Conversamos con la protagonista de Oro amargo, quien comentó sobre los desafíos que vivió al grabar en el desierto y lo que significó interpretar a una mujer en el mundo minero: “Es como poner en tensión ese tipo de mentalidades súper machistas de nuestra sociedad”. Además, nos contó detalles de su papel en la película La ola, recién estrenada en Chile: “Me gusta la idea de que venga esta ola a traernos de vuelta cuestionamientos que nos estábamos haciendo en el 2018”.
El año 2025 quedará marcado en la carrera de Katalina Sánchez (26). Su rol protagónico en Oro amargo (2024, Juntos Films) y su papel en La ola (2025, Fabula), cinta recién estrenada en cines chilenos, la han consolidado como una de las figuras de la nueva camada del cine nacional. “Yo creo que el sueño de cualquier actriz es vivir del cine y ojalá tener proyectos seguido, pero hay que entender que la industria chilena es súper chiquitita y somos muchas personas intentando vivir de esto mismo”, dice Sánchez, quien antes participó en la cinta Sayen: La ruta seca (2023) y la serie Baby Bandito (2024). “He tenido la suerte de trabajar en proyectos de gran envergadura, pero a veces eso no se da ni siquiera por qué tan talentoso o trabajador eres, sino por una suerte de dónde estai parado o la gente con la que te encontraste”. De hecho, su inclusión en Oro amargo se dio gracias a su trabajo en la compañía teatral Teatro Nacional Chileno, de la que forma parte desde que salió de la universidad: “Me vieron actuando y luego pasé al casting”.
En esta entrevista, la joven intérprete comenta sobre cómo fue transformarse en Carola, la hija de un emprendedor minero (Pacífico, personaje de Francisco Melo) que debe ocultar un gran secreto y a la vez hacerle frente al machismo del entorno en Oro amargo, nos da detalles de Magda, su personaje en La ola, reflexiona sobre los últimos éxitos del cine chileno en el exterior, opina sobre el presente de la discusión alrededor del feminismo y mucho más.
Supimos que la semana pasada estuviste en Alemania mostrando Oro amargo. ¿Cómo fue esa experiencia promocionando la peli?
“Sí, estuve una semanita completa, junto a los productores de allá (la cinta fue hecha en coproducción con ese país) y nos fue muy muy bien. Fue una gira por cuatro ciudades y la gente estuvo muy activa y agradecida de que yo fuera para allá, de pegarme el pique y poder compartir el screening con ellas, porque después tuvimos un Q&A, entonces tuvieron la posibilidad de hacernos preguntas y salieron muy buenas conversaciones a partir de ese encuentro”
¿Cómo te sentiste representando al cine chileno afuera?
“Fue un honor. Estaba muy contenta de llegar tan lejos con un trabajo que sin duda es una peli súper independiente, y que haya tenido tanto arrastre afuera, yo me sentía súper agradecida y contenta de tener esa oportunidad, porque no siempre se puede. Y bueno, eso es lo bacán de poder hacer coproducciones, que sí o sí vas a tener la oportunidad de viajar”.
Ahora que la película ya pasó por salas en Chile, la mostraron afuera y participaste en varias actividades de prensa, ¿cómo ves el proceso de llevar a la gente a las salas? ¿Es muy difícil?
“La primera sensación que me da es que películas como esta son muy necesarias de hacer, de mostrar, por el hecho de que demuestra mucho la identidad que tenemos como país, entonces, al ser un neowestern, la gente igual queda como ‘qué raro, por qué se hace eso en Chile’, entonces, es innovador, y claro, en el país es difícil que la gente acuda al cine, yo me he dado cuenta. A mí me gusta ir al cine y usualmente la gente prefiere estar en la comodidad de su casa, pero da la coincidencia de que este año igual ha habido muchos estrenos nacionales y que les ha ido muy bien, entonces eso me da una sensación de que qué bueno, y qué rico poder ser parte de esa nueva ola de cine chileno a la que le está yendo muy bien afuera. Lo vimos con Denominación de origen, con La misteriosa mirada del Flamenco, con Oro amargo también, entonces esta nueva camada de cine que está naciendo en el país me da una sensación de que estamos haciendo las cosas bien. Nosotros estrenamos en el Festival de Varsovia, en octubre del año pasado, y la gente le ha dado un buen recibimiento, les gusta tener una idea sobre qué es lo que se está haciendo en Chile. Y sí, me da esa sensación de que la gente se interesa y que se está volviendo a encantar con las salas, lo que en un momento se pausó por la pandemia y el streaming”.
¿Cómo te sientes con tu rol en el cine chileno estos últimos meses? Primero estuviste en las salas con Oro amargo, como protagonista, y ahora como parte de La ola.
