Wonka

Wonka: La versión más dulce del mago de los chocolates

El director británico Paul King parece haber encontrado la fórmula perfecta para la película familiar contemporánea. Lo demostró primero con Paddington (2014), el filme sobre el querible oso detective, luego con Paddington 2 (2017), y ahora con Wonka (2023), la precuela de la historia que hemos visto en el cine en dos oportunidades, primero en 1971 con Willy Wonka y la fábrica de chocolate, de Mel Stuart, y luego en 2005 con Charlie y la fábrica de chocolate, de Tim Burton. King señaló en NPR que el filme se sitúa 25 años antes de lo que vemos en las mencionadas cintas, y que su mayor motivación fue “tomar ese espíritu de generosidad que existe en el corazón de Willy Wonka”.

Ciertamente ese espíritu queda reflejado en el personaje que interpreta Timothée Chalamet (Call Me By Your Name, Dune), una versión de Willy Wonka muy diferente a las que conocíamos. En las cintas previas este personaje es un adulto de mediana edad, que consiguió el éxito con su empresa de chocolates y que vive alejado de la sociedad, mientras que en la nueva película es un joven humilde y lleno de ilusiones que disfruta de sus amistades y que está decidido a iniciar su chocolatería, inspirado por el recuerdo de su madre. En cuanto a su personalidad, el Wonka de Gene Wilder en la cinta original es medio loco, a ratos agresivo y más preocupado por su fábrica que por los niños que la visitan; mientras que el de Johnny Depp baja algunos niveles en agresividad, pero suma varios más en cinismo y frialdad. El de Chalamet mantiene las dosis de magia –está todo en su sombrero– y amor por el chocolate de sus predecesores, pero escapa de casi todos los rasgos oscuros: es amable, alegre, optimista y buen compañero. Además, canta y participa en atractivos números de baile. En una palabra, es encantador.

 “La película es sincera. Son los filmes que necesitamos hoy, y que te dejarán con una sonrisa en el rostro”, comentó Chalamet a Vanity Fair. La crítica sin duda que ha estado de acuerdo con esta afirmación. Y nosotros también. Una prueba fue la reacción de los niños en la sala donde vimos la cinta, quienes rieron y terminaron jugando y corriendo sin esperar llegar a casa. King profundizó en NPR sobre el ángulo que escogió para la película: “Estaba muy interesado en la manera en que le decimos a los jóvenes que si sueñas, tienes talento y trabajas duro, todo se va a hacer realidad. Pero el mundo no siempre es así. Y pienso que lo más encantador de la actuación de Timothée (Chalamet) es ver a alguien que descubre que el mundo es más difícil, más duro de lo imaginado, y luego tiene el coraje de hacer algo para cambiarlo en vez de resignarse”.

Aunque positiva y disfrutable, no es que la película no plantee contratiempos. Como indica el realizador, Wonka se ve enfrentado a un ambiente hostil desde el inicio del filme. Por no tener dinero y ser demasiado confiado, cae en la trampa de Mrs. Scrubitt (Olivia Colman) y Bleacher (Tom Davis), quienes integran a Willy al grupo de rehenes-trabajadores que limpian su hotel de mala muerte sin recibir un peso a cambio. Y luego, por ser un emprendedor sin contactos ni experiencia, el poderoso trío de empresarios chocolateros liderado por Slugworth (Paterson Joseph), coludido con el glotón jefe de policía (Keegan-Michael Key), le hacen la vida imposible sin ocultar su mayor ambición: hacerlo desaparecer. Pero Willy sabe trabajar en equipo, y eso le permite escapar de los escenarios más peligrosos junto a amigos como Noodle (Calah Lane), Abacus (Jim Carter, reconocido por su papel de Charlie en Downton Abbey), Lottie (Rakhee Thakrar, la profesora de Sex Education), Piper (Natasha Rothwell, antes Kelli en Insecure) y el exhumorista Larry (Rich Fulcher), un elenco cuya química es uno de los puntos más altos del filme.

Otro personaje que colabora en la misión de Willy, aunque por sus propios intereses, es el Oompa-Loompa interpretado por Hugh Grant. Este pequeño anaranjado y de pelo verde, muy similar a los que vemos en la película de 1971, sigue la tradición de sus anteriores apariciones, replicando la famosa canción (“Oompa-Loompa doompa de do”) y también el baile, esta vez con una expresión seria que contrasta con sus acciones. En declaraciones recogidas por el Metro, el actor inglés indicó que hacer este papel fue “como una corona de espinas, muy incómodo”, por la cantidad de cámaras y aparatos con los que debió interactuar para facilitar el trabajo posterior de animación. “Hice un gran escándalo al respecto, no lo pude haber odiado más”, agregó con una seriedad digna del propio Oompa-Loompa.

Llena de colores, música y chocolate, Wonka es una grata experiencia cinematográfica que ya ha acumulado más de $400 millones en las salas de todo el mundo. La película tiene buenos giros dramáticos –varias veces todo parece perdido– y es divertida, especialmente gracias a Chalamet, al Oompa-Loompa de Grant, al policía de Key, y al Padre Julius, interpretado por el siempre gracioso Rowan Atkinson (Mr. Bean). El rol de la magia y el situarse en una época antigua de Europa hacen recordar a Mary Poppins, otro exitoso musical que resurgió hace pocos años. Y, además, el final abre el apetito para una secuela que haría surgir varias interrogantes. ¿Se convertirá el Wonka de Chalamet en uno más loco y extravagante como los que conocíamos? ¿Funcionará la historia del boleto dorado con este Wonka más dulce y generoso? Habrá que esperar.  

Crédito de la imagen: Warner Bros. Pictures

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *