En entrevista con entrance, el realizador confirmó que habrá una segunda temporada de la serie “La vida es sueño”, que codirige junto a Maite Alberdi, y contó cuáles son los desafíos que se plantean para la nueva entrega, como la opción de ampliar el casting de adultos mayores a regiones y la determinación de no volver a emitir el programa en TVN: “Aparte de que están quebrados económicamente, no tienen idea de qué tipo de televisión quieren hacer”.
La conexión entre Cristián Leighton y Maite Alberdi está marcada por los adultos mayores. El primer antecedente es de hace casi dos décadas, cuando Leighton dirigió la serie Viejo zorro (2008), que contó las historias de diversas personas de alrededor de 80 años. “Maite participó ahí también, cuando salió de la universidad trabajaba con nosotros haciendo guiones”, recuerda el realizador. Y el último comenzó en el año 2020, cuando la productora Daniela Bunster les propuso a ambos directores hacer una serie “donde mejor uno lo puede pasar, que es filmando a viejos y a viejas”.
“La idea era salir de la tristeza de la pandemia”, comenta Leighton sobre el proyecto que derivó en La vida es sueño (Surreal Films, 2024), serie codirigida por él y Alberdi que retrata la diversidad de la vejez en Chile y sus sueños, los que son recreados en estilo teatral, y que fue emitida por TVN antes de llegar a Netflix. En esta entrevista, el cineasta detrás de documentales como El corredor (2004) y Kawase-San (2009), y series como Los Patiperros (1997-2000), confirma que habrá una segunda temporada del show, revela las opciones que están barajando para esta, detalla los resultados obtenidos por la primera entrega, critica a TVN por su mal manejo del programa y mucho más.
Ya que ha pasado un tiempo desde que se estrenó, ¿podrías contarnos si hay un balance en términos del rating que tuvo la serie en TVN, o de sus visualizaciones en Netflix?
“Mira, en TVN no nos fue muy bien porque la programaron deficientemente. La cambiaron de horario cuatro veces, hubo dos emisiones que las cortaron porque hubo, no sé, un breaking news y partieron el programa, entonces… Fue un desastre. Además, la programaron originalmente a las 22.45 un día domingo, lo cual es muy tarde. Nosotros habíamos pedido un sábado a las siete u ocho de la tarde, como un programa más familiar. Y en cuanto a Netflix, bien, cuando es un licenciamiento y no un original de ellos, nunca sabes muy bien cómo te va. A nosotros lo que más nos gustó fue el riesgo de los sueños, porque eso fue un riesgo, y nos gusta correr riesgos, pero respecto a lo más concreto, yo creo que las entrevistas es lo que más nos dejó, en términos de profundidad”.
¿Han pensado en continuar con una nueva temporada?
“La vamos a hacer de todas maneras, porque nos ganamos un fondo para hacer la segunda temporada, pero estamos viendo cómo avanzamos, si vamos en la misma dirección o hacemos pequeños cambios, porque también nos pasa que no nos gusta repetir. Además, hay una cuestión que puede que no sea decisiva al final, pero yo creo que igual influye, que es que la gente que entrevistamos era de la Región Metropolitana. También estaba Pirque, Curacaví, pero yo creo que haces este programa en regiones y tienes otro material. Otra vida, otras cosas, otros entornos”.
Por lo que me decías, imagino que no piensan volver a mostrarla en TVN.
“No, no fue una buena experiencia. TVN hace mucho rato está pasando por un momento en que perdió la brújula completamente. No sabe qué hacer, no sabe lo que quiere, aparte de que están quebrados económicamente, no tienen idea de qué tipo de televisión quieren hacer, que no es pública, en el fondo. Y aunque les pasaran dinero, yo creo que ellos no sabrían qué hacer, probablemente volver al modelo de la televisión comercial. Está muy enviciada la gente ahí. Hacen una televisión comercial”.
Volviendo al tema de los resultados de la serie, ¿qué comentarios recibieron desde los adultos mayores?
“El feedback que hemos recibido de personas mayores fue complejo, en el sentido de que sentían que se perdían en el montaje, en la historia. Yo diría que la serie tuvo mejor feedback en la gente joven, no en la gente mayor. En los nietos, a nivel de estudiantes de periodismo, pero la gente mayor no entendió, o nosotros no supimos dar a entender, la propuesta. La encontraron difícil de seguir, querían algo más lineal, como más una historia. Pero nada, es una intuición que tenemos. A nosotros lo que más nos gustó fue el riesgo de los sueños, que eso fue un riesgo, y nos gusta correr riesgos, pero respecto a lo más concreto, yo creo que las entrevistas son lo que más nos dejó en términos de profundidad”.