“También fue una gran oportunidad poder grabar un musical con Sebastián Lelio, que es un director muy reconocido mundialmente, y fue un proyecto que tomó mucha fuerza, porque es una megaproducción, nunca se había hecho algo así entonces, no sé, hubo días de rodaje donde hubo 400, 500 extras, y teníamos que armar todo, que quedara todo perfecto, pulcro, porque había que hacer coreografías, había que cantar, además de actuar, fue todo un gran engranaje para dar ese gran salto. Estoy muy feliz también con el recibimiento que ha tenido y lo que significa ser parte de algo tan grande, que va a dejar un precedente en el cine que se viene haciendo en este país”.
¿Nos puedes contar un poco sobre tu personaje en La ola?
“Mi personaje es Magda. Bueno, esta película se enmarca en la toma feminista de 2018 en la Universidad Católica, y Magda es una chica universitaria que es una feminista liberal, esto quiere decir que quiere llevar las cosas desde un lugar más de la conversación, que quiere llegar a acuerdos con la dirección de la universidad, en contraparte de las protagonistas, que lo quieren hacer desde un lugar mucho más intuitivo, desde el enojo, y de una sensación de que ya el diálogo no está funcionando. Entonces estas contrapartes se juntan y Magda, bueno, es esta chica que viene con sus otras dos amigas a intentar llevar la fiesta en paz dentro de esta toma feminista”.
Qué buena. No sabía que la peli ponía a conversar distintas visiones en torno al feminismo.
“La película tiene muchos personajes, y aborda más el caso de Julia (Daniela López), la protagonista, que es esta estudiante de música que quiere sacar la voz, y están todos estos otros roles que vienen a intentar ayudar a Julia, y otros no tanto, todo para que ella de alguna manera cuente lo que realmente pasó en su caso en particular. Y hay gente que no le va a creer. Ahí está el enganche, quiénes le creen a Julia, quiénes están en contra. Para no darte más spoilers, hay que ir a verla. Hay que vivir esa experiencia a full, porque es una película que tiene muchos elementos que se captan más en una sala. El sonido, las coreografías, la foto… la verdad es que está bien choqueante”.
Volviendo a Oro amargo, no es que no se hagan películas de género o de acción en Chile, pero igual sigue sorprendiendo cada vez que uno ve una peli muy buena de suspenso, por ejemplo, hecha en el país.
“Es distinto, es un lenguaje completamente diferente, pero a mí me gusta mucho. Me encanta el suspenso, creo que es lo que más consumo en términos de cine o series, entonces poder pasar a interpretarlo te entrega otro peso en el momento de cómo se hacen las escenas, cómo me enfrento al guion, las conversaciones con los demás actores. Entonces, esta idea de ser un western chileno en el norte, en el desierto, eso ya le impregna algo súper nuestro, ¿cachái?, en el desierto pasan cosas, con el solo hecho de estar ahí ya sientes diferente. Yo he vivido toda mi vida en Santiago, entonces trasladarte a un lugar inhóspito donde tú eres ajena ayudó mucho en mi caso, y creo poder hablar por mis compañeros, a poder ponerse en las situaciones. Y casi toda la película está grabada bajo las minas, entonces eso generaba una sensación de claustrofobia y de tener que ser muy cuidadosos haciendo las escenas. El misterio y el suspenso que se ven en la película eran algo real, no algo que tuviésemos que imitar o intentar construir. Obviamente, una cosa es grabarlo y otra es que se pueda apreciar en su máximo esplendor en el montaje, y yo creo que ahí Sergio Armstrong (director de fotografía) lo hizo increíblemente con las tomas que hay. Creo que es una mezcla perfecta entre el cine que se viene haciendo en Chile, muy contemplativo, y tomando estas nuevas directrices de un cine más de intriga, que te hace saltar en el asiento y mantenerte súper en lo que están viviendo los personajes”.
Y funciona muy bien. De hecho, queda la sensación de que todo sucede bien rápido. La historia es relativamente simple, uno podría resumirla fácilmente, pero la manera en que se combinan los elementos da la idea de que no sobra ni falta nada.
“Yo siento que la peli también está pensada así, para no recaer mucho en la sobreexplicación, en las escenas muy habladas, sino que vaya pasando una cosa tras otra y que luego el espectador vaya uniendo hilos y diga ‘chuta, qué va a pasar con esta niña, ¿va a sobrevivir o no?’. Te hace colocarte en varias situaciones”.
Ahora que mencionabas lo de las minas. Nosotros los vemos a ustedes, por supuesto, los actores, pero ¿cuánta gente hay detrás de la cámara en esas escenas?
