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La presidenta de la Academia de Cine de Chile y su vicepresidente, Gabriel Díaz, abordan la importancia de tejer redes entre las diferentes industrias audiovisuales de habla hispana y portuguesa, un objetivo que inspiró la creación del Premio Lihuén a la Mejor Película Iberoamericana, cuya primera versión se entregará este año en el marco de los Premios Pedro Sienna.

Desde que María Elena Wood asumió su mandato como presidenta de la Academia de Cine de Chile ha tenido un papel muy activo en fortalecer el rol del país en el escenario cinematográfico de habla hispana y portuguesa.

El año pasado consiguieron apoyar la reactivación de los Premios Pedro Sienna a lo mejor del cine chileno, que se había suspendido por diversos motivos. También lograron ampliar su base de miembros, quienes están a cargo de elegir las películas que representan a Chile en los principales certámenes mundiales: los Oscar, los Goya, los Ariel y todos los otros galardones que entregan las respectivas Academias de Cine regionales.

Y hace pocas semanas, sumaron dos nuevos logros a su gestión: la instauración del Premio Lihuén, a la mejor película iberoamericana, y la realización del primer programa de formación y desarrollo de Netflix en Chile, denominado CineLab.

La primera versión del Premio Lihuén tiene a diez películas candidatas postuladas por las propias Academias de Cine, entre ellas la ganadora del Oscar Aún estoy aquí, El Jockey, La Suprema y El Eco, y será entregado físicamente en el marco de los premios Pedro Sienna 2025.

En conversación con entrance, María Elena Wood, máxima representantes del directorio y vicepresidenta de la Federación de Academias de Cine Iberoamericano (FIACINE), cuenta que este reconocimiento viene a apoyar el objetivo de fortalecer las redes entre las diferentes industrias de la región: un dolor que comparten las diversas Academias de Cine.

“Hay muy poco cine iberoamericano que tenga una circulación real”, dice Gabriel Díaz, vicepresidente de la Academia de Cine de Chile»

“Algo que compartimos casi mayoritariamente, exceptuando, te diría, a España, es la poca circulación del cine local e iberoamericano. O sea, en la mayoría de los países cuando no hay cuotas de pantalla, las grandes producciones norteamericanas ocupan más del 90% de la taquilla anual”, dice María Elena Wood. “Ese es un tema que hemos abordado y estamos generando instancias de mayor circulación, como los premios”.

“Entonces, en calidad de vicepresidenta del FIACINE, uno de los objetivos que nos plantamos en la junta directiva fue generar premios iberoamericanos, con el objetivo de que hubieran instancias de circulación del cine iberoamericano entre nosotros, entre todos los países, y por otro lado, que hubiera mayor conocimiento del cine iberoamericano”, agrega la realizadora.

Aunque las películas candidatas no serán exhibidas al público general, sí permitirán la divulgación del cine iberoamericano entre los más de 400 miembros de la Academia de Cine. Al respecto, Gabriel Díaz, vicepresidente de la entidad chilena, dice a entrance: “Es muy relevante el rol que cumplen los premios como instancia de conformar una identidad iberoamericana. A nosotros nos parecía muy relevante consolidar un espacio de encuentro y de valoración de nuestras propias historias en la pantalla grande”.

Un programa de formación inédito para Chile

Justamente gracias a esas redes de colaboración entre países, la Academia de Cine logró concretar un programa formativo y de desarrollo junto a Netflix, denominado “Chile en Femenino”, que permitirá que proyectos dirigidos por mujeres cisgénero, transgénero y que se identifiquen con una experiencia de género femenina, reciban capacitación en diversas materias, como estrategias de producción y financiamiento, dirección creativa, entre otros.

Aunque la participación en el programa no asegura un vínculo futuro con el gigante del streaming, sí permite recibir capacitación de parte de sus ejecutivos para escalar sus proyectos y convertirlos en realidad.

“Al menos una vez al año nos juntamos todas las presidencias o vicepresidencias de las Academias y nos informamos de que el año pasado se había hecho un programa de formación en Colombia y en México, donde a través de las academias Netflix apoyaba un programa de formación”.

