¿Cuál es el propósito de tu vida? No sé si hay una pregunta más difícil que esta. Sebastián Silva, el personaje de la película Rotting in the Sun (2023) que dirigió el propio Silva (el verdadero, digamos) y que coescribió junto a Pedro Peirano, parece tener una respuesta: ninguno. Es lo que nos deja saber la cinta en sus primeros minutos, donde vemos a un adulto joven, cineasta y pintor, que es dependiente de las drogas y de su teléfono celular, y cuya relación más cercana es con su perro Chima. El Silva del filme, quien no tiene dinero, pero a quien evidentemente no le falta nada material, está obsesionado con la muerte, o aburridísimo de la vida, y le vive dando señales al mundo de que ya no quiere más. La historia, la sátira, comienza aquí, en el vacío que siente este protagonista apático pero tierno –en el buen y el mal sentido–, cuyo deseo por desaparecer desencadena accidentalmente una historia de suspenso, oscura, que nunca deja la comedia completamente atrás y que ha cautivado a la crítica: «por ejemplo, está nominada a Mejor Edición, Mejor Actuación de Reparto y al premio John Cassavetes en los Film Independent Spirit Awards, a celebrarse el 25 de febrero.
El experimento que propone Silva (La nana, Nasty Baby) traslada a la pantalla grande varias situaciones que corresponden a la realidad del propio director, pero bajo el ácido manto que caracteriza su trabajo. Por ejemplo, tal como su personaje, en los últimos años él ha incursionado en el mundo de la pintura y ha vivido en Ciudad de México, donde se filmó la película. No solo eso: el departamento donde esta transcurre es exactamente donde él vivió. El sexo que vemos en la película –que no es poco– es real. Y los personajes más relevantes aparte del propio Silva pertenecen, también, a personas de carne y hueso: Mateo Riestra, dueño del edificio, hace de sí mismo; Catalina Saavedra (“La nana”, “El castigo”), quien prácticamente irrumpe como protagonista de la cinta a poco andar, tomó su personaje de Señora Vero desde la verdadera empleada doméstica que trabaja para Mateo; y Jordan Firstman, reconocido influencer estadounidense que cuenta con más de 800 mil seguidores en Instagram, también se interpreta a sí mismo, siendo su cuenta en esta red social uno de los elementos clave en el filme.
Son los personajes recién mencionados, de hecho, los que nos revelan la profundidad del extravío del protagonista. Vero lo ve echado en la cama, quemando el tiempo viendo videos absurdos en su teléfono y drogándose, lo que parece generarle una tristeza leve, un no saber qué hacer. Ella tiene una familia grande que la motiva a trabajar, a ganarse el dinero cada día, a soportar los malos tratos y las salidas de madre de sus jefes. Él, en cambio, no tiene que hacer ninguno de esos esfuerzos, pero tampoco parece tener nada por qué esforzarse. ¿Qué lo motiva? ¿el dinero? ¿dinero para qué? Vero puede dar una respuesta a estas preguntas, pero Silva –y muchos en su generación y las que le siguen, podría apostar– podrían atascarse en un nudo intentando contestarlas. Es más, quizás por la misma fobia a esas interrogantes, Silva medita consumir Pentabarbital, una droga que los veterinarios usan para matar animales y que también puede provocar la muerte, sin dolor, a humanos.
Firstman, en tanto, conoce al director cuando este casi se ahoga en una playa nudista gay mexicana. El influencer es un admirador de su cine y quiere que trabajen juntos en un nuevo proyecto, lo que en un principio es mirado con resistencia por Silva. Sin embargo, su insistencia y, sobre todo, el dinero que tiene, convencen al cineasta de asociarse con él. La relación funciona como una de polos opuestos: mientras Silva se imagina caminando bajo una nube negra, Firstman avanza por la vida bajo un sol radiante. El filme nos muestra a un personaje superficial, ligero, podríamos decir, que se gana la vida subiendo videos básicos y fotografías sexis o graciosas a Instagram, pero al mismo tiempo a un hombre feliz y activo, que disfruta la vida aun cuando entiende que esta tiene un lado sombrío, que es auténtico y positivo sin darle muchas vueltas al absurdo que lo rodea. ¿Es, entonces, Firstman un buen ejemplo? ¿una muestra de que el hombre privilegiado puede vivir la vida sin culpa? Queda a juicio de cada espectador.
Un accidente a medio camino cambia el rumbo de la historia. Pasamos de los pensamientos sobre la muerte a un tema serio, policial, donde Vero se ve metida en un entuerto que le complica la vida de manera brutal. Pero, muy al estilo del director, esta parte llena de suspenso y drama está también rodeada de humor negro. Una trama de tono hitchcockiano, como ha señalado el propio Silva, en la que Firstman se transforma en un improvisado detective. Aquí destacan las actuaciones de ambos: de hecho, Saavedra fue reconocida con el Premio Caleuche a Mejor Actriz en Chile y está nominada a un Spirit Award, donde competirá, por ejemplo, con Anne Hathaway. En resumen, una película innovadora que pone muchos temas sobre la mesa, que distorsiona la realidad para hacernos pensar, y que, además, desafía los códigos del sexo en el cine: la cinta pone muchos penes en pantalla, incluyendo masturbación y sexo oral, lo que de seguro incomodará a algunos, lo que podría hacernos reflexionar por qué no nos pasa lo mismo cuando vemos el cuerpo femenino.
En una entrevista con MUBI Podcast hace algunos meses, Silva comentó: “Es tan fácil reírse de quienes no piensan como tú (…) de los republicanos, o de los conservadores, o de personas muy locas de derecha. Especialmente para la audiencia que va a ir a ver mis películas. Probablemente el 95% de ellos piensa como yo. Entonces, por qué no, en vez de basurear lo obvio, basurearme a mí mismo”. Sin dudas, el director chileno logra su cometido, riéndose de sí mismo y del resto de sus personajes sin pudor, poniendo en cuestión el modo de vida de las generaciones menores a los 50 años que viven –vivimos– pendientes de las redes sociales y que esquivan con facilidad las preguntas fundamentales, relacionadas al propósito, a la justicia, a las prioridades. “No estamos dispuestos a sacrificar nuestra comodidad para ayudar a otras personas. Eso es una realidad para todos quienes tenemos más dinero que otra persona. Y esa parece ser la naturaleza humana”, dijo también el cineasta, invitándonos a mirarnos en el espejo. ¿Le aceptamos la invitación?
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Crédito de la imagen: MUBI