El primer largometraje de la joven realizadora colombiana convierte la noche rumbera de Cali en un purgatorio, donde diversos personajes angustiados encuentran la redención (o no), en una fantasía que reivindica las identidades queer de su ciudad natal.
Llueve sobre Babel es una película atípica para el cine colombiano. Al menos eso declara su realizadora, Gala del Sol, quien explora los códigos de la comedia y el realismo mágico para crear un relato fantástico sobre Cali. Personajes muy diversos buscan redención en un bar de mala muerte llamado Babel, una metáfora del purgatorio, donde La Flaca, una personificación de la muerte, apuesta años de vida con quienes se le acercan para salvarse a sí mismos o a alguien más.
La idea del largometraje —que tuvo su estreno nacional en el Bogotá International Film Festival, en Colombia, y en el Festival de Sundance a comienzos de este año— surgió de relatos que Del Sol recogió en talleres con actores de Cali. Era plena pandemia y la directora les pidió que indagaran en sus dolores y anhelos más profundos. Así surgió la idea de Llueve sobre Babel, que pone en pantalla nuevos temas para el cine local, como las identidades de género y el fanatismo religioso.
“Lo que hice fue crear un mundo donde se mezclaban personajes muy de la realidad latinoamericana con personajes míticos. Y la película habita ese espacio donde se desdibuja lo real de lo fantástico”. En sus propias palabras, “este es el infierno de Dante, pero tropical y queer”.
En el filme vemos, por ejemplo, a una madre soltera que busca sanación para su hija, a un grupo de drag queens que dan un espectáculo en Babel, pero quizás uno de los puntos más fuertes es el personaje de Jacob, hijo de un pastor ortodoxo que no sabe cómo decirles a sus padres que es gay. Su sueño es actuar en Babel con las otras drag queens y su viaje durante todo el filme será vencer ese temor. “El propósito de la película era ayudar a la gente a sanar”, cuenta Del Sol. “Teníamos la esperanza de que la audiencia también pudiera sanar y la respuesta que hemos tenido ha sido impresionante”. En esta entrevista con entrance, la joven directora nos cuenta los detalles de su filme y su visión del cine.
¿Puedes compartirnos cómo ha sido la reacción del público?
«Por ejemplo, después de la premiere en Sundance, se me acercó una niña llorando y me decía que toda esa zona (donde vivía) de Park City, en Utah, todo es mormón. Ella era mormona y me decía que la escena en la que el ángel guardián le hablaba a Jacob le había cambiado la vida. Su mamá la había echado de la casa por tener novia y por ser lesbiana. Y ella me decía que creía en Dios, pero que había sentido tanta culpa. Y me dice: “Esa escena me acaba de cambiar la perspectiva de todo”. En la escena, el ángel dice que Dios no odia a nadie y que son los hombres imperfectos y orgullosos, que bajo la bandera de lo divino, condenan a los que son como él para sentirse superiores. Imagínate».
“La mejor forma de tocar temas tabú es a través del lente de la comedia”
Te iba a preguntar específicamente por ese tema de la película. ¿De dónde surge tu interés por retratar las identidades queer y, particularmente, el mundo de las drag queens?
«Como cineastas, tenemos una responsabilidad moral y social súper grande porque podemos llegar a mucha gente. Entonces, es muy importante ser conscientes de qué mensajes estamos mandando, o sea, no hacer historias por hacer historias, sino de verdad preguntarse si la historia que estoy contando degrada la conciencia de la humanidad o ayuda a elevarla. Y entonces sí, en última instancia, son mensajes de amor y la película es una película con un mensaje de amor impresionante y un mensaje de aceptación impresionante».
¿Dirías que ese es el tema central de la película?
«No, la verdad es que son todas historias que reflejan realmente los temas y preocupaciones de este grupo de muchachos entre 20 y 25 años. Es un reflejo natural de las temáticas que queríamos ver en pantalla. Nos preguntamos qué tipo de temas no estábamos viendo en el cine colombiano, y de ahí surgieron estas historias».
Entiendo y el tema de la sexualidad es uno de esos tantos temas.
