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Matías Bize: Los mil y un desafíos del rodaje de «El castigo»

La intensidad dramática de El castigo (2022) es tal que uno puede llegar a pasar por alto el logro técnico que hay detrás. Desde el inicio, la cinta nos hace seguir de cerca los pasos de Ana y Mateo, los personajes de Antonia Zegers y Néstor Cantillana, quienes acaban de dejar botado a su hijo Lucas en el bosque como reprimenda por su comportamiento. Estamos con ellos en el auto y luego en la naturaleza, mientras se va anocheciendo y el peligro de no volver a encontrarlo retumba cada vez más fuerte. Nuestra posición como espectadores es tan privilegiada, y las actuaciones tan potentes, que ni pensamos en cómo fue que el filme nos arrastró con su ritmo y nos hizo sentir casi como un actor más, uno que solo observaba, pero que estuvo con ellos cada segundo. Imposible imaginar que detrás de la cámara, del plano secuencia que nos mantiene hipnotizados por una hora y veinte minutos, hubo una cuncuna de siete personas, incluyendo a director, Matías Bize, que se movía por entre los árboles, retrocedía, saltaba y se agachaba según lo que exigía el bosque Quillín, donde se rodó el filme.

Aquí les compartimos parte de la entrevista que le hicimos al realizador chileno hace algunos meses sobre El castigo, película que este viernes se estrena en cines de México, y que en Chile se puede ver en Onda Media, y en España en Filmin.

En la entrevista que te hicimos sobre Mensajes privados nos contaste que pensabas grabar primero El castigo, que estaba todo listo, pero que la pandemia hizo que las cosas cambiaran a último minuto. ¿Nos puedes detallar cómo fue eso?

“Sí, El castigo es una película que veníamos trabajando hace mucho tiempo, cinco o seis años. Nosotros teníamos fecha para rodarla en abril de 2020, justo cuando partió la pandemia. Estábamos a tres días de irnos al sur a rodar. La película estaba muy ensayada. Y estábamos en un ensayo en casa de Antonia Zegers, con ella y con Néstor Cantillana, y de repente Antonia nos dice ‘oye vieron lo que está pasando en Italia’, y nosotros como ‘no’, y ella muy informada diciéndonos ‘oye, esto es lo último que vamos a hacer antes de que se cierre todo’, y nosotros como no entendiendo nada. Tres días después la película estaba suspendida. Fue muy rápido, teníamos que tomar la decisión de si irnos o no al sur, pero también venía parte del equipo de Argentina –la película es una co-producción con Argentina–, y se cerraron las fronteras. Entonces, si nos íbamos al sur, no iba a llegar la cámara y nos iban a faltar algunos técnicos, que viajaban desde allá, así que hubo que posponer. Ahí se pospuso un año, para marzo de 2021, y fue muy loco, porque en la nueva fecha se vuelven a cerrar las fronteras y se vuelve a suspender. Ahí nos corrimos otros seis meses, hasta octubre, que fue la tercera y la vencida. Entonces la película se pospuso un año y medio y finalmente fue a favor. Estábamos un año y medio más grandes, la película permaneció en nosotros, maduró, y yo entre medio hice Mensajes privados, donde también están Néstor y Antonia”.

El filme ha tenido una muy buena recepción. Ha acumulado premios como, por ejemplo, Mejor Película y Mejor Actriz en el Festival de Beiging, Mejor Director en el Festival de Málaga, Mejor Guion en el Festival de la Provincia de Buenos Aires, Película del Año según el Círculo de Críticos de Arte en Chile, entre muchos otros. ¿Cómo recibes estos reconocimientos?

“Ha sido increíble lo que ha pasado y ha estado pasando con la película. Claro, hay mucho premio y reconocimiento, buenas críticas, y también nos ha tocado mucho presentar la película en conversatorios, compartir con el público, en Chile lo hicimos mucho. Es muy bonito, más allá de los reconocimientos, ver que la película empuja a una conversación, cómo se devuelve a los espectadores. Es loco, porque en los conversatorios vamos a hablar de la película y finalmente terminamos escuchando a la audiencia, y eso es emocionante también, la gente se abre, le llega muy fuerte a las mamás, también a los papás, a los hijos, la película abre y empuja conversaciones, y eso es lo que más nos ha sorprendido”.

