Los delincuentes 3

Los delincuentes: El remake argentino que se rebela ante el original

Este año, con Argentina, 1985 (2022), el cine argentino estuvo cerca de conseguir su tercer Oscar en la categoría Mejor Película Internacional, tras los éxitos conseguidos por La historia oficial (1985) y El secreto de sus ojos (2009). Los delincuentes (2023), la cinta dirigida por Rodrigo Moreno (Réimond, El custodio) es la nueva carta para conseguir la ansiada estatuilla, un filme de 189 minutos que pertenece al género heist –de robos– y que tuvo esta semana su preestreno en el cine Aero de Los Angeles, con presencia del director. 

La película, que es una adaptación revisionada de la cinta argentina Apenas un delincuente (Hugo Fregonese, 1949), sigue la historia de dos trabajadores de un banco, Morán (Daniel Elías) y Román (Esteban Bigliardi), quienes participan, en distintos niveles, de un millonario atraco en su lugar de trabajo. Morán es quien tiene la idea. Según sus cálculos, si roba el dinero que necesita para no volver a trabajar jamás, lo hace desaparecer, y se entrega a la policía asumiendo su culpa, tendrá que pasar solo tres años y medio en la cárcel; luego podrá recoger el dinero y disfrutar la vida. La pieza restante del plan recae en su compañero Román, quien es involucrado en el plan sin ser consultado y, medio a gusto y medio bajo amenaza, queda a cargo de resguardar el botín hasta que Morán salga libre, con la promesa de dividirlo en partes iguales. El filme nos hace testigos de todo el periplo de los banqueros hasta el anhelado reencuentro, uno sufriendo la experiencia en prisión y el otro libre pero temiendo ser descubierto, un paralelo que los une tanto en la angustia de no saber si llegarán a la meta como en un improbable lío amoroso con Norma (Margarita Molfino), personaje que conquista con su carisma y naturalidad. 

Aunque la cinta se ha ganado los aplausos de parte de la crítica –de hecho, suma premios en Lima y Ghent, y fue adquirida por MUBI en el Festival de Cannes– tiene elementos que le restan puntos. Entre los aspectos positivos están las escenas del banco, donde la influencia del cine de Robert Bresson es palpable; la constante sensación de suspenso e incertidumbre con respecto al destino de los personajes centrales; los toques de humor que complementan muy bien el drama; el constante tópico del doble, que tiene su mayor expresión en la aparición por duplicado del actor Germán De Silva, el jefe en el banco y el matón en la cárcel; y la reflexión que explica el tema del doble, que es la idea de las vidas idénticas en un contexto donde el trabajo, los días enteros en la oficina y la dependencia del dinero marcan la experiencia vital –¿monótona? ¿carente de sentido?– de buena parte de la sociedad. 

Por otro lado, el desenlace de la película puede sacar ronchas, o al menos generar inconformidad, aun cuando la explicación que da el director sea intelectualmente respetable. Y, el mayor punto débil a mi juicio, es la duración del filme, que se siente excesiva: seguramente la decisión de dividirlo en los partes –“una enfocada en el dinero y la otra en la experiencia”, dijo Moreno– conspiró para que se extendiera en demasía. La fotografía, disfrutable en cada uno de los contextos donde se desarrolla la historia –especialmente en las escenas grabadas en las Sierras de Córdoba– pierde fuerza cuando los paisajes se vuelven reiterativos: es lo que sucede en el último cuarto de la cinta, cuando vemos en detalle lo que pasó con Morán antes de entregarse a la policía: una parte impecable desde lo estético, pero discutible desde el punto de vista del desarrollo de la acción. Una mención aparte merece la escena donde escuchamos “Por la mañanita” de Violeta Parra y vemos a varios de los personajes bailar una cueca y luego disfrutar en el lago, un paréntesis chilensis que convence desde lo visual y lo sonoro. 

*¡Ahora también puedes escucharnos! Encuentra nuestro podcast, «Diálogos sobre cine», aquí.

Reflexiones del director

En el cine Aero, Moreno contó que el origen de Los delincuentes está varios años atrás, cuando le fue ofrecido hacer un remake de Apenas un delincuente (1949): “El problema que tuve con esa película, que era una película heist con la misma premisa (…), es que en la original Morán quería cometer el robo para volverse millonario. Por eso decidí rechazar ese proyecto. Pero la idea de hacer una película heist, y deformarla, y convertirla en algo completamente distinto, fue lo que me motivó a hacer este filme y llevar esa idea a mi propio territorio”. 

Con respecto a su “propio territorio”, el cineasta se refiere al punto de vista crítico que vemos en Los delincuentes, que integra como gran motivación del robo la crítica a las prioridades de la sociedad y la dependencia del dinero. “En la vida actual el trabajo ocupa el lugar central, y el problema de eso es que eso obtura otras posibilidades en relación a nuestra libertad, al uso del tiempo que podemos tener en nuestras vidas. Además, es algo que, luego de la pandemia, se profundizó aún más. Me interesa a mí contar esas dificultades y, por contraste, también contar el tiempo libre para yo también encontrar una narración y una forma cinematográfica mucho más libre”, señaló Moreno, lo que sin dudas explica el largo de la película y la presencia, hasta el final, de planos contemplativos y duraderos. 

En cuanto al doble papel de Germán De Silva, Moreno explicó: “El punto es que la película no es realista, es casi una fábula, lo que me permitió tomar muchas decisiones que no pertenecen a la realidad, sino que al lenguaje del cine. Ahí están el hecho de la duplicidad, los anagramas en los nombres, los mismos destinos para ambos personajes aunque organizados en distinto orden, el uso de la cámara dividida en situaciones similares… tener a este actor ocupando dos papeles es parte de este lenguaje cinematográfico”. 

Con respecto a la influencia que tuvo el director en la realización de su cinta, este indicó: “No hay una película específica que me haya inspirado. Cuando trabajas hay una constelación de directores y películas que te acompañan, como ángeles en tu vida, películas que amas como cinéfilo. La presencia de L’Argent de Bresson, una película que Román ve dos veces (…), esa cinta tiene que ver con la materialidad del dinero. Es la única vez que Bresson filma la materialidad de las manos tocando el dinero, pero quería incluirlo. Era muy difícil, porque los derechos eran muy costosos, pero finalmente convencí a los descendientes de Bresson, explicándoles por qué quería incluir estos fragmentos de su obra maestra. En cuanto a otras influencias, por supuesto que está Éric Rohmer en la representación de la naturaleza, pero no solo en cuanto a la imagen, también en cuanto al sonido. La música que elegí, porque aquí no hay música original, fue una música que evoca el film noir estadounidense, y cómo los directores franceses revisitaron este género”. 

Por último –¡¡¡ultra alerta de spoiler!!!–, Moreno abordó los motivos que lo llevaron a concluir su cinta de la manera en que lo hace, es decir, sin mostrar que los personajes se encuentran y se dividen el botín: “Yo tenía en el guion otro final; uno donde ellos [Morán y Román] se encuentran, pasan todo un día tratando de levantar la roca, finalmente se reencuentran con el dinero, se lo dividen, se despiden y se termina la película. Cuando fui a filmar ese final, eso fue lo último que filmamos (…), me di cuenta de que filmar la materialidad del dinero como final de esta larga aventura y odisea, que yo estaba editando, yo ya sabía la película que tenía en mis manos, era demasiado banal, demasiado vulgar para la película. Entonces entendí que tenía que terminar antes, porque había un viaje poético durante la segunda parte, que necesitaba desprenderse del Macguffin del dinero”. 

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *