alerta de spoiler!

También tenía curiosidad de la escena de Firmino, en el horno. Que es muy potente. ¿Por qué elegiste ese final para él?
Esto es curioso porque la película se llama Carbón (Carvao en portugués), pero al comienzo no iba a hablar de eso ni iba a estar ambientada en una fábrica de carbón. Era la misma historia, con la casa, lejos de la ciudad, pero no tenía nada que ver con el carbón. Resultó que encontramos una locación increíble, y luego yo adapté el guion para usar este motivo. Me pareció que era muy interesante visualmente y potente, como… una manera interesante de mostrar la banalidad de matarlo, como si fuera un pedazo de naranja (13’47) tirado a la basura. Como si ni siquiera fuera una persona. Cero cuidado, pero era importante mostrarlo porque al mismo tiempo Irene estaba diciendo que esto era lo mejor para él y todo eso. Es una ironía de nuevo sobre la familia

Las otras muertes de la película también son bien crudas.
Sí, creo que la muerte en un mundo violento se ha vuelto algo muy banal. Es como el final de la película, que este hombre ya no está funcionado así que lo matamos. Es como una solución fácil porque es banal, porque la violencia hace que las cosas que no deberían ser banales, lo sean.

Fin de los spoilers.

En el Q&A de la película que se hizo en Laliff hablaron mucho del chico, y cómo la película se benefició de tenerlo al provenir del mismo lugar en donde estaban filmando.
Sí, primero que todo creo que la película se benefició de tener a un muy buen actor, independiente de dónde provenga, o no por eso. Su naturalidad le aportó verdad al filme. Es orgánico, es real. Él estaba muy familiarizado con ese ambiente y eso nos ayudó mucho y a todos en la película, a traer algo de naturalidad, en la manera de lidiar con los animales y la fábrica de carbón. Él sabía cómo hacer todo eso. No tenía que ensayar y eso ayudó a todos porque cuando alguien es tan natural todos sienten que tienen que ser así también para no estar fuera de tono.

¿Estás interesada en seguir indagando en estos problemas sociales?
Sí, sí. Siempre me gusta mezclar los problemas sociales con el humor negro y la hipocresía. Creo que son las cosas que más me interesan, sin duda.

¿Estás trabajando en una nueva película?
Ahora estoy terminando mi nuevo filme llamado Peaje (Pedagio en portugués), que va ser presentado a fines de este año. Y ahora estoy empezando a escribir mi nuevo proyecto.

Buenísimo, así que muchas cosas pasando. Para terminar, ¿qué te parece el cine latinoamericano en este momento?
Creo que tenemos una muy buena variedad de películas y voces muy interesantes. Me gusta mucho la crudeza de nuestro cine al mismo tiempo. Me gusta la idea de romper las expectativas respecto a lo que es una película de Latinoamérica. No creo que debamos ser exóticos todo el tiempo, me entiendes. Es importante que nos apeguemos a nuestras ideas y nuestros tonos porque tenemos nuestra propia atmósfera aquí, nuestros propios problemas y cosas. Son muy únicos y en un cierto punto eso crea voces muy interesantes.

Crédito foto: Gareth Cattermole

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