«Sí, o sea, la relación entre identificarse como una persona queer y la presión de la religión, ¿no? Yo digo: tanta gente que se aleja de Dios, de alguna u otra manera, por dogmas humanos, por una mirada humana hacia lo que debe ser y lo que no, y la película, en últimas, trata sobre vivir sin máscaras y vivir desde tu verdad. Que nadie te diga cómo debe ser mientras tú vivas desde la verdad, sin hacerle daño a nadie».
Las drag queens que aparecen en pantalla son espectaculares, ¿cómo hiciste el casting de ellas?
«Me parece que son fantásticas en todo sentido. Son supercinemáticas, son supergraciosas y tienen un arte impresionante y ese arte merece ser visto. Yo decía: ‘pucha, esta gente con este talento, que yo no he visto en ninguna otra parte del mundo’, porque las drag queens, sobre todo de acá, de la comunidad en Cali, Colombia, bailan…, pues tú las viste en la película… bailan, cantan, hacen shows impresionantes. Shows que yo no he visto y me parecía que merecían una pantalla».
Además de los guiños a la comedia, hay un imaginario medio literario-histórico, como la alusión al infierno de Dante o a la Torre de Babel, mencionada en el Génesis de la Biblia. ¿Te gusta mucho la mitología? ¿De dónde proviene el interés por utilizar esos recursos?
“Me encanta. Desde muy chiquita soy muy lectora. Cuando tenía 8 años, mi autor favorito era Julio Verne. Creo que eso explica por qué me encanta todo lo retrofuturista. Más adelante me obsesioné con los surrealistas y, de hecho, hasta el día de hoy mi pintora favorita es Remedios Baró. Desde muy chiquita he estudiado escuelas esotéricas de Occidente y Oriente, como los neoplatónicos, el budismo, los Vedas. Siempre fui como supernerd y me encanta, por ejemplo, Carl Jung, Joseph Campbell, todo lo del subconsciente humano y la relación de los mitos de la antigüedad con la psique humana. Entonces, lo que trato de hacer es como agarrar esos mitos de la antigüedad y modernizarlos y hacer un collage con todo lo que amo y con todo lo que me gusta».
Claro, la palabra collage define muy bien el estilo del filme: mezclar distintas cosas para que resulte algo único y bien conectado.
«Sí, yo también soy maestra y a veces les digo: ‘Ustedes tienen que conectar con su voz’, y ellos dicen: ‘Pero uno, ¿cómo descubre su voz?’ Y yo les digo: ‘No es descubrir tu voz, porque no es como si tu voz estuviera por allá lejos. O sea, es preguntarse qué te gusta, ¿no? ¿Qué cine, qué libros, qué poemas, qué música, qué pinturas te gustan y por qué? Eso es tu estilo. Lo que yo hago es que todo lo que me gusta lo pongo en mi obra, y así resulta una película que amo, porque es una mezcla de todo lo que naturalmente me atrae».
“Lo que hicimos fue mezclar cosas que los actores traían de sus vidas y querían explorar y querían sanar con mi imaginario personal de una Cali de otra dimensión”
La película también me recordó un poquito al humor de Julio Torres, en El problemista. ¿Te gusta su trabajo? ¿Hay otros artistas del cine actual que te hayan inspirado?
“Pues mira, del cine actual, mi artista favorito es Emir Kusturica. Yo creo que tengo mucho de él, como ese tipo de humor visual, caótico, ¿no? Me encanta la música balcánica, por ejemplo. Yo le dije a mi productor que necesitaba crear un género musical que no existía, que mezclara salsa caleña, flamenco, música balcánica y trap. Y eso creó. Ese es el soundtrack de la película. Entonces, sí, es una quite literally mezcla de todo lo que me gusta. Y es una película loca, o sea, hay una salamandra que habla, hay sombras sadomasoquistas… Pues sí, realmente creo que la mejor manera de tocar temas tabú es a través de ese lente de la comedia y la fantasía, ¿no?, porque uno puede decir mucho más, pero de una manera más digerible».
Claro, y volviendo al tema del Infierno, y quizás también a la idea de la sanación, ¿quiénes son los personajes que se sanan o encuentran salvación en la película? ¿Tomaste esas decisiones conscientemente?
