Vivimos en un mundo cada vez más digital, pero los que crecimos en un entorno analógico buscamos esa complicidad y comodidad que nos da el desengancharnos de las pantallas. Para mí, uno de esos momentos es el ir a la biblioteca. Lugares con cierta magia para los que somos amantes de la literatura y no solo vamos en busca de entretenimiento o una gran historia, sino que también de conocimiento. En una de mis incursiones, me topé con la obra «Las mujeres detrás de Picasso» y ha sido uno de mis grandes descubrimientos en lo que va del año. Por eso no puedo dejar de recomendarlo, y sobre todo si ha dado pie a una interesante conversación con su autora, la historiadora del arte y divulgadora Eugenia Tenenbaum.
De Pablo Picasso sabemos mucho y su obra es mundialmente conocida. Es uno de los que más se nombra cuando se habla de los principales personajes del arte español, aunque parte de su obra tiene como inspiración unas mujeres de las que sabemos poco o nada.
Jacqueline Roque, Fernande Olivier, Eva Gouel, Olga Khokhlova, Françoise Gilot, Marie- Thérèse Walter, Dora Maar y Geneviève Laporte conforman la obra “Las mujeres detrás de Picasso”, un libro ilustrado que cuenta la historia de las protagonistas retratadas por el pintor español en sus cuadros, pero cuyas vidas han quedado relegadas por la crítica cultural a pesar de la importancia que tienen en su obra.
Fue, precisamente, a través de la figura de una de ellas, Dora Maar, que Eugenia Tenenbaum comenzó a investigar sobre la violencia que Picasso ejercía sobre las mujeres que formaron parte de su vida. Luego, su proyecto se convirtió en un libro gracias al encargo que recibió de la editorial Lunwerg, parte del conglomerado de Planeta.
“A mí me ha interesado mucho el mundo de la fotografía cuando era más joven y no estaba tan especializada, y gracias a ese interés llegué a la figura de Dora Maar. Me preocupé por investigar su producción fotográfica y salté después a su vida. Entonces me pregunté cómo puede ser que esta mujer tan potente haya estado en su momento con un nombre tan potente también, pero al mismo tiempo, al yo haber estudiado a Picasso en ningún momento me mencionaron a Dora Maar y en cambio no puedo investigarla a ella sin él”, explica la historiadora del arte en la conversación que hemos mantenido.
De hecho, añade que cuando empezó a tirar del hilo no pudo parar porque era inconcebible que no se supiera más sobre las mujeres en torno a Pablo Picasso teniendo en cuenta la naturalidad de su obra:“No puede ser que un artista tan sumamente conocido, cuya obra es primordialmente autobiográfica, se sepan algunas cuestiones relacionadas con la política o sus amistades y que no se produzca ese acercamiento a través de las mujeres que estuvieron por desgracia dentro de su órbita”, sentencia.
Ellas son las protagonistas
Desde la primera página, se siente que la obra es por y para ellas. Para darles el sitio que merecen, y que Picasso es solo un nexo de unión y una excusa para el desarrollo del libro. Eugenia Tenenbaum lo consigue gracias al no nombrarlo. Se dirige a él indirectamente de varias maneras, como por ejemplo, “el pintor”, un recurso de omisión que no es nuevo en la literatura, pero que la historiadora del arte tomó por convicción.
“La mayor parte de la gente no las conoce, a pesar de que todas ellas han sido ampliamente retratadas en sus cuadros. Este recurso era una manera de seguir incidiendo en que las protagonistas eran ellas, y también, sobre todo, de que el papel que cumple él es un personaje residual. Creo mucho en la justicia simbólica a través del lenguaje, porque este es político. Haciendo este tipo de inmersiones, la gente es capaz de conectar a través de lo emocional con cuestiones que se suelen defender desde la teoría. Luego, a nivel escritura fue muy divertido erosionar y tener que encontrar continuamente eufemismos”, afirma la autora.
Esto, además, calza a la perfección con el objetivo de la obra de poner el foco en ellas, algo que Tenenbaum también consigue al darle un género y estructura diferente a cada uno de los relatos. Una idea, que al igual que la estrategia antes mencionada, resalta las particularidades de cada una de las protagonistas, quienes fueron más que las “musas”, pues casi todas ellas procedían del mundo del arte y las humanidades y su talento quedó sometido a la figura del “genio” y relegadas a su servicio.
