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Lo que significa ser Joan Didion

A poco menos de un año de la muerte de Joan Didion, el museo de arte contemporáneo, Hammer Museum, presenta una muestra colaborativa dedicada a explorar la sique de la artista. Oriunda de Sacramento, en California, y portavoz de la escena cultural de la costa oeste en los años sesenta, Didion es considerada una de las figuras clave del “Nuevo periodismo”: un movimiento de autores encabezados por Norman Mailer, Truman Capote y Tom Wolfe, que amplió las fronteras de la no ficción al integrar recursos literarios a sus relatos.


Esta muestra, curada por Hilton Als, es un collage visual de los principales temas y lugares que rondaron y obsesionaron la mente de la artista durante su larga carrera como escritora. Las obras de más de 50 artistas son presentadas bajo cuatro temas, a modo de cronología de su vida: Holy Water, sobre sus antepasados e infancia en California, Goodbye to All That, sobre su primera estancia en Nueva York, The White Album, sobre la caótica escena cultural en Los Ángeles y Hollywood, y Sentimental Journeys, sobre sus últimos escritos, ya radicada en Nueva York.


En la reseña que The New York Times escribió sobre su muerte, dice que su estado natal, California, fue el que le proporcionó “su material más rico”.

“En esa tierra dorada”, dice el texto curatorial, en sintonía con esa idea, “descubrió varios de los temas que informarían su obra: sociedades presuntamente intactas que no lo estaban”, y las complicaciones de ser hija, madre y esposa “en un mundo en constante cambio y a veces erosionado”.

Hay muchas cosas fascinantes sobre Joan Didion, especialmente para una periodista que descubre su obra por primera vez. Pero de las cuatro estaciones, elijo las obras de Liz Larner, junto a un extracto del Run River (1963), que aluden a los movimientos telúricos y el cambio, con dos obras de cerámica, repletas de matices:

“Todo cambia, todo cambió: las tardes de verano conduciendo río abajo hacia las subastas, pasando por los verdes lúpulos en hoja, los mirlos volando desde la maleza en el oscuro aire del crepúsculo, las bolas rojas de los árboles de Navidad brillando a la luz de la chimenea, un torrente de domingos de otoño, todo desaparecido, cuando conducías a través de la lluvia”.

Aunque su escritura parece imposible de traducir, también es atractiva la pincelada por la sicodelia y el misticismo de los años sesenta en LA, con las obras de Betye Saar, los afiches de A Star Is Born (1976) y The Panic in the Needle Park (1971), donde fue co guionista, los retratos cotidianos de Black Panthers y Sharon Tate y la música de The Supremes sonando de fondo.

Hay además al menos cuatro obras que aluden explícitamente al cuerpo femenino y la comprensión de ser mujer. En la muestra se incluye un extracto donde Didion describe sus migrañas y cómo por tanto tiempo decidió guardar como un secreto el hecho de que la tumbaban días completos. Como periodista de Vogue, le tocó varias veces estar en sesiones fotográficas junto a mujeres que posaban frente a la cámara: en su mayoría actrices o estrellas de cine, y las menos de las veces, mujeres conocidas por otras razones.

En Some Women (1989), Didion dice que el consejo para ellas era decirles ‘solo queremos que seas tú misma’. Cuando estás en esos asientos, para la escritora se trata justamente de lo contrario: “el éxito dependía de hasta qué punto el sujeto conspiraba, tácitamente, para no ser “ella misma” sino quién el fotógrafo quisiera ver en el objetivo”.

Pero la cita que subrayo más es la que se refiere a la artista Georgia O’Keeffe. “En nuestro siglo la dureza no ha sido una cualidad muy admirada en las mujeres…Cuando la dureza emerge en la gente muy mayor solemos interpretarla como ‘mal humor’ o excentricidad, cierta condición de cascarrabias que se les puede permitir en la distancia. A juzgar por su obra y por cómo habla de ella, Georgia O’Keeffe no es ni cascarrabias ni excéntrica. Es sencillamente dura, una mujer libre de ideas preconcebidas y abierta a lo que se ve”.

En este caso particular, la cita se comprende muchísimo mejor al observar el retrato que el fotógrafo Todd Webb realizó de O’Keeffe. Ella se ve seria, arrugada, con un ictus duro y de pie frente a una de sus obras, las que pueden ser descritas como bellas para cualquiera.

La política es otro tema que le interesó en los años ochenta y noventa, particularmente sus análisis sobre Miami y El Salvador. Considerando que Los Ángeles tiene la población salvadoreña más grande fuera de su país, para la columnista de Los Angeles Times, Carolina A. Miranda, parece un error no haber explorado su libro El Salvador en mayor profundidad. Sobre este tema hay dos obras, una de Susana Meiselas y otra de Ronald Morán.

¿Cómo presentar visualmente a una artista, sin recurrir a sus objetos personales, sus cuadernos y notas? Esta muestra es un intento por observar apenas un destello de la genialidad de la artista, en un collage de obras, soportes y formatos visuales. Como bien tituló Carolina Miranda: Joan Didion permanece elusiva en este show.

Más ganas dan de devorar sus libros, sobre todo si es la primera vez.

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