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Nan Goldin: Toda la belleza y la sangre derramada

Sacklers lie, and people die, se escucha una sala del MET. Nan Goldin y un grupo de activistas lanzan frascos de pastillas al interior de una pileta, mientras los guardias intentan contenerlos. Templo del dinero, templo de la muerte y templo de la codicia, le reclama la artista al museo y la familia Sacklers en una de las salas que lleva su nombre. La pantalla se va a negro y suena el órgano de Klaus Nomi, amigo de Nan y uno de los primeros en morir de Sida en 1983.

“Que me dejen, me dejen, congelarme otra vez hasta morir”, dice la canción que abre All the Beauty and the Bloodshed, el documental dirigido por Laura Poitras que se adentra en el universo de Nan Goldin, una de las fotógrafas más reconocidas en Estados Unidos. Durante los años setenta, fue una de las primeras artistas en retratarse a sí misma en situaciones poco “glamorosas”, incómodas o demasiado cotidianas, como el sofá, el baño, la cama o luego de tener una relación sexual. La honestidad con la que posan sus amigos y ella misma frente a la cámara ha sido la particularidad de su trabajo, del cual muchos son discípulos.

El documental tiene como punto de partida esta intervención en el MET. En 2019, luego de superar una dolorosa rehabilitación de OxyContin –la droga de los opioides– decidió declararle la guerra a la familia detrás de este medicamento, los Sacklers, con una serie de intervenciones en las salas de museo que llevaban su nombre. Además de ser los dueños de Purdue Pharma, la empresa dedicada a la comercialización de OxyContin, y por ende, “arquitectos de la crisis de los opioides en Estados Unidos”, los Sacklers son reconocidos filántropos del arte.

Goldin protesta que ellos han usado esta pantalla para ocultar el daño que ha provocado esta droga en la sociedad estadounidense, y que el mundo del arte no puede seguir siendo cómplice de este lavado de imagen. El tema es gigante y ese es quizás uno de los puntos fuertes del documental: dejar testimonio de la profundidad de la crisis. Para hacerse una idea, más de medio millón de personas han muerto en Estados Unidos debido a alguna una sobredosis y marzo de 2022 marcó la cifra anual más alta de muertes hasta la fecha, con más de 109.000 fallecimientos.

Lo bello y lo sublime
Aunque estas intervenciones son parte central del documental, Laura Poitras se encarga de mostrarnos la vida de Nan, del mismo modo en que ella ha desnudado su vida en sus fotos; con belleza y brutal honestidad. Ella es quien relata la historia, en primera persona, mientras nosotros como espectadores observamos cómo la adicción, el abuso y el dolor son temas que ella ha sufrido en carne propia y la hacen representativa de algo mucho más universal.

En varios momentos, solo vemos en pantalla sus fotos, que resultan doblemente bellas al ser contrastadas con el relato de Goldin. En las entrevistas que tuvo con Laura Poitras, conversaron sobre su procesos de rehabilitación; sobre el infierno que significa ser adicta a OxyContin, sobre la pérdida de su hermana, pero también de su amor por la fotografía, el arte y la vida social.

‘All the Beauty and the Bloodshed’ COURTESY OF TIFF

Gracias a la fotografía, nos cuenta Goldin, ella pudo abrazar una identidad. Se bautizó a sí misma como Nan, y desde entonces, tomó fotografías de sus amigos y de su entorno, como un modo de sobrevivir. “La fotografía siempre fue una forma de atravesar el miedo”, dice en el documental. “Hacer una foto es una especie de protección. Me dio una razón para estar allí”.

El gran fuerte del documental es cómo nos transporta al tiempo de la artista. Observamos sus fotos, mientras de fondo escuchamos su propia confesión. En un panel sobre el filme, la propia Nan dijo que fueron esta serie de entrevistas con Poitras las que permitieron “destrabar” la trama del documental. Ella había estado grabando tres años y medio antes de que ella se involucrara, y decidió aceptar porque Poitras le permitió ser parte activa de todas las decisiones.

Ella estuvo involucrada hasta en los más mínimos detalles, como por ejemplo, la música, otro de los puntos fuertes del documental. Las canciones de Klaus Nomi al comienzo y Soundwalk Collective al final transmiten el caos, la delicadeza y la pasión de los temas que trata la película. “No fue un filme fácil para nadie”, confesó Nan Goldin en un panel previo a los Oscars. Pero el resultado, y su hazaña contra los Sacklers, valen la pena de ver.

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