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The Last of Us: Yo y los míos contra todos

Los elogios han llovido sobre The Last of Us, la serie de HBO que tiene como uno de sus creadores a Neil Druckmann, también director del videojuego en que se basa el show. Se le ha resaltado como la mejor adaptación de un juego de video a la televisión. Ha sido, también, el eslabón definitivo en el camino al estrellato mundial del chileno Pedro Pascal. Y la semana pasada, el otro creativo responsable de la versión televisiva de esta historia, Craig Mazin, dio a entender a la revista GQ que The Last of Us: Part II está pensada para pasar a la tv no en una sola temporada, sino que en dos o tres –la próxima se estrenaría a fines de 2024 o principios de 2025, dijo Bella Ramsey en The Jonathan Ross Show–. ¿Qué hizo de esta serie uno de los imperdibles de 2023? Aquí proponemos algunos motivos. 

Alerta de hongo-zombies
Tal como en El vasto territorio, la novela de Simón López Trujillo (lee su entrevista aquí), The Last of Us es primero que todo la historia de un mundo distópico donde los hongos se apoderan de los seres humanos, en este caso a través de una infección que se contagia por medio de mordidas. Así, los villanos –los primeros villanos, al menos– son los contagiados, una especie de zombie con aspecto monstruoso cuyo vampiresco objetivo es morder a quienes aún no se unen a su especie. Por otro lado están los sobrevivientes, entre quienes destacan, por supuesto, Joel (Pascal) y la joven inmune a los hongos, Ellie (Ramsey), cuyo arriesgado periplo observamos durante toda la temporada. 

Uno de los puntos fuertes de la serie está, precisamente, en la lucha por esquivar la constante amenaza de estos seres, empresa que, a diferencia de lo que se podría esperar en un inicio, no ocupa el mismo protagonismo en todos los capítulos. Destaca, por supuesto, el shock del comienzo del caos en el episodio 1, donde queda claro que el peligro puede estar en cualquier parte. También el episodio 2, donde Joel, Ellie y Tess (Anna Torv), integrante del equipo en sus primeros pasos, entran a The Bostonian Museum y deben sobrevivir al enfrentamiento con dos zombies del mundo fungi. Una escena de horror de diez minutos que, por su tenso silencio –los villanos no pueden ver, pero sí oír–, hace recordar los mejores momentos de la franquicia post-apocalíptica A Quiet Place (John Krasinski). La siguiente escena, en la State House de Boston, muestra el primer ataque masivo de los contagiados: aquí el suspenso llega a su clímax mientras pensamos: ¿podrá contenerlos Tess? El siguiente ataque masivo llegará en el episodio 5, donde las víctimas no serán Joel y Ellie, sino que quienes intentaban atraparlos, un grupo revolucionario con base en Kansas que recibe la furia de los hongo-zombies, quienes muestran aquí un nivel de poderío que no se había visto ni se vuelve a ver en la temporada. De aquí en más, los mayores enemigos no vendrán del mundo fungi, sino del humano. 

La pérdida inminente
Otro de los puntos muy bien aprovechados por la serie es la posibilidad siempre presente de la muerte. Donde más se profundiza este aspecto es en el episodio 3, donde perdemos de vista por un momento a Joel y Ellie, para quedarnos con Bill (Nick Offerman) y Frank (Murray Bartlett). Este capítulo brilla por el desarrollo de la personalidad de Bill, a quien conocemos como un hombre rudo, calculador y solitario, pero que con el correr de los minutos va mostrando su lado más sensible y romántico; por la evolución de la relación entre Bill y Frank, marcada por los saltos temporales que parecen ir fortaleciendo su amor, a pesar del aislamiento y las diferencias; y por la manera en que estos entrañables personajes enfrentan el insoslayable ocaso de la vida, aceptando la partida del otro y apostando por dejar el mundo en sus propios términos. 

