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La ganadora de Sundance vuelve la vista a la realidad

A fines de marzo se estrenó en cines A Thousand and One, la ópera prima de la directora estadounidense A.V. Rockwell y una de esas películas que los fervientes del cine independiente temen que sea desplazada por los grandes éxitos de taquilla, según describió la periodista Taylor Antrim, de Vogue.

La cinta ganó el Premio del Jurado en Sundance –tal como Coda o Minari en años anteriores– y ha sido elogiada por la gran actuación de su protagonista, Teyana Taylor, quien en 2022 anunció su retiro de la música para dedicarse a la actuación. En el filme, esta interpreta a Inez, una madre soltera que decide llevarse a su hijo luego de que éste es agredido por su familia de acogida. Juntos inician una vida en el Harlem de los años noventa. Mientras cambian sus habitantes y crece la hostilidad hacia la comunidad negra, Terry e Inez aprenden a ser una familia, a pesar de los engaños del pasado.

La historia es muy simple y quizás por eso se siente distinta a las producciones más recientes. No es una distopía, ni una comedia de ciencia ficción. A Thousand and One vuelve a tomar la realidad como materia prima: la mayoría de las escenas están filmadas en un departamento, con primeros planos de sus personajes en escenas cotidianas y un ritmo pausado. En términos temáticos se adentra en el universo de filmes como Moonlight (2016) o The Pursuit of Happyness (2006), en donde los vínculos familiares, la dureza de la calle y la supervivencia son temas que marcan a sus personajes.

En este filme en particular nos sumergimos en el viaje de un personaje femenino, lleno de sutilezas y contradicciones. Vemos cómo va cambiando su hogar y los cuerpos de cada uno a medida que pasa el tiempo, vemos cómo cambia el barrio –cada vez más hostil hacia la comunidad negra– y cómo cambia la relación entre ellos, cuando Inez se casa con Lucky (William Catlett). Hay en esas escenas espacio para pensar en el rol del padre.

“Ella es una fuerza de la naturaleza”, dijo la directora en una entrevista y esa presencia de Taylor es una de las cosas que más han destacado los críticos del filme. A pesar de que ella debería sentirse indefensa o abatida, siempre está peleando por los demás. Nunca la vemos trabajando como empleada de limpieza: “Pero, ¿quién cuida de ella?”, se pregunta Rockwell. Justamente, la idea de la película era plantear esa pregunta y celebrar la vida de las mujeres negras, dice la directora, quienes a menudo han sido incomprendidas.

Cada uno de los detalles del maquillaje y vestuario de Inez le dan coherencia a su personaje, terco, amoroso, resistente. “Como una rosa que crece en el concreto”, como bien describe Taylor en una entrevista. “Una rosa que crece en el cemento y se esfuerza por hacer que su barrio se sienta orgulloso”.

La actuación de Terry cuando pequeño (interpretado por Aaron Kingsley) es otro de los puntos fuertes de la película. Las escenas amorosas entre ambos, los momentos en que espera largas horas en su casa a que ella regrese. Si pudiera elegir una canción que los define sería “Never Would Have Made It”, de la propia Taylor.

Cuando no se enfoca en lo privado, la película muestra grandes planos de Harlem y la ciudad de Nueva York. Los colores que recuerdan una estética antigua, los cambios en el barrio y el paso del tiempo. A.W. Rockwell dijo en que la idea de esta película surgió de la gentrificación que ha sufrido la ciudad, donde ella y Taylor crecieron. “Ver cómo las familias negras han sido empujadas a abandonar ciertos barrios… fue una urgencia que necesitaba mostrar”. Y, sobre todo, lo que significa formar un hogar, incluso cuando los vínculos no son de sangre.

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