“O sea, claramente no era la misma cantidad de gente que al grabar en un exterior, porque cada escena requiere diferentes cosas, pero grabar en el desierto es súper complicado, en términos de, no sé po, mucho viento, ráfagas de polvo, entonces a veces era necesario tener a todo el equipo, pero en una mina no puedes tener a sesenta personas metidas bajo tierra, porque es un lugar tan estrecho, no se puede respirar bien, y en caso de cualquier derrumbe necesitábamos evacuar rápido, entonces había un equipo reducido para esas escenas, y obviamente todos muy cuidadosos y teniendo muy claro qué hacer en esos casos de peligro”.
Mencionaste tu gusto por el suspenso en cine y series, ¿tienes referentes en los que te hayas inspirado? Porque tu personaje es bien poderoso y protagonista.
“Más que inspirarme o tomar referentes, vi hartos documentales para entender cómo funciona esta vida minera, y lo que más me ayudó fue conversar con Pancho Melo. Tuvimos días enteros donde nos sentábamos a hablar de nuestras vidas, de quiénes éramos, de poder entablar una buena química para que después en la pantalla esta relación padre e hija se pudiese apreciar, y siento que en ese sentido el haber tenido al Pancho como papá en la peli me sirvió mucho para entregarle esa impronta de una relación en la que no se dice tanto, sino que es algo más escondida, como un amor bruto, que tiene ese descuido de que el papá la deja sola, donde ella no tiene mamá y debe hacerse cargo de las cosas del papá. Hay una simbiosis bien interesante que pudimos construir con Pancho, y con nuestro director también, Juan Francisco Olea, que estuvo ayudándonos mucho. Siento que mi personaje se dio de una manera mucho más genuina e instintiva que de haber tenido un referente”.
Leí a Pancho Melo elogiándote mucho también en algunas entrevistas que hicieron juntos. Habló de tu coraje, de tu valentía para atreverte a hacer cosas.
“Es que la película hace sacar mucho el instinto de supervivencia. El personaje de Carola desde el minuto uno, cuando leí el guion, fue como, chuta, ella es la que tiene todo el peso y el viaje emocional que va a ir contándose en la película, entonces para mí eso era muy entretenido, porque significaba aprender cosas nuevas. Tuve que aprender a andar en moto, volver a aprender a andar en camioneta, y el hecho de grabar bajo tierra escenas igual fuertes no sé cómo me lo tomé, no lo pensé mucho en el momento, solo me preguntaba qué haría Carola en esta situación, y ella obviamente requería salvarse, entonces fue muy desde un lugar intuitivo y casi animalesco, como que tienes acorralado a un animalito que lo único que quiere es salvarse”.
Qué bacán poder ir adquiriendo habilidades mientras cumples con tu rol para la película.
“Uno lo hace por curiosidad también, de ver cómo funciona uno en ciertas situaciones. Por ejemplo, yo nunca me había ido un mes al norte a vivir con un equipo al que veía 24/7. Igual uno se va conociendo en esos contextos, porque es algo que no haría por mi propia cuenta, ¿cachái?”.
Te iba a preguntar justamente sobre ese mes. No sé cómo habrá sido de variado el equipo del filme, pero lo vemos en pantalla es que estás rodeada de hombres. ¿Cómo fue estar en ese entorno, como mujer, por tanto tiempo, y en un ambiente además tan masculino?
“Mira, obviamente pasando las dos semanas uno empieza como a (ríe)… a sentirse un poco más cansada, queriendo ver a más personas, pero por lo general yo me adapto rápido, me he dado cuenta. Me considero alguien que sabe surfear las situaciones. Y obviamente había un equipo bastante equitativo entre hombres y mujeres, pero claro, a la hora de actuar, sí tenía solo compañeros hombres. La verdad es que me sentí muy cómoda todo el tiempo, teníamos mucha confianza con los chicos. Me servía mucho también para poder sacar esa veta de que las mujeres también podemos ser muy masculinas en cierto sentido”.
“Y qué significa ser femenina o masculina también, me lo pregunto, porque más allá de una cosa de género, todos tenemos esa dualidad, entonces la pregunta que uno podría hacerse sería qué tanto espacio se le puede dar a una mujer en un lugar como la minería en nuestro país, porque históricamente es algo que no va de la mano, porque dan mala suerte, esa es nuestra impronta. Somos muy de ese mito de que la mujer va a generar algo malo en los lugares. Eso se dice de manera implícita en la película. Y bueno, los mineros dicen eso, que si una mujer entra a la mina, la faena va a estar mala o va a haber algún tipo de peligro. Bueno, en la agricultura también pasa mucho. Entonces, es como poner en tensión ese tipo de mentalidades súper machistas presentes en nuestra sociedad, y no solo en lugares alejados, hay micromachismos en varias cosas. Me gusta pensarlo como que la fuerza que saca Carola la pudo haber sacado tanto una niña como un niño”.
