City of stars canta Ryan Gosling en La la land, refiriéndose a Los Ángeles, y aunque esto es cierto todo el año, nunca es más cierto que en la semana de los Oscar. Así lo comprobamos en los últimos días, donde asistimos al Museo de la Academia y vivimos, seguramente, la experiencia más cercana a estar en el Dolby Theater el domingo de los premios. Frente a nosotros estuvieron Brendan Fraser, Colin Farrell y Alfonso Cuarón, entre muchos otros realizadores, productores y trabajadores de la industria, quienes compartieron detalles de sus películas mientras palpitaban con la opción de llevarse la estatuilla a casa. Una experiencia inimaginable hasta hace poco, pero que hoy podemos contar en primera persona.
En uno de los teatros más lindos que hemos visitado en LA, de butacas rojas y una pantalla que se expandía hasta su máximo potencial para exhibir los filmes, se llevaron a cabo los paneles con algunos de los protagonistas de este año.
El primer día fue el turno de la animación, particularmente de los cortos animados. The Boy, the Mole, the Fox and the Horse, de Charlie Mackesy y Matthew Freud, y que resultó ganador del Oscar, fue sin duda uno de los más bellos, con una historia simple y tierna sobre la amistad. My Year of Dicks, de Sara Gunnarsdóttir y Pamela Ribon, era quizás una opción demasiado jugada. Pero este corto que repasa las historias de amor (y desamor) de esta joven adolescente, tal como series como Sex Education o Sex Lives of Colleges Girls, nos sacó risas genuinas y tiene una animación muy ingeniosa. El otro destacado fue The Flying Sailor, de Amanda Forbes y Wendy Tilly: una historia de apenas ocho minutos que, como dijo del Toro, comprueba lo poderoso y experimental que puede ser la animación.
Luego, en el panel Animated Features Film, se encontraron los productores y directores de algunos de los estudios más grandes: Netflix, Dreamworks, Pixar y A24. Entre los asistentes había jóvenes animadores aspirantes a directores y una pequeña fanaticada de Guillermo del Toro –ganador al Oscar a Mejor Película Animada por Pinocchio– que lo esperó hasta último momento. A ellos les dijo: “La adversidad es el camino, los obstáculos son el camino. Ese tipo probablemente no querrá hacer tu película, así que debes creer que tu idea puede ser buena”. Agregó que le gusta hacer filmes que nadie más quiere realizar y que volver a contar la historia de este muñeco de madera fue una idea irresistible.
Los productores también alabaron Marcel the Shell with Shoes On, de Dean Fleischer Camp y A24. Turning Red, de Pixar, The Sea Beasts y Puss in Boots fueron las otras nominadas en esta categoría.
Documentales
Conseguir una buena historia es el primer desafío, pero cuando se trata de no ficción quizás lo más difícil es otorgarle forma a través de las imágenes y sus protagonistas. Por eso fue tan sorprendente escuchar cómo estos cinco realizadores dieron forma a sus documentales: algunos peligrosos y anclados profundamente en la realidad social y otros inusuales y extraordinarios, buscando su singularidad en lo simple.
Navalny, ganadora del Oscar y realizada por Daniel Roher, es de esos documentales en donde hay cosas en juego. Este sigue la historia de Alexei Navalny, líder de la oposición política en Rusia, quien en 2020 casi muere a causa de un intento de envenenamiento orquestado por el gobierno de Putin. En su forma el documental es clásico; similar a un programa de televisión, en donde el personaje demuestra por qué hoy es imposible hacer política sin un celular en la mano. Eso nos queda claro como espectadores, y por eso a ratos resulta extraña su actitud tan serena, tan despierta frente a la cámara, ante una situación tan peligrosa. Sin embargo, en sus minutos finales el contraste se hace evidente y ahí el documental empieza a calar hondo.