“Al ser un encargo, cada una de las historias debía ocupar 15 páginas y eso no es nada. Al darles diferentes relatos pude individualizarlas y acabar con el problema de que algunas las estaba priorizando a nivel ensayo y otras con relato, y decidí unificar y que fueran los ocho relatos, pero con un formato narrativo distinto”, cuenta.
Se trata de unas mujeres que sufrieron todo tipo de violencias, y cuya historia vale la pena conocer, pues como decimos tienen su propio brillo. Pero Eugenia Tenenbaum no esconde que el acceso a la documentación en algunos casos le ha conllevado frustración, por la falta de algo que contar (como en el capítulo sobre la vida de Eva) o porque las fuentes estaban en un idioma que no domina como es el francés, pero que para ella denota la falta de interés desde España por traducir.
“Una de las cosas más frustrantes fue darme cuenta hasta qué punto hay mucha bibliografía al respecto, mayoritariamente en otros idiomas, sobre todo en inglés y en francés, a esta no tuve apenas acceso porque no lo entiendo. Esto genera frustración, ya no tanto como investigadora, sino como feminista, porque te das cuenta de que no se habla de estas cuestiones porque no interesa. Estos estudios son residuales y marginalizados, sobre todo”.
“En el libro se reflejan todos los tipos de violencia”
Como decimos, “Las mujeres detrás de Picasso” no es solo un compendio de diferentes biografías es una obra de riqueza literaria, histórica y también un buen ejemplo de la violencia a la que han estado sometidas las mujeres bajo el yugo del pintor, pero también en el mundo del arte y la sociedad en general.
Y es que como hemos apuntado, todas las protagonistas del libro son víctimas de violencia, no solo doméstica, sino que también económica o social. No solo se dedicaron en cuerpo y alma al pintor, en algunos casos también les cobró su propia producción artística y su vida.
En nuestra conversación con Eugenia Tenenbaum, resaltamos a Françoise X, no porque sea más importante que las demás, sino porque seguramente es la más conocida fuera de la red de Picasso, un nombre que ha llegado a nuestros días aunque no al nivel de fama que tiene él. Su caso es el más particular precisamente porque es la única de ellas que escapa de las garras del malagueño. ¿Coincidencia?
No. Si es la más conocida es porque pudo tener vida más allá de Picasso. Tenenbaum, nos señala claramente la razón: “Es la única que tuvo a mujeres feministas en su familia, entonces partía de unas herramientas sociales y familiares que las demás no tuvieron. No es cuestión de carácter, es personalidad. De ahí la importancia de dar a las mujeres herramientas desde pequeñas para que sepan identificar las situaciones de violencia y saber que tienen derecho y pueden salir de ellas”, dice.
En este mismo sentido, la autora confirma: “Terminó siendo muy importante entender este libro como una especie de sistematización de cómo funciona la violencia machista, porque al final todos los tipos de violencia están reflejados”.
La destrucción del mito y genio
Podríamos haber estado horas y horas hablando con Eugenia Tenenbaum. “Las mujeres detrás de Picasso” da para muchos temas y debates, sobre todo considerado que el área de especialización de la historiadora del arte y divulgadora cultural, que es la perspectiva de género, es un tema candente y muy necesario en un sector poco propicio a los cambios y a las diferentes visiones.
De hecho, al hablar de Picasso y de la obra que nos ocupa, es inevitable no reflexionar sobre el mito de los genios y lo intocables que son dentro de la academia. El pintor malagueño no es el único que cae al indagar sobre su obra y su vida. Es algo que ocurre con más asiduidad de lo que pensamos y que abarca artes como la música, el cine o la literatura.
Uno de los aspectos destacados de la lectura es que usa un vocabulario y unas herramientas que lo hacen muy accesible y extrapola ciertos aspectos que todavía se repiten hoy en día para que tomemos consciencia de que la conversación va más allá de la violencia ejercida sobre la mujer en el pasado. Se trata de un debate que tiene relevancia en el presente en el sector artístico y en la sociedad general.
“Estas dinámicas de poder y este marco de violencia machista se extrapola a un montón de hombres que vivieron en su época, pero también a los que vivieron antes y muchísimos que vivieron después y siguen vivos. Esto también era algo que me daba mucha rabia. Este argumento de ‘eran hombres de otros tiempos’, sí, pero es que sus tiempos siguen siendo los nuestros, porque seguimos viviendo en sociedades patriarcales. Por tanto, hablar de ellos en su pasado es también hablar de nosotras en nuestro presente. Y eso para mí era muy importante y al mismo tiempo muy complicado”, sentencia.
