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Nuestra primera vez en el festival de cine LALIFF

Se dice que la cultura latina se está tomando las calles de Los Ángeles, y por qué no, también de Estados Unidos. Los beats del reguetón ya son parte de la mixtura de sonidos de la ciudad y las historias de latinos que han forjado una vida en este país tienen cada vez mayor espacio en los medios. Hace 26 años no era tan así, y cuatro visionarios decidieron crear el primer festival de cine latinoamericano, ubicado en pleno paseo de las estrellas, para darle voz a esas historias. Así nace Los Angeles Film Festival (LALIFF), que tuvo lugar entre el 31 de mayo y 4 de junio de 2023.

En su edición número 22, directores, actrices, productores, músicos y jóvenes talentos de toda Latinoamérica se encontraron por cuatro días para proyectar sus ideas e intercambiar experiencias de lo que significa ser latino. Por unos días, los hispanohablantes y portugueses nos sentimos anfitriones: escuchando y hablando el español con propiedad, entendiendo las sutilezas del guion, los modismos y eso que se no se puede traducir completamente. También apreciando la fusión de culturas que ocurre en ciudades como LA, en donde el bagaje hispano y el anglosajón se juntan para crear una identidad completamente nueva y fascinante.

Las historias de este año tuvieron como protagonistas a latinos de todas las latitudes: desde Chile, con La memoria infinita, de Maite Alberdi, hasta México, con Martínez, de Lorena Padilla, pasando por la diversidad de países que hay en ese trecho. También se estrenaron producciones de conocidos estudios, como Flamin’ Hot, de Eva Longoria y Searchlight Pictures, Problemista de A24, o la segunda temporada de With Love, producida por Amazon Prime. 

Pero quizás lo más refrescante de LALIFF es la posibilidad de volver a ver cine independiente; cine artesanal y arriesgado. De las decenas películas y cortometrajes que se proyectaron en el Chinese Theatre de Hollywood tuvimos la oportunidad de ver solo un puñado, pero que nos dejaron una idea de las temáticas que rondan la mente de los creadores latinos por estos días.

El cortometraje Mela, presentado junto a la película Manuela, de Clara Cullen fue uno de los visionados que más nos gustó por el modo de retratar la maternidad de mujeres solteras, en ciudades como Los Ángeles y Nueva York. En el primero, una mujer auto identificada como boricua intenta abrirse paso en la danza, al mismo tiempo que lidia con la responsabilidad de cuidar a sus dos hijos, solo con el apoyo de su madre. Este corto explora el legado cultural de Mela y la encrucijada de perseguir los propios sueños cuando todo parece cuesta arriba. 

Manuela, por su parte, se adentra en el mundo de una mujer argentina, que por motivos que se desconocen decide moverse a esta ciudad para ganarse la vida. Ella se convierte en la nanny de Alma, única hija de una mujer estadounidense que tiene un modo de cuidar y aproximarse a ella completamente distinto al de Manuela. A través del filme, Clara Cullen explora cómo esta pequeña se va “latinizando” a lo largo de la película, a medida que se acerca emocionalmente a Manuela y se aleja de su madre, quien sorpresivamente desaparece.

La tercera edad es otro tema que se nota en el cine latino y que ya es una tendencia en el arte de nuestro tiempo. La producción brasileño-argentina Carvão (Charcoal), de la directora Carolina Markowicz, lo aborda a través de uno de sus personajes, el abuelo de la familia, quien se constituye como hilo conductor de la historia cuando su hija decide hacerlo desaparecer para acoger a un fugitivo narcotraficante que necesita esconderse. La vida en el campo, la pobreza, la vejez, el narco y la familia son abordados en este filme, que tiene varias capas y mucho humor. En el caso particular del abuelo, la pregunta que se instala es hasta qué punto es posible cargar con el cuidado de los mayores si no están siquiera los recursos para que los niños vivan bien. 

La memoria infinita, de Maite Alberdi, aborda este tema aún más. En su último documental, protagonizado por Paulina Urrutia y Augusto Góngora, la directora chilena vuelve a desdibujar el límite entre cine y realidad en un nivel que impacta. Un filme que, a través del alzhéimer, habla sobre el amor, la muerte y lo importante que es para una sociedad recordar su propia historia. La política también se cuela en el filme de un modo que resuena con todo el continente americano.

La película Martínez, de la directora mexicana Lorena Padilla, también tiene a un hombre mayor entre sus protagonistas, en este caso un hombre de más de 65 años interpretado por el chileno Francisco Reyes, quien se enfrenta al momento de su jubilación y con ello a su soledad. 

El sentido del humor y la picardía son elementos que también se encuentran en todas las cintas, y que si nos aventuramos en una teoría podrían constituir un rasgo propiamente del ser latino. Por muy dramáticas que sean las historias, ese desahogo o consuelo que ofrece el humor está presente en cada uno de los guiones. Es sutil, pero muy reconocible de nuestras sociedades. 

En el bloque de películas animadas –que tuvo más de 20 cortometrajes en pantalla– pudimos ver la animación brasileño-colombiana de La otra forma, el único largo animado del certamen. Un arranque de creatividad de Diego Felipe Guzmán, que se rebela contra todo aquello que busca homogeneizar nuestro pensamiento y estilos de vida. Esta película logra salirse del molde.

Nos quedamos con ganas de ver más y si pudiéramos nos habríamos multiplicado para asistir a los visionados de De la calle, Hip Hop x Siempre y Patria y Vida, tres producciones que exploran lo latino desde la vereda de la música: un tema en sí mismo, del que ya se lee mucho con el crecimiento de artistas como Bad Bunny o Karol G. Algo hay entre la música y nuestra identidad de lo que quisiéramos saber más. Lo alcanzamos a apreciar cuando Mela baila en su audición, o cuando Martínez canta Camilo Sesto, dejando salir algo muy profundo.

Incluso el video promocional de Laliff, que pasaron tantas veces antes de cada visionado, nos conecta con algo. Ese tucu, tucu, tucum, tum, tum nos deja contentos y con ganas de más.

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