No dejó de sorprendernos ver a su esposa y sus dos hijos sobre el escenario en la entrega de la estatuilla, mientras su padre está encarcelado y privado de libertad a cientos de kilómetros. Nos preguntamos en qué mundo de contrastes vivimos y por qué el cine es político. O por qué no tendría que serlo…
Otra buen documental es All that Breathes, del indio Shaunak Sen. Inspirado en el aire de Delhi y sus texturas, este filme se interna en la vida de dos hermanos, quienes tienen un pequeño hospital dedicado a curar los milanos negros que encuentran en la ciudad. Esta es un ave milenaria de la India, y además de las bellas imágenes de ellos volando, el filme contiene pequeños clips de diminutos seres vivos conviviendo en la ciudad con los humanos: desde ratones hurgueteando la comida hasta las hormigas; un hallazgo que vale la pena ver. Fire of Love, de Sara Dosa, era uno de los favoritos este año de la crítica especializada.
También competían A House Made of Splinters, y All The Beauty and the Bloodshed, de Laura Poitras y con Nan Goldin entre sus productores.
En la categoría Short Documentary Film fue especialmente emotivo ver el corto How Do You Measure a Year?, de Jay Rosenblatt, quien decidió grabar a su hija en todos sus cumpleaños hasta que cumplió 18. Este muestra su evolución, y en parte, la de todos nosotros: el viaje desde la inocencia de la infancia hasta la aparición de la personalidad, el deseo de encajar, el ser mujer y la entrada al mundo adulto. El final es especialmente emotivo.
Short Film (Live Action)
Uno de los grandes lujos que nos pudimos dar fue ver los cinco filmes nominados en la categoría Short Film (Live Action) de manera seguida, casi como si estuviéramos viendo una sola película. La exhibición comenzó con el corto que se quedaría con el Oscar, An Irish Goodbye donde dos hermanos, Turlough y Lorcan –este último con síndrome de Down– deben lidiar con las cenizas de su fallecida madre. Un filme que destaca por su simpleza, la belleza del paisaje (ocurre en Irlanda del Norte), y sobre todo la relación entre los protagonistas, tan conflictiva como tierna y cómica. Uno de los directores de la cinta, Tom Berkeley, comentó en el panel de la categoría que “es importante para estos personajes no solo estar presentes en la historia, sino que ser activos en sus roles, y espero que la brillante actuación de James (Martin, quien personifica a Lorcan) muestre lo que se puede hacer cuando se interpreta un papel con responsabilidad”. La cinta aborda las complejidades que enfrentan las personas afectadas por el síndrome de Down, especialmente en cuanto al cuidado y la convivencia.
Los cortos que vinieron luego tocaron otros temas relevantes socialmente, como el abuso hacia las niñas (Ivalu); la culpa que el catolicismo le traspasa a las nuevas generaciones (Le Pupille); la discriminación y violencia que sufren las personas cuya imagen escapa a lo “normal” (Night Ride); y el drama de las mujeres en Irán, en este caso expresado en el arreglo de matrimonios con desconocidos sin su consentimiento (The Red Suitcase). Entre estas resaltó la ingenuidad y ternura de Le Pupille, película italiana que muestra la vida de un grupo de niñas en un internado liderado por monjas, para el que la directora Alice Rohrwacher contó con el apoyo de Disney.
Películas extranjeras
El ambiente que se formó en el teatro para el panel con los directores de los filmes nominados a Mejor Película extranjera fue distinto. Comenzó a jugar el aplausómetro, donde –cómo no– Argentina, representada por Argentina, 1985, sacó algo de ventaja. Y no era para menos, cuando la estrella de ese país, Ricardo Darín estaba entre nosotros, disfrutando de lo que pasaba en el escenario. No bastó el entusiasmo, sin embargo, para detener al peso pesado de la categoría, All Quiet on the Western Front, cinta alemana sobre la Primera Guerra Mundial que tenía otras tantas nominaciones, y que terminó ganando la competencia internacional, además de otras estatuillas. Edward Berger, director de esta superproducción europea, aprovechó la instancia para revelar una de las características que hace que esta película se sienta diferente a tantas otras que hemos visto en el mismo género: “Hacer un filme de guerra desde Estados Unidos te permite proponer un relato con héroes, con personas que liberan a otras, que cumplen una misión con éxito y vuelven a casa con una sensación de orgullo. Hacer una película de guerra en Alemania no admite héroes. No puedes tener a alguien que sobreviva, ni a alguien que complete una misión o que sienta cierto orgullo. Cada muerte en la cinta tiene que ser una terrible pérdida”. Ciertamente el filme de Berger, con su realismo y crudeza, logra transmitir esa sensación de desesperanza y caos, aun cuando a la vez destaque por la belleza de su fotografía: por algo se llevó también el Oscar en esta categoría.