¿Cómo describirías brevemente la trama de la cinta?

“Es la historia de una pareja a la que se le pierde un hijo en el bosque. Quizás está en un cáscara de un thriller, pero finalmente la película termina siendo un drama sobre la pareja, la maternidad, y sobre cómo nos organizamos como familia en la crianza de nuestros hijos”.

¿Cuál es la inspiración detrás del filme?

“Coral Cruz es una tremenda guionista española. Ella fue consultora de guion en La vida de los peces (2010), La memoria del agua (2015), En tu piel (2018), y teníamos muchas ganas de trabajar con ella como guionista. Coral me propone la idea de una pareja a la que se le pierde un hijo en el bosque. Esa es una premisa que ella tenía en la cabeza, también ella es mujer, profesional, madre, tenía la idea de la maternidad dándole vueltas, y yo le respondí diciéndola OK, me encanta la idea, pero hagámosla en un plano secuencia. Esto se cruza con mi primera película, Sábado (2003), que es un plano secuencia también, y yo tenía muchas ganas de volver a hacer una película así. Pero todas las ideas que tuve entre medio tenían que ver con desafíos técnicos, quizás lujos de director, y yo decía ‘no, esto tiene que ser algo que aporte a la historia, que sea una mejor película si la contamos en un plano secuencia’. Y aquí me parecía que calzaba absolutamente: se está anocheciendo, hay un niño perdido. Obviamente, el hacer un plano secuencia también te quita elementos cinematográficos, como la elipsis, cortar de una escena a otra, y a mí me parecía que para esta película era mucho más potente tener esa crudeza de la vida real. De hecho, la película no tiene música, es totalmente realista, yo intento desaparecer bastante como director, no hacemos un plano virtuoso, ni la cámara se mueve, ni vuela, ni pasa por lugares difíciles, es simplemente contar la historia de la manera más honesta y verosímil posible, tratando de dejar fuera los elementos accesorios y concentrarnos en la historia. Y a partir de eso, Coral escribe un tremendo guion, que le sale súper rápido, desde adentro, y a partir de ahí, yo contacto a actores que para mí son una especia de selección chilena. Yo necesitaba actores muy buenos que tuvieran la experiencia del teatro, no solo la formación, sino que la experiencia continua. Antonia Zegers, Néstor Cantillana y Catalina Saavedra son todos monstruos, están en haciendo siempre, y a ellos se les sumaron Yair Juri y Santiago Urbina.

¿Tenías en mente el tema de lo complejo de la maternidad desde antes?

“No, se da, es algo que me propone Coral. Nosotros investigamos, leímos un libro muy interesante que se llama Madres arrepentidas (Orna Donath, 2015), que es tremendo, y a partir de ahí conversamos mucho. El tema se nos hizo súper potente, el mandato de la sociedad a las mujeres a ser madres, a ser madres felices, a que no se note que trabajan cuando son madres, ni que son madres cuando trabajan, y todas las relaciones tienen luces y sombras, son relaciones humanas, en el fondo, tiene contradicciones, tiene cosas que uno se pierde en la vida, y nos parecía que este era un tema que faltaba por tocar, que había mucho donde buscarle. Cómo entra la figura del papá también, que ha descansado en la figura de la mujer, y quisimos hacer también un papá moderno. Era muy fácil hacer un papá machista, un cliché, pero intentamos hacer un hombre progre, actual, pero a pesar de eso la balanza está muy desequilibrada, y en la película igual el tipo ha llevado tres veces al hijo al doctor en siete años. Entonces, a pesar de que uno se cree progre y todo, finalmente la balanza es muy distinta, o sea, ¿a quién llaman cuando al niño está enfermo en el colegio? ¿quién sale del trabajo para ir a buscarlo cuando está enfermo? La mamá. Nos parecía que, sin tener las respuestas, nosotros teníamos preguntas, que las seguimos teniendo, porque la película simplemente nos hizo hacernos más preguntas sobre la maternidad, sobre cómo nos organizamos como sociedad. O sea, una, por ejemplo, es que los niños antes eran criados en tribus, en manadas, los abuelos, los tíos, todos se preocupaban, y ahora, en este mundo moderno, exitista, donde no tenemos tiempo, recae en el papá, la mamá, pero lamentablemente en la mayoría de los casos en Chile es solo en la mamá, y eso es muy heavy, muy difícil. Nosotros queremos poner la discusión sobre la mesa, que la película sea una semilla para reflexionar no solo sobre cómo nos organizamos como pareja, sino también como jefes, empleados, en los colegios, los jardines, como sociedad”.