De ahí que se nos nombre, por ejemplo, a Leonardo DiCaprio, conocido actor que también lo es porque sus novias nunca superan los 25 años, algo que lo liga directamente con un Picasso con una conducta muy similar. Para Eugenia Tenenbaum, la existencia del canon es el que mantiene el mito de algunos genios a pesar de que se sabe que este no es más que eso: una construcción literaria y artística.
“Como dice Griselda Polo, el canon es una herramienta para seguir alimentando el narcisismo masculino. Entonces no se nos introduce una perspectiva de género, ni la perspectiva de clase, ni la perspectiva colonial, porque las vanguardias de finales del siglo XIX y principios del siglo XX participaron en el expolio de materias primas y bienes artísticos en África y Oceania y muchos de esos genios son coleccionadores de esto por lo que no crean nada nuevo y solo lo adaptan a lenguajes europeos. Sin esas perspectivas se generan este tipo de ficciones que cuando las confrontas con la documentación y la realidad, se caen por su propio peso”, afirma Eugenia Tenenbaum, que añade sobre esto en concreto sobre Pablo Picasso:
“No hubiera existido sin el arte africano, del mismo modo que tampoco habría podido ser el artista prolífico que fue si de manera continuada no hubiera derivado sus propios cuidados y sus necesidades primarias en otras personas, en muchos casos mujeres de clase obrera que trabajaban como criadas, amas de llaves y sirvientas, o en mujeres burguesas o en posiciones económicas privilegiadas con las que mantenía relaciones afectivas. Entonces, cuando tú sabes esto y lo contrastas con la documentación, pues obviamente este mito y esta leyenda del genio individual creador se desmigaja porque es una leyenda, o sea, es una construcción historiográfica de principio a fin”, apunta.
El surgimiento de nuevas conversaciones y debates en el mundo del arte son algunas de las ventajas que ha traído la divulgación cultural a través de las redes sociales, algo que ha democratizado el acceso y la intervención de personas que anteriormente no podían ser parte de ello.
“Como dice el dicho, la casa del amo no se puede derruir con las herramientas del amo. La academia es un marco muy elitista y clasista. Al final es una de las principales defensoras del status quo. Lo ha sido durante muchísimo tiempo y sigue siendo todavía al día de hoy muy complicado tocar o investigar según qué temas dentro de ella. Me considero una privilegiada por hacer lo que hago porque he obtenido unas herramientas metodológicas y de investigación que son lo que me permiten trabajar como investigador autónomo”, declara al respecto.
Eugenia Tenenbaum, en ese sentido, es una de las máximas exponentes en España, y agradece el hecho de que sea así, aunque también reivindica su papel y el de compañeras para ser tomadas por lo que son y no meterlas en el mismo ‘saco’ que los influencers.
“Tengo el marco teórico y crítico, no dependo del visto bueno de nadie, y eso me da una libertad increíble y se lo permite a otras creadoras también, el problema de la divulgación en redes es que, por un lado, se romantiza y por otro se idealiza, pero permiten esa amplitud de miras y libertad de expresión que en un entorno académico quizás no tendrías”, expone, a la vez que añade que su producción literaria le ha hecho obtener prestigio más allá de las redes sociales: “En círculos académicos se da esa noción clasista de ‘bueno, esta chica no solo trabaja en redes sociales, sino que también escribe libros de verdad”.
No es nada fácil dedicarse a la divulgación cultural en redes sociales, como sucede en las artes y humanidades, la precariedad forma parte del día a día. Pero Eugenia Tenenbaum mantiene la misma ilusión o más que el primer día. Aunque asegura que se está tomando el momento actual con más descanso después de “unos años locos”, ya trabaja en su tercer libro, tras “Las mujeres detrás de Picasso” y su debut con “La mirada inquieta”, un ensayo que invita a ver el arte “con tus propios ojos”.
De su nuevo proyecto no nos desvela mucho, pero sí que su idea es tomárselo “con mucha calma, porque es un proyecto que requiere mucha investigación y unos tiempos muy distendidos”. Aquí lo esperaremos con ganas.
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