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Eric: Enajenación y suspenso en lo nuevo de Benedict Cumberbatch

Benedict Cumberbatch nos tiene acostumbrados a personajes intensos: desde el iracundo Phil Burbank en El poder del perro (2021) hasta el apasionado y retraído Alan Turing en El código enigma (2014), el actor británico tiene la capacidad de encarnar emociones complejas sin decir demasiado, bastan su mirada y la tensión de su rostro. El último cortometraje de Wes Anderson, La maravillosa historia de Henry Sugar, ganador del Premio Oscar en 2024, es una prueba literal de ello: en los 39 minutos que dura el corto lo vemos casi todo el tiempo acostado sobre una cama, mirando el techo y rígido para no despertar a la serpiente que lo acecha. Casi sin palabras logra mantener el suspenso, la tensión, las ganas de seguir viendo.

En Eric, la serie de Netflix estrenada a fines de mayo, vemos una versión completamente deslenguada de Cumberbatch. Hablador, elocuente, creativo y, sobre todo, al borde de la locura, su personaje Vincent es el creador de un popular programa de televisión para niños llamado Good Day Sunshine y vive junto a su esposa Cassie (Gaby Hoffman) y su hijo Edgar (Ivan Howe), quien tiene sentimientos de amor y odio hacia su padre y desaparece al poco andar del primer capítulo. 

Antes de que Edgar desaparezca ya tenemos una idea de quién es este personaje. Extremadamente creativo, al punto de ser despótico con sus compañeros de trabajo e incluso con su hijo. Adicto al alcohol y agresivo con su esposa. Problemático cuando las cosas no salen como él quiere. Por eso, cuando su hijo desaparece, todo aquello que estaba tambaleando termina por derrumbarse sin más. Mientras Cassie conversa con la policía, reparte volantes de su hijo y lo espera pacientemente en casa, Vincent se convence a sí mismo de que Eric, el personaje que su propio hijo había creado para el show, y que él nunca consideró, es la respuesta para todo.

Lo que comienza como un plan para encontrar a Edgar se convierte en un viaje por la mente de Vincent. Eric, el personaje que estaba en los dibujos y pertenencias de su hijo, se convierte en un muñeco real que comienza a seguirlo, molestarlo e incluso a hablarle a donde quiera que él va. Para los ojos de los demás es como si estuviera perdiendo la cordura, pero para nosotros la aparición de este personaje hace que la serie se convierta en una especie de comedia negra, desde la cual podemos ver los demonios y debilidades del personaje.

Por lo general, Eric siempre le lleva la contraria a Vincent. Lo pone a prueba, lo desafía y con este recurso vemos cómo el personaje de Cumberbatch hace su viaje a lo largo de la serie. Uno que se vuelve más y más oscuro a medida que pasan los capítulos. En un momento, Vincent llega a vivir en la calle, en las líneas del Metro, y quizás este sea uno de los elementos más interesantes de la serie: el contraste entre lo que muestra Good Day Sunshine, el sueño americano, la familia tradicional y la aparente felicidad de los niños, versus la realidad de miles de personas marginadas, que poco espacio tienen en las ficciones de televisión.

Con este gancho vemos dos tramas en paralelo: la búsqueda de Edgar por parte de la policía y el viaje de Vincent junto a Eric para encontrarlo. Uno de los personajes más interesantes, además de Cumberbatch, es el del detective Michael Ledroit, interpretado por McKinley Belcher III, quien asume la tarea de hallar a Edgar y desafiar a sus superiores con tal de encontrar la verdad. Además de sus labores como detective, el show nos muestra la relación amorosa que tiene con un hombre, quien ahora se encuentra atravesando una enfermedad terminal, aparentemente SIDA, y cómo debe vivir con su homosexualidad en un entorno súper restrictivo. 

El giro dramático que vive Michael es otro de los mejores logrados, junto al de Vincent, aunque no sin algo de cliché hacia el final. Quizás por ese sabor a fórmula probada que queda demostrado en el epílogo, la originalidad que nos había sugerido Eric con la integración de este personaje irreal se queda un poco corta. Todos los hilos parecen resolverse demasiado perfectamente, sin embargo, ofrece algunas reflexiones interesantes sobre las contradicciones de la sociedad americana: un exitismo desenfrenado, un gusto por las apariencias, una soledad en los niños, a pesar de Disney y los cuentos que ofrecen programas como Good Day Sunshine. Benedict Cumberbatch, por otro lado, brilla absolutamente.

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