Claro, se percibe en la conversación con las personas, aun cuando estas están divididas temáticamente, lo mucho que lograron conectar con los entrevistados. Y bueno, lo que me dices del montaje, de la edición, me hace mucho sentido. Es muy ágil el ritmo del programa.
“Y bueno, lo otro que pasó es que hubo gente que nos dijo que encontraba a las personas mayores muy cuicas. Y yo creo que no es verdad, porque no es verdad, pero yo creo que es por otra cosa, porque nos preocupamos mucho de que la gente se viera bien, se vistiera bien, cuidadamente. O sea, habitualmente no se les presta mucha atención a esas cosas. Entonces, que alguien salga bien, bien iluminada la cara, el maquillaje muy trabajado, el pelo, tratamos de que la gente se sintiera bien mirándose. De repente el documentalismo y a veces el periodismo, que trabajan con la realidad, maltratan en esos términos, no cuidan mucho la fotografía, el espejo que uno les construye a ellos mismos. Entonces, hay una cosa de abajismo, por decirlo de alguna manera”.
Y eso que ustedes igual mostraron ese proceso de maquillaje, lo que pasaba tras bambalinas.
“Sí. Fue interesante eso, fue bonito. Creo que lo podríamos haber explotado más, porque había material interesante en el fuera de cuadro, o fuera de campo. Pero, claro, queríamos darle una agilidad para que lo coral se resistiera. En el fondo siempre trabajamos estructuras corales, más allá de que había dos protagonistas por capítulo”.
Han comentado que la idea original de La vida es sueño no era esa, sino solo desarrollar las historias y los sueños de dos personas por episodio, ¿no?
“Así es. Un tema, ‘la muerte’, por ejemplo, y poner a dos personas viviendo procesos relativos a la muerte. Y de repente empezamos a hacer el casting para eso, y empezó a ser muy interesante. Me refiero al pre-casting, con entrevistas que no se ven en cámara. Entonces dijimos ‘oye, pero aquí hay gente que dice cosas muy importantes de la vejez y que van a quedar afuera’, y entonces definimos que fuera coral. Luego pensamos en cómo algunos serían protagonistas y otros no, y cómo hacer un ejercicio narrativo, para lo que las entrevistas no bastaban. Por eso pensamos que los sueños eran importantes, porque todo el mundo también hablaba en las entrevistas de que tenía sueños, y nos llamaron la atención los sueños, en el sentido de que eran muy simples. O sea, había sueños más concretos, como, no sé, quiero viajar y conocer el Caribe, pero había otros muy simples, psicológicos, llamémoslos, o muy disparados también. Finalmente, esos sueños nosotros los interpretamos como unas ciertas ganas de vivir”.
En una entrevista comentaron con Maite Alberdi que fue importante detectar a tiempo la conexión que tienen los adultos mayores con el presente. En la serie se muestra que muchos siguen y quieren seguir activos en diversos ámbitos. ¿Les sorprendió esa situación?
“Nosotros tuvimos un punto de vista, que yo creo que fue súper importante. Cuando empezamos a hacer el pre-casting les dijimos a quienes lo hicieron, que eran investigadores, que no se metieran en el pasado. ‘No me cuente lo que hacía usted hace veinte años. Dígame brevemente qué hacía usted, a qué se dedicaba’, pero preguntarles siempre por el presente. Igual se metía el pasado, pero cuando hicimos el casting ya filmado, que es el que uno ve en la serie, lo que tratamos de hacer fue quedarnos siempre en el presente».
«Y tampoco tratarlos como abuelitos, o pobrecitos, o victimizarlos en la entrevista, y con esta idea típica que, bueno, siempre se ha usado mucho, esto de ‘todo tiempo pasado siempre fue mejor’, que ha estado en el discurso político incluso en muchos momentos. Entonces, eso fue una especie de dogma que tuvimos”.
De todo el contacto que tuviste, o que tuvieron, con las personas de tercera edad, ¿qué fue lo que más te llamó la atención, o lo más inesperado?