Aunque los episodios 7 y 8 no se centran exclusivamente en el drama, como sí lo hace el capítulo de Bill y Frank, de todas maneras en estos predomina el componente de la tragedia. El primero se enfoca en un flashback a la vida de Ellie previo a conocer a Joel. La vemos en la escuela militar de FEDRA (institución del gobierno) y luego compartiendo una noche con su mejor amiga, Riley (Storm Reid), quien escapó de este centro para unirse a los rebeldes de The Fireflies. Dado que a Riley le fue asignada otra ciudad para servir, esta noche es entendida como una despedida, lo que les permite disfrutar del abandonado mall en el que pasean y juegan, pero con algo de sufrimiento y rabia, comprendiendo que el adiós se acerca con cada minuto que pasa. El beso que se dan cerca del final nos hace conocer un poco más a Ellie. La fuerte carga de emoción aquí se mezcla con el suspenso de saber que hay una criatura que está constantemente al acecho de las jóvenes, como nos lo hace saber la cámara en distintos momentos. Una vez que la criatura logra su cometido, vemos un paralelo entre lo que siente Ellie por el contagio de Riley, y lo que siente en el presente ante la posibilidad de perder a un Joel que está herido. Una comparación reveladora del cambio en la relación entre ambos –fría y conflictiva en un inicio– y que será correspondida en los capítulos siguientes. 

Por ejemplo, en el capítulo 8 Ellie cae en las garras de David, el líder religioso de una comunidad de sobrevivientes que por casualidad se encuentra con la joven. El episodio junta el drama de este encuentro, con el horror y el suspenso del peligro que corre Ellie: nos enteramos de que este grupo suele torturar humanos y practicar el canibalismo. La acción aquí corre por parte de Joel, quien, cómo no, recupera su salud justo a tiempo para batallar con los discípulos de David e ir al rescate de su compañera de viaje. Aunque hasta aquí sabíamos de sobra las habilidades de defensa y ataque del personaje de Pascal, en este capítulo su crueldad alcanza otro nivel, torturando y matando sin compasión. Todo por Ellie. 

Sin piedad con el otro
El final de la primera temporada de The Last of Us deja abierta la pregunta: ¿Quién es el villano en esta historia? ¿Son los hongo-zombies? ¿Son los de FEDRA? ¿Son The Fireflies? ¿O son los personajes con los que nos hemos identificado? De manera brusca, los protagonistas de la serie llegan al desenlace prometido, el lugar donde Ellie queda en manos de The Fireflies para intentar transformar lo que la hace inmune en una cura para el resto de la humanidad. La parte que Joel no sabía y nosotros tampoco, era que no estaba en los planes que la joven sobreviviera, lo que, tal como en el capítulo 8, activa en Joel un afinado instinto asesino que se expresa en un festival de disparos y muertes que consigue el resultado esperado, salvar a Ellie de una muerte prematura. Eso, por un lado. Por el otro, el mundo perdió la posibilidad de la cura. ¿Cuál era la mejor opción? ¿O la menos mala? 

La serie nos invita a ver la vida desde los ojos de Joel, el sufrido padre soltero que pierde a su hija Sarah, que luego pierde a su pareja, que está lejos de su hermano (con quien se reencuentra en el episodio 6) y que no puede, ¡no puede!, volver a perder a la persona que más quiere. “La existencia está conectada al amor que sientes hacia una relación en particular –tu hijo, tu pareja– y ¿perder eso? Algunas personas no son capaces de aplicar un pensamiento racional a ese tipo de pérdida, o a la posibilidad de esa pérdida, o la posibilidad de pasar por esa pérdida nuevamente, ¿no? (…) Eso es lo que te hace humano e inhumano”, dijo Pascal al respecto en entrevista con Wired, reflexionando sobre lo complejo que es plantear un juicio frente a alguien que está en la situación de su personaje. Ellie, por otro lado, también está herida: perdió a su madre al nacer, creció sin un padre, perdió a su mejor amiga –y su amor– en manos de los hongos malditos, y también se quedó sin su amigo Sam cuando florecía la amistad (episodio 5). Así, claro, no está dispuesta a perder a Joel. Pero, ¿y la cura? ¿Y el resto? No le vamos a pedir a ellos que piensen en eso. Tampoco el jugador del videojuego, quien tiene en sus manos el destino de estos personajes, y no de los demás. Pero nosotros, la audiencia de la serie, sí tenemos una distancia para pensarlo. ¿Estamos por el bien de nosotros y los nuestros? ¿O estamos por el mal menor? ¿Si el bien común me afecta, estoy dispuesto a aceptarlo? ¿Valdría la pena aceptarlo? El enfrentarnos a estas preguntas es otra de las fortalezas de The Last of Us, una que seguro tendrá más capas en las temporadas que vienen. Por mientras, al fin, Joel y Ellie están fuera de peligro.

Photo credit: Photograph by Liane Hentscher/HBO 

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