En el camino quedaron la irlandesa The Quiet Girl, la polaca EO, la belga Close, y por supuesto Argentina, 1985, cinta sobre el juicio a los responsables de la dictadura en Argentina que fue representada en el escenario por su director, Santiago Mitre, a quien se le vio algo incómodo con una dinámica que planteó preguntas muy generales y que requirió de respuestas breves. No le ocurrió lo mismo al polaco Jerzy Skolimowski, quien acostumbrado a estos eventos –ochenta y cuatro años no pasan en vano– elogió la cinta de Mitre y bromeó acerca del protagonista de EO, un carismático burro.
Makeup and Hairstyling
Makeup and Hairstyling es una categoría que habría pasado totalmente desapercibida en esta crónica, si no hubiésemos tenido la oportunidad de escuchar en primera persona sus relatos. Maquilladores, diseñadores y actores trabajan juntos en cientos de escenas, lo que nos recuerda que el cine es también teatro. Una mixtura de todas las artes, desde la pintura hasta la danza, desde la actuación al guion. Esto fue destacado por Tenoch Huerta, una de las visitas sorpresa de la jornada, quien llegó al escenario para hablar de su papel como Namor en Black Panther: Wakanda Forever, y resaltó lo importante que es el trabajo de maquilladores, estilistas y diseñadores de vestuario para que personajes como el suyo cobren vida.
El mismísimo Brendan Fraser, protagonista de The Whale –película ganadora en esta categoría– estuvo en el escenario del David Geffen Theater contando detalles de su experiencia encarnando a Charlie: un hombre de mediana edad que está confinado en su casa producto de su obesidad. Fraser, quien además ganó el Oscar a Mejor Actor, dijo que encarnar este cuerpo, obedeciendo a las mismas leyes de la gravedad que una persona en esa condición, le dio un sentido de poder a su interpretación. “Esto no es una creación digital”, destacó el actor. Cada uno de los detalles de su rostro, su pelo y su cuerpo fueron encarnados por Fraser con el apoyo de este equipo.
Otro testimonio memorable fue el de All Quiet in The Western Front. Sus maquilladoras contaron que cada mañana los actores llegaban limpios y repuestos y ellas debían hacerlos lucir sucios y cansados, e incluso seguirlos por el barro en varias escenas. Por si faltaba algo, mientras se hablaba de la apariencia El Pingüino en The Batman, Colin Farrell –nominado a Mejor Actor por The Banshees of Inisherin– saltó al escenario para dar detalles de este personaje que él interpretó, y que luce un rostro completamente distinto al suyo. El actor de Hollywood reveló que no es que se pensara primero en él y luego en la apariencia del famoso villano de Ciudad Gótica, sino al revés: una vez aceptado el papel, vio por primera vez la cara que él tendría que encarnar: de ahí en más, todo quedó en manos de los habilidosos maquilladores y estilistas.
El final de esta última jornada previa a los Oscar en el Museo de la Academia nos dejó muy contentos, por haber podido conocer de primera fuente tantos detalles de películas buenísimas, y por haber podido estar a pocos metros de estrellas de esas que tienen encandilado a medio mundo por estos días. También nos dejó un montón de fotos y videos en nuestros celulares (¡pueden ver algunos en nuestro Instagram, @entrance_cl!), y claro, algunas fotos nuestras en una especie de pasarela adornada con un Oscar de tamaño XL: sí, aquí todos tienen la oportunidad de sentirse superstar por un minuto. Una experiencia difícil de creer y de olvidar, y que pasó tan rápido como cada instancia de esas que se sienten únicas. Ahora nos queda dirigir la mirada hacia el futuro: Oscars 2024, ¡vamos por ti!