Otro punto que se representa en el filme son las decisiones que tienen consecuencias brutales. Mateo le va diciendo a ella todas las consecuencias que tendrá lo que está pasando, que es algo que se salió de control. ¿Te interesaba explorar ese momento del desbarranco?

“Súper harto. Las decisiones de un segundo, como en el caso de esta pareja. Castigar al niño y tomar una decisión de un segundo, equivocada, obviamente, pero cómo eso después se transforma en un abola de nieve que no hay cómo pararla. Él le dice ‘cagamos, se van a enterar en el colegio, los vecinos, probablemente va a salir en la prensa’. Era algo que me interesaba muchísimo. Además, viene la policía, le empiezan a mentir a la policía, y Néstor por un lado intenta buscarlo, y Antonia por otro lado dice no hagamos que esto crezca, no quiere llamar a la policía”.  

Al volver a ver la cinta, los primeros minutos me pusieron muy nervioso, sabiendo qué es lo que está pasando ahí. Cuando uno la ve por primera vez va entendiendo de a poco cuál es la situación que está observando.

“Es verdad. Algo que me interesaba mucho y que intento hacer en todas mis películas es partir con una historia que ya empezó, llegar tarde, me parece importante. Si esto fuera una película de Hollywood, totalmente comercial, arrancaría con ellos en Santiago preparando el viaje, haciendo los bolsos, parando en el servicentro a comer, después todo el conflicto con el hijo. Pero la película arranca con el hijo castigado, post el elemento detonador, que en una película como la que mencionaba pasaría en el minuto 25, totalmente estructurado. Eso nos parecía interesante con Coral, como que poco a poco vas entendiendo. Hemos trabajado eso con ella en todos los otros guiones donde trabajamos juntos, que el público reciba la información por goteo, y en este caso los personajes también hacen su trabajo en ir escondiéndonos cosas. En ese sentido, ese inicio, claro, es súper desolador, o sea, manejando por un bosque. Y para mí eso era súper importante, para luego empezar a entender la historia y sobre todo hacerlo de manera muy realista. Yo quería que cuando buscan en el bosque, que no sea como que actuaron, que movieron dos plantitas, sino que vamos a buscarlo de verdad, hasta que tu cuerpo sienta que tienes que llegar a cierto punto, y ahí hay algo muy bonito que me dice Antonia Zegers. Obviamente, en el guion decía que ella llora, que se abrazan, que colapsa, y claro, ella me dice ‘pero esto también de verdad, entonces’. Ella es una tremenda actriz y lo puede actuar como quiera, pero es muy bonito que me haya dicho que, si vamos a buscar de verdad, que esto también tiene que ser de verdad: ‘te puedo actuar la pena, el quiebre, pero hagamos que yo llegue a esa emoción’, y eso tiene que ver con la una hora previa, la relación con Néstor, con la policía, con lo que está sintiendo ella para que esa emoción, en el fondo, no sea ‘actuada’, sino que sea de verdad”.

¿Cómo te sientes tras volver a hacer una película en plano secuencia?