“Yo creo que el momento en que grabábamos el sueño era muy emocionante, porque llegaban y no podían creer entrar a un set e imaginar que ellos iban a ser los protagonistas de este sueño, de esta ficción, que se sintieran en una película, digamos. No es lo que ocurre habitualmente en un documental, aunque cada vez más, la gente entiende que los documentales también son películas. Y en las entrevistas eran bien emocionantes los silencios, las dudas».
«Yo creo que nos complementamos bien con Maite. Ella en general observa más que entrevista, en cambio yo en el documental he usado mucho la entrevista, entonces, yo creo que era muy rico encontrarle la manera, digamos, y como te digo, preguntar sobre el presente y que eso te devuelva una profundidad es emocionante, porque en general la emoción que te devuelve el anciano o la anciana es una emoción vinculada a una vida que fue, que ya no fue, que no es, que es nostálgica, que es hasta melancólica. Entonces, que te devuelvan en el presente ese tipo de emociones… La profundidad del presente, y viven honestamente ese presente, mucho más que uno, mucho más que un joven, mucho más que un niño. Es una percepción”.
El tema de la sexualidad es tocado abiertamente en la primera mitad de la temporada, especialmente en cuanto a la experiencia de las mujeres. ¿Consideraban eso un gesto importante hacia ellos? Dado el prejuicio que hay, de que son asexuales, por ejemplo.
“De todas maneras, por esto mismo de que la represión se libera, al menos en el discurso. Son capaces de verbalizar ese mundo mucho más de lo que uno piensa. Y en el caso de los hombres también, frente a la debilidad de… Claro, porque la sexualidad masculina tiene mucho que ver con lo vigoroso, lo fuerte, la potencia, todas esas cosas, y eso tiene un golpe severo con la edad”.
“Tampoco es que yo vea muchas cosas de viejos, no busco nada por la edad, no tengo ese juicio, lo que sí me ha parecido interesante, y yo creo que a Maite también, es trabajar con personas mayores. Es muy interesante la experiencia de trabajar con ellos, porque creo que ellos se relajan, porque están en esta cosa de que les importa mucho menos la cámara, qué decir y qué no decir, qué mostrar y qué no mostrar, y también ese relajo se lo traspasan al realizador, porque el documentalista igual es una persona manipuladora. No nos gusta decir estas cosas. El documentalista se supone que somos gente muy seria, con un ethos muy fuerte, pero nunca decimos que somos manipuladores, y somos muy manipuladores, porque además muchas veces manipulamos de una manera que no se note”.
Como los periodistas.
“Como los periodistas, claro. Pero los periodistas son más descarados a veces”.
Algunos de los temas que tocan son sociales, como la discriminación que sufren los mayores de edad en la búsqueda de trabajo y lo escaso de las pensiones en Chile. ¿Crees que la sociedad se interesa en eso? En la serie está bien balanceada la exposición de estos temas con las fantasías.
“En las entrevistas les preguntábamos por trabajo, por amor, por salud, pero después de la entrevista uno veía que había temas. Obviamente están cruzados, el amor con el cuerpo, el trabajo con la salud, bueno, está todo cruzado, pero hicimos este esfuerzo temático, sobre todo en los sueños. Tratamos. Los forzamos un poco, a veces resultaba y a veces no. Es bien experimental yo siento la propuesta en un sentido. También hay gente que nos ha dicho ‘oye, súper encerrado todo, súper oscuro, todo negro’. Y claro, porque tiene que ver con el código del teatro. Hay que hacer un cierto esfuerzo para verla y seguirla. Es intenso, muy intenso”.
Eso lo tiene también en común con los documentales de Maite Alberdi.
“Sí, son intensos. Es verdad. Claro, pero si tú me preguntas, porque uno nunca es original, se acerca mucho más al cine del brasileño Eduardo de Oliveira Coutinho, un gran documentalista que tiene unos documentales maravillosos, de entrevistas. Yo creo que está bien influenciado por él. Yo siento que es una experiencia, y a mí me parece interesante haber arriesgado”.
Por último, Cristián, hay varios momentos de conversación o de las fantasías que son bien emocionantes, que te deben haber hecho reflexionar sobre tu propio envejecimiento. ¿Cómo fue para ti estar en contacto con esas emociones tan constantemente?
“Sí po, antes de grabar ya iba a cumplir sesenta años, entonces tengo ese tema, que es pensar en mi vejez, que ya me llegó, pero tengo que pensar en eso. Y es un tema muy complejo, porque como estamos viviendo tanto… La vida se está prolongando muchísimo”.