“Esta es primera vez que Netflix participa apoyando un programa de formación en Chile y esta es la relevancia de las redes iberoamericanas”

A partir de esa información, se contactaron con Netflix y lograron presentar un proyecto que busca subsanar la subrepresentación del talento femenino en las áreas de dirección y escritura:  “Es un apoyo relevante en una industria que requiere cada vez mayor profesionalización”, dice María Elena Wood.

Mirarse entre pares regionales

Además de las dificultades de circulación del cine iberoamericano, María Elena Wood dice que hay situaciones puntuales que afectan al cine de cada país. “Por motivos políticos, Argentina está viviendo una situación donde todo el el apoyo que existía históricamente al cine y al audiovisual está completamente frenado, en una industria muy rica”, explica. “En paralelo, eso ha significado que Uruguay ha despertado e instalado focos de producción e incentivos muy importantes”, agrega.

“En ese sentido insisto en el tema de las redes, porque la coproducción también es una forma de producir cine fuera de las plataformas. Yo tengo un diagnóstico y creo que seguimos siendo muy colonialistas, y que por lo tanto, cada uno de nuestros países mira siempre hacia el norte, ya sea hacia Europa o Estados Unidos, pero nunca ejercitamos el mirarnos entre nosotros. De alguna manera las plataformas han permitido que eso suceda y en ese sentido son un aporte muy positivo. Pero eso tenemos que acrecentarlo. No podemos crecer solos, tenemos que generar las coproducciones”, asegura.

Para eso comenta que es clave seguir avanzando en convenios de coproducción, como el que se firmó recientemente con España y Alemania. Un acuerdo que aún está en conversaciones, por ejemplo, es el de Colombia.

“En los últimos 15 años ha surgido un sector del audiovisual que está generando productos de excelencia, con procesos muy profesionales y que son resultado tanto de series como películas, que tienen una vocación masiva y que tienen éxito internacionalmente. Sin embargo, no es toda la industria”, puntualiza Gabriel Díaz, quien ejerce como director de fotografía, director en series de televisión y editor en largometrajes de ficción y documental.

“Yo como como miembro y técnico y realizador me parece que sí, que todavía hay elementos que uno podría caracterizar como de precariedad, sobre todo por los tamaños de los presupuestos. Este es un mercado pequeño. El tema que ustedes hablaban recién de las coproducciones se plantea como algo fundamental”, considera Gabriel Díaz. “Sigue lentamente profesionalizándose el sector y los mecanismos de producción. Yo siento que es algo propio igual de un país pequeño en el fin del mundo”.

Cambios políticos y tecnológicos

“Es una falacia pensar que al público chileno no le gusta el cine chileno porque hay ejemplos donde sí hay conexión entre el público y las películas. Yo creo que hay un problema con la creación de audiencias, con permitir que las audiencias tengan la posibilidad de acceder a ese cine”, dice Gabriel Díaz. “Conecto con lo que mencionaba María Elena hace un momento de lo eficiente y beneficioso para las industrias locales cuando hay cuotas de pantalla, por ejemplo, y hay casos muy exitosos en España y Argentina”.

“En industrias tan pequeñas como esta, son importantes los incentivos, y por ejemplo, las cuotas o los fondos públicos para producción, que este año hubo un aumento bastante considerable en los montos, estos esfuerzos digamos, generan cambios significativos”, concluye.

Sobre la posibilidad de que la Academia de Cine impulse este proyecto, Díaz comenta: “Hemos hablado de poder ser en el futuro un agente más participativo en políticas públicas, solamente que por la dimensión y la edad que tiene esta institución aún no llegamos a esos objetivos”.

En cuanto a la contingencia política y social, María Elena Wood dice que como Academia conversan internamente sobre lo que está ocurriendo, pero no realizan un seguimiento sistemático. En ese sentido, consideran que no es propio de la entidad pronunciarse de decisiones como la de Raúl Camargo, director del FICValdivia, de no exhibir películas de Mubi, debido al financiamiento que ha recibido la plataforma de un fondo ligado al desarrollo de armamento israelí.

“No es propio de la Academia opinar sobre las decisiones de un festival de cine»

“Me parece muy relevante lo que planteas y me parece que el cine y los festivales de cine cumplen un rol político en la historia”, dice Gabriel Díaz. “Yo aprecio cuando hay posiciones de parte del director de un festival, como fue el caso de Raúl Camargo, que tomó esa decisión, pero la Academia no está en ese plano de contingencia, emitiendo declaraciones en ese campo”.

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