Una curiosidad de este año en el cine chileno es que la temática del norte y la minería, y de lo femenino en ese entorno, está muy presente. No solo en Oro amargo, sino también en La misteriosa mirada del Flamenco y en Sariri, ambas aún por estrenarse.
“La verdad es que también me sorprende mucho, pero a la vez no, porque nosotros tenemos la fortuna de tener muy buenos parajes de cine. Tenemos el norte, el valle, el sur, entonces no se me hace raro que le saquemos el jugo a esos espacios, y es como darle la mano también a esos lugares que casi como que no existieran, es como que el norte es desierto y minería y no pasa na, y no po’, es todo lo contrario, pasa mucho y hay tantas historias que contar, y entre más recóndito y más busquilla, mucho más específico y va a llegar también más directamente al público chileno. Me encanta que se esté dando este fenómeno”.
Otro punto en común que hemos visto es la temática del empoderamiento femenino en Oro amargo y La ola. ¿Por qué crees que se da eso ahora? Pensando en la discusión nacional, podemos hablar de que en el último tiempo el feminismo ha sido más resistido, o ha tenido una contraparte más empoderada.
“Primero hay que pensar en cuánto cuesta hacer una película, en términos de tiempo y también monetariamente. Claro, es pedirle a un guionista que se ponga a crear cuando estamos viviendo un fenómeno histórico. Ponte tú, esto (la toma feminista) fue en 2018. Obviamente puedes sacar un documental o un cortometraje un año después, a todo dar, pero para hacer una obra hay un estudio detrás, hay que generar los fondos, encontrar la manera óptima para hacer algo bien. Entonces, está esta discusión de que al parecer La ola llegó tarde, pero también los movimientos sociales ocurren y de alguna manera, siento yo, como partícipe de esta seguidilla de hechos históricos contemporáneos en Chile, los olvidamos. Entonces, me gusta la idea de que venga esta ola a traernos de vuelta los cuestionamientos que nos estábamos haciendo en el 2018 y que, por distintos motivos, se comenzaron a apagar de a poco. Es lo mismo que sucedió con el estallido social y la convención constitucional, ¿cachái? Se van solapando uno tras otro y da esa sensación de que vamos quedando en el mismo lugar de siempre, e incluso que vamos retrocediendo. Yo encuentro que no hay nada mejor que el que salga una película que logre generar controversia, más allá de que por qué se hizo, o de cuestionarnos cosas como por qué la dirige un hombre, o por qué es un musical, o por qué toca estos temas, lo importante es hacernos la pregunta de qué es lo que se está intentando hacernos ver. Lo importante es qué es lo que trae a la mesa, cuál es la conversación que podemos sacar, y encuentro que está más en boga que nunca, se está dando esta vuelta de que ya fue, ya pasó, y no po’, todavía las cosas están donde mismo, todavía nos siguen matando, todavía nos siguen violando, todavía hay demasiadas cosas que no se han cambiado, entonces vamos al dato duro”.
“Y también da esa sensación de que el público chileno se agota fácilmente. Obviamente no quiere ver algo tan denso, quiere ver algo más tranquilo, más chill, llegar a la casa y reírse un rato. Todo bien con eso, yo también, me encanta ver cosas tranquilas, pero pucha, también es un acto político poder entendernos como sociedad. Me gusta el fenómeno que genera Denominación de origen, por ejemplo, que siendo un falso documental logra abordar muy bien cómo funciona nuestra sociedad. Y por algo también ha generado esa cercanía con la gente, con grandes y chicos. Fueron muy inteligentes los cabros de Equeco al hacer un falso documental, porque te agarra desde la comedia, pero en el trasfondo es como, chuta, la gente que más se pone la camiseta por una batalla, es como, defender algo y darte cuenta de que no vas a lograr nada”.
Sí, la escena del conflicto en la votación del final, donde el apruebo y el rechazo se van a los golpes, es muy buena.
“Sí po, y también súper chilena, muy de pueblo. Entonces conectamos todos desde algún lugar con algún personaje”.
Bueno Kat, muchísimas gracias por tu tiempo. Para concluir, ¿tienes nuevos proyectos de televisión o de cine en carpeta?
“Por ahora estoy esperando respuestas, ansiosa de que llegue una nueva oportunidad”.
Y en el teatro, ¿hay alguna obra en la que te podamos ver?
“Acabo de terminar con todos mis proyectos teatrales. Estrené hace poco en Vicuña una obra que se llama Poema de Chile, que hicimos por los 80 años del premio Nobel de Gabriela Mistral, que esperamos poder seguir moviendo y montándola”.