“Es muy bonito y desafiante hacer una película en plano secuencia, por dos cosas. Tiene una dificultad, por un lado, obviamente, que no se pueden cometer errores, que si algo falla, falla toda la película, pero también tiene algo que hace que podamos llegar a ese nivel de actuación. O sea, lo que Antonia y Néstor están actuando en la escena final es increíble, y eso tiene que ver con que venimos de una hora y veinte minutos que ellos se vienen cargando, que vienen en un estado que nos permite llegar a ese nivel. Nosotros hicimos una semana de ensayo primero en Santiago, en el parque Mahuida, un poco porque yo quería que los actores vivieran el espacio abierto. Ahora, en esos ensayos iba todo el equipo, no me servía que fueran solo los actores. Aquí teníamos que ensayar todos, porque teníamos que armar una coreografía con un camarógrafo, con un foquista, con la persona que va viendo el diafragma, con un sonidista, un cañista, con un asistente de dirección… Éramos siete personas que nos movíamos como una cuncuna detrás de la cámara. Yo iba agarrando a Gabriel Díaz, el director de fotografía, porque por momentos tenía que correr hacia atrás. El sonidista de repente se tenía que tirar de guata al piso, porque teníamos que pasar todos encima. Al principio, cinco de nosotros arrancamos dentro del auto, con gente en la maleta, después nos bajamos y se suman las otras dos personas. Había mucha misión técnica en esta película. Entonces los actores, por un lado, estaban viviendo de verdad esto que hablábamos antes, lo que decía Antonia, pero al mismo tiempo tenían que ser conscientes de la cámara. Había como un baile del equipo técnico con el elenco. Es loco, porque estábamos dentro de la película. Generalmente, en una película está el elenco, el equipo, y fuera estamos los técnicos, o los que estamos detrás de cámara. Acá estábamos en un baile, todos dentro, y eso hacía que sea súper bonito, porque no sabíamos cómo íbamos a llegar al final de la hora veinte. Hicimos siete tomas de la película en días distintos, una toma por día, siempre completa, siempre llegamos al final. Nunca hubo un error, pero solamente podíamos hacer una al día porque la película es en el atardecer. Arrancábamos con el último rayito de sol, porque yo quería que se viera cómo se va oscureciendo. Al final de la toma yo me iba a la cabaña, ahí en el Lago Ranco, con Rodrigo Saquel, que es mi montajista, a ver cómo podíamos mejorar la película, y eso eran indicaciones que yo daba al día siguiente. Cada día veía la toma y les decía a los actores ‘a la mañana siguiente llego con las indicaciones’, pero obviamente no me aguantaba y les iba a tocar la puerta de la cabaña, me estaban esperando los dos además, nerviosos, y yo venía con indicaciones que, no sé, podían ser treinta, pero los actores son unos monstruos, o sea, lo que se sabían era muy difícil, todo lo que tenían que hacer, y además sumaban esas treinta indicaciones nuevas. Cada día yo llegaba con indicaciones y la película iba creciendo, ganando en profundidad, en ritmo, en todo. Me acuerdo que en la toma seis, cuando la estaba viendo, decía ‘está perfecta’, está increíble, por favor que nadie se caiga, porque teníamos que pasar por un riachuelo, corriendo, podían pasar muchas cosas, y claro, llegamos al final y yo decía esta es una obra perfecta. Nos quedaba una toma más, por planificación, y la hicimos, pero yo llegué ese día donde Antonia y le dije ‘no tengo indicaciones’. Y claro, finalmente llegamos a Santiago, pasó un tiempo, me quise despegar, volví a ver todas las tomas y sí po’, esa fue la película finalmente”.

Para ver la entrevista completa, realizada en un Instagram Live el 14 de septiembre de 2023, visita nuestra cuenta de esta red social, @entrance_cl.

*¡Ahora también puedes escucharnos! Encuentra nuestro podcast, “Diálogos sobre cine”, aquí.

Crédito de la imagen: Bendita Film Sales

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