“Las mujeres ya no lloran»: Shakira se prueba a sí misma
Quizás la última gran actuación de Shakira antes de su esperado regreso, con el álbum “Las mujeres ya no lloran”, fue el Super Bowl de 2019. Para muchos, unos de los mejores espectáculos de medio tiempo que ha tenido la liga de fútbol americano y que la consagró como una artista completamente relevante en el mercado de Estados Unidos. Tras los shows en el Mundial de Fútbol y éxitos como «Hips Don’t Lie», su estatus de estrella pop mundial es indiscutido. Por eso, el anuncio de un nuevo disco era algo muy, muy esperado. Más después de lo turbulentos que han sido estos meses para la cantante: la ruptura con Piqué y el viral éxito con Bizarrap, que se convirtió en una suerte de venganza de la colombiana, la pusieron de nuevo en el foco público.
«Las mujeres no lloran, las mujeres facturan» se convirtió en su nuevo lema, como una especie de mantra para afrontar un engaño y un renacer musical a los 47 años. Muchas cosas han cambiado desde que Shakira conquistó el mundo con «Hips Don’t Lie», «Whenever, Wherever» o «Inevitable», del álbum «Dónde están los ladrones«. Este disco venía con el desafío de hacer frente a las expectativas y al morbo que ha despertado su ruptura matrimonial, así como a reclamar su lugar en un entorno musical que ha mutado muchísimo en los últimos años. Sobre todo en lo latino: con artistas como Karol G, Bad Bunny, Peso Pluma y Grupo Frontera. Y en ese equilibrio hay algo de auténtico en este nuevo trabajo de estudio, pero también un deseo de querer abarcarlo todo.
El álbum comienza con “Puntería”, un hit superpegajoso junto a Cardi B, que coquetea con las últimas tendencias en el mundo del pop, y donde escuchamos a una Shakira abierta nuevamente al amor, pero que sabe lo que quiere. “La fuerte” y “Cohete”, junto a Rauw Alejandro, siguen esa tendencia en términos sonoros, más cargadas al baile y a lo pop con artistas que demuestran su esfuerzo por integrar voces y sonidos actuales. Hasta los corridos están presentes en este disco, con una canción junto a Grupo Frontera donde su voz se escucha muy brillante, en compañía de letras más sentidas y sonidos más latinos.
Pero sin duda lo mejor viene con “Tiempo sin verte”, “Cómo, dónde y cuándo”, “Nassau”, donde se escucha algo de la Shakira de antaño: guitarras, voces roncas y desgarradoras, así como sus raíces roqueras y sus letras sobre el amor perdido. “Última” es quizás la canción más frágil del disco, donde por primera vez menciona “nosotros” en su letra y se muestra vulnerable y hasta abierta a darle otra oportunidad a su antiguo amor (“Seguramente con el tiempo te arrepientas, y algún día quieras volver a tocar mi puerta, pero ahora he decidido estar sola”). En una entrevista confesó que esta fue la última en entrar porque la tenía “enquistada”.
Los otros hit son los que ya habíamos escuchado: “Te felicito”, la sesión con Bizarrap; «TQG», con Karol G; y «Monotonía». En conclusión, una probadita de Shakira, quizás un poco apurada, pero con ese ímpetu de hacer las cosas que ya bien nos dejó claro con el hit de Bizarrap. Sin miedo de romper paradigmas. Tal como plantea Pitchfork: “Si el deseo de afirmar su dominio en todos los géneros –de demostrar que nadie puede sustituir a Shakira– parece genuino, las decisiones de producción parecen más interesadas en demostrar su variedad que en encontrar la expresión más auténtica de cada canción”. Aunque tal vez tiene menos que demostrar.
«eternal sunshine»: Ariana Grande es una diva pop
Lo que Ariana Grande y Shakira tienen en común es el alboroto mediático que conllevan las rupturas amorosas. Al igual que la colombiana, Ariana Grande ha estado en la palestra por su discreto matrimonio y luego divorcio, pero más aún, por su casi inmediato romance con el coprotagonista de Wicked, Ethan Slater. De algún modo, Grande ha jugado el rol de chica mala y su canción “yes, and?”, el primer single de este nuevo disco y que recoge la estética y el tono de «Vogue», de Madonna, viene a cerrar algunas bocas y a demostrar el talento que tiene la artista para manejar sus asuntos personales, así como el odio de la gente a su favor.
Para Flood Magazine, «eternal sunshine» (título inspirado en parte por el de la película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, de Michel Gondry) vendría a ser la primera obra maestra pop del 2024, y no por ser completamente perfecta o lo mejor que ha entregado la versátil y prolífica artista, sino que porque tiene las melodías, los arreglos y los hits para hacerlo uno de los discos de pop más deliciosos del año. La voz de Ariana Grande es un placer de escuchar y en este álbum se posiciona en un terreno algo más familiar “entre el R&B suave y a medio tempo y algunos cambios de dirección interesantes pero inestables”, según define Pitchfork.
Hay dos momentos del disco que me gustan especialmente: «intro (end of the world)» y «bye», como una declaración de que estamos ante una nueva era de Ari, renovada. El disco arranca con fuerza, con una canción pegajosa y muy melódica y una intro suave que susurra: «how can I tell if I’m the right relationship? Aren’t you really supposed to know that shit? Feel it in your bones and own that shit?«. Es que hay algo rebelde en esa voz tan dulce y en este aspecto tan cuidado de Ariana Grande que se percibe en mi segundo segmento favorito: «true story», «the boy is mine» y «yes, and?», que tiene quizás la letra más comentada de su séptimo disco: “Your business is yours and mine is mine/ Why do you care so much whose **** I ride?”.
Sin conocerla demasiado, con este disco puedo entender por qué tantos quieren escribir sobre ella, saber lo qué hace, lo que no hace y sobre todo, escucharla a todo volumen en el auto, mientras sueñas que tú también le dices a otro, «bye, bye, boy«. Como bien resumió Pitchfork en su reseña: “A su favor, hay que decir que no solo ha estado a la altura de las comparaciones iniciales con Mariah en el plano vocal, sino que tiene un humor surrealista y una extrañeza absoluta que impregnan gran parte de su música”.
