Gladiador 2

Gladiador 2: Más allá del poder y el tiempo

El más reciente filme de Ridley Scott, cuenta con muchos elementos para analizar, que van desde el grado de fidelidad de la cinta con los registros históricos, hasta la pregunta de si era necesaria una secuela de Gladiador (2000), ganadora del Oscar a Mejor Película, entre otros galardones. Aquí buscamos mostrar los nexos que tiene la trama de Gladiador II (2024) con nuestro presente, donde el tema del poder es central. La historia de este filme sigue su hilo conductor con respecto a lo que fue su predecesora. A partir del relato que destaca al general Máximo Décimo Meridio, en esta nueva versión aún se pueden ver a algunos de sus amores que lo recuerdan en el presente y a la vez, se exhibe la tiranía de un imperio encabezado por dos hermanos: Geta y Caracalla. Dicha situación es un motor clave en esta trama y es desde aquí que ya se vuelven evidentes las distintas formas en las que se expresan las relaciones de poder. Es este precisamente el que mueve a los personajes y genera quiebres, ya sea con el fin de destruirlo o de alcanzarlo. Lo anterior se manifiesta paralelamente en distintos roles. Por ejemplo, desde el momento en el que el lugar de los hermanos a cargo del imperio es codiciado por algunos, pero también un motivo de deseo de destrucción para volver a crear algo nuevo.

¿Y qué pasa con quienes están en el sitial de emperadores? Geta y Caracalla (Joseph Quinn y Fred Hechinger) son la representación de aquellos poderosos que, además de dar vergüenza ajena, llegan incluso a inspirar incertidumbre al no saber hasta dónde podrían llegar o con qué acción podrían llegar a sorprender a su pueblo. Ellos viven su realidad de burbuja imperial, rodeados de esos lujos que para la gran mayoría resultan ser inalcanzables. No les importa que los súbditos “coman guerra” y el sufrimiento como espectáculo resulta ser todo un pasatiempo para este par. Muestra de esto son las batallas de los gladiadores, aquellos personajes que en esta instancia ven una posibilidad de libertad. Quien expone fielmente el protagonismo desde ahí es Lucio (Paul Mescal). A través de su ira abordada como un don, según las palabras de Macrino (Denzel Washington), y de una serie de estrategias, Lucio será parte de estas batallas que para los poderosos son un momento más de diversión, mientras que quienes luchan se enfrentan muchas veces a la fatalidad misma.

Otro punto importante de la película es que sus personajes tienen sus luces y sombras, más allá de lo que tradicionalmente podría reconocerse como una oposición de héroe-villano. ¿Por qué? Porque sucede que la vida y sus roles cambian, quien es opresor puede volverse oprimido y eso queda perfectamente de manifiesto con el ejemplo de Marco Acacio (Pedro Pascal), que al inicio se plantea desde una postura dominante y un afán invasor hasta que, luego de ser delatado como parte de un plan frustrado para derrocar la tiranía, termina traicionado y destruido por aquellos que alguna vez fueron sus pares.

¿Y qué es una historia sin incluir, al menos, algún vínculo creado desde el afecto en cualquier esfera? Esto sobresale en el lazo que, a pesar del tiempo y la distancia, existe a través de Lucilla (Connie Nielsen) y su hijo Lucio. Aquí también podemos ver cómo hay amores que, por más cliché que suene, traspasan incluso la vida misma (puede sonar un poquito cursi, pero ustedes me entenderán). Ella, pese a estar en un matrimonio presente, aún vibra y se emociona ante el recuerdo del difunto Máximo Décimo Meridio y, a la vez, Lucio se moviliza en la trama a partir del recuerdo de Arishat, su pareja. Entonces, este gladiador va develando que tras esa ira mencionada anteriormente se esconden el amor y el dolor.

Al final, una vez que se apagan las luces, se hace evidente la idea de que las temáticas expuestas en Gladiador II muestran un amplio espectro de cómo es o puede ser la vida, ya sea en el pasado o en el presente, y esto apunta a cualquier contexto fuera del Coliseo: pseudolíderes con sus facultades mentales alteradas que con su carácter déspota hacen y deshacen en su entorno, vínculos humanos que se deslizan desde el amor hasta el deseo de venganza, y las ansias de poder y cómo en su nombre se pueden llegar a cometer grandes traiciones sin contemplar las consecuencias.

Entiendo que para muchos es inevitable comparar esta segunda parte con la primera, pero desde lo personal considero que es una oportunidad para conectar con aquellas tramas y trasfondos presentados anteriormente. Para quienes sean seguidores de este tipo de historias, en medio de una narrativa dinámica que se agradece (especialmente para quienes nos cuesta mantener la concentración por demasiado tiempo), sin duda es un panorama que vale la pena.  

Crédito de la imagen: Paramount Pictures

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