“Todos tienen un viaje del héroe perfecto. La película es como una pirámide invertida: yo empiezo con todos esos personajes separados, que van viviendo su propio viaje del héroe a lo largo de 24 horas hasta que todos van a dar a Babel, donde tenemos el clímax de la peli. Pero todos logran sanar de una u otra manera. Por ejemplo, Jacob. Él logra mostrarse tal como es y ser una drag queen. Dante logra tener una segunda oportunidad, que no era lo que quería, pero la consigue. Monet tampoco obtiene lo que quería, que era regresar a su cuerpo, pero obtiene lo que necesitaba, que era quedarse con La Flaca. Entonces, todos logran sanar de una manera u otra. Obtienen, no necesariamente, lo que querían, pero sí lo que necesitan”.
Claro. Es interesante porque la redención, digamos, la sanación no se obtiene del encuentro con Dios, sino todo lo contrario: es como a través del infierno, de este personaje de La Flaca. ¿por qué quisiste invertirlo, como que fuera el infierno, la posibilidad de salvación?
“Pues, yo siento que de todo uno aprende y, naturalmente, aquí en Latinoamérica no vivimos en un cielo (ríe). Si algo es Latinoamérica, sería más un purgatorio que cualquier cosa, pero eso no significa que uno no pueda aprender, que uno no pueda sanar, que uno no pueda divertirse, ¿me explico? Entonces, sí, no fue como que tuviera una agenda de alguna manera; nada más me pareció lo que era natural en ese momento, y era lo que tenía que explorar. Y también me parece que uno puede conectar más con personajes fallidos que con personajes perfectos. Siento que hay más potencial para hacer eso a través del prisma del purgatorio, donde existe la oportunidad de redimirse».
También has comentado que querías integrar a Cali, tu ciudad, en la película. Para los que no conocemos muy bien Colombia, ¿qué elementos de la ciudad están presentes en el filme y que, quizás, pusiste a propósito para homenajearla?
“O sea, es una película extremadamente caleña. La alegría de la gente, el espíritu rumbero. Por ejemplo, La Flaca, que es la muerte de Cali, no es una muerte como sad, no, no es una muerte que genera miedo, para nada, es una muerte rumbera, salsera, que uno dice: “uf, vamos a apostar años de vida con La Flaca”. Y eso es un poco el espíritu de la ciudad. Igual en Babel, que es una mezcla de las discotecas más icónicas de Cali, que son Espacio 1060 y la Sopa Tolondra. Cali es una ciudad súper salsera. La gente es súper amable, súper cariñosa. Es una ciudad en la que llueve mucho, pero también hace mucho calor. Entonces es como un trópico, pero a veces se siente como un trópico triste, ¿no? Y eso era un poco lo que quería retratar, el espíritu de la ciudad».
Otros cineastas colombianos nos han comentado que quizás cargan con el tema de la violencia en el país. ¿Tú has sentido eso? ¿O es un estereotipo del cine colombiano del que te quieres salir?
“El cine colombiano suele ser muy social, muy político. Yo respeto completamente ese tipo de cine y me parece que es necesario y que es hermoso. Personalmente, yo tengo otros gustos. A mí me gusta el cine que es rápido, que es un poco más caótico, que no tiene parámetros, de alguna manera, que es salvaje. Yo voy un poquito más hacia eso. Para mí, por ejemplo, es súper importante ese viaje del héroe. A mí me gusta que las historias sean circulares, que el personaje tenga su redención, que pueda tener la posibilidad de generar una catarsis a través del personaje. Me gustan también los finales felices. Definitivamente, esta es una película colombiana extraña dentro del panorama del cine colombiano; siento que es un reflejo nada más de mí como persona y de los colaboradores que tuve y de las inquietudes que teníamos».
En este contexto de mayor autoritarismo en la región, particularmente en Estados Unidos, donde escuchamos más discursos de odio hacia las diversidades sexuales, también tiene un valor haber sacado esta película. ¿Tú has sentido eso?
“Sin lugar a dudas, todavía hay gente con la mente muy cerrada. No solamente en Colombia, en todas partes del mundo. Lastimosamente hay mucho racismo, mucho clasismo y mucho odio hacia las personas queer, y lo he visto mucho entre personas religiosas. Todo el tiempo están juzgando a quienes piensan diferente y eso me parece absolutamente hipócrita y contradictorio. Entonces, es un llamado a respetar al otro, a aceptar al otro, porque cada quien tiene derecho a vivir como quiere».


