La serie protagonizada por Bella Ramsey, Pedro Pascal e Isbela Merced cumplió con las expectativas en su segunda temporada, donde la tensión entre verdad, mentira y omisión marcó las relaciones entre los personajes. Una entrega que tuvo suspenso, angustia, violencia, amor y sorpresas, y que dejó la mesa servida para un futuro que promete nuevos protagonistas. Por Romina Anahí.
Pasaron algunos años después de la primera parte de The Last of Us y desde el inicio de la nueva entrega se nota el quiebre entre Ellie (Bella Ramsey) y Joel (Pedro Pascal). Ya desde aquí comienza un cuestionamiento, una sensación tirante en medio de un panorama que nos lleva a reflexionar sobre cómo el peso de los actos puede remover los cimientos de los vínculos, por más que exista una intención noble detrás, como la de proteger a alguien que se ha vuelto tan importante. Entonces, aparece la interrogante: ¿hasta dónde se puede llegar transitando el límite entre la verdad, la mentira e incluso la omisión? Porque es real: nuestros protagonistas sostienen sus propios dolores y motivos y desde ese espacio nos damos cuenta de que en este relato hay matices que van mucho más allá de juzgar qué razones son las verdaderamente válidas a la hora de reaccionar ante el entorno.
Continuando con este trayecto (y qué honestamente doloroso se me hace recordar para escribir esto) la atmósfera se torna fría, petrificante, y no me refiero al clima, sino a ese espectacular segundo capítulo (¿lo mejor del show hasta ahora?), donde parte de la trama se derrumba o, siendo aún más precisa, nos derrumbó a tantos espectadores: la cruenta muerte que Abby (Kaitlyn Dever) le dio a Joel a modo de ajuste de cuentas, porque fue él quien a la vez mató al padre de esta joven que, si bien es un personaje nuevo, ya ha resultado ser clave y un factor detonante de lo que vendrá. Esta es, sin dudas, la escena más demoledora de la temporada, donde la tortura y la agonía pasaran en cámara lenta y, a la vez, como un golpe súbito e irrevocable.
Y aun cuando desde la historia del videojuego se conocía lo que ocurriría con Joel, también hay algo cierto: que sepamos cómo terminará algo no significa que no duela, y esto es válido tanto en la realidad como en la ficción.
Con Joel fuera del panorama, el viaje se redirige a través de Ellie y Dina (Isabela Merced), su nueva compañera de romance y aventuras, con quien se embarca hacia su nuevo propósito: matar a la asesina de quien fuera su amigo y figura paterna, una misión temeraria que tiene a Seattle como epicentro y que responde más a un impulso que a un plan bien urdido.
A partir de lo anterior, es la misma Ellie quien a través de sus decisiones también genera un impacto en los personajes que, con o sin quererlo, la acompañan en una travesía que sigue narrando un ciclo de violencia que puede resultar como un acto egoísta para algunos, pero que persiste en medio de los recuerdos del café, las canciones compartidas y aquellos momentos en los que, a pesar de las diferencias y conflictos, prevalecieron el cariño y la conexión familiar construida entre Joel y la joven. Ahí radica el motor que arrastra a la protagonista y a sus pares a situaciones cada vez más críticas, pero que no por eso la detienen.
Tal como se menciona en la serie, hay acciones que conllevan un precio y esta idea se mantiene vigente desde un pasado que no puede dejarse ir, un presente que es imposible vivir en paz ni plenitud y un futuro que desde ya se ve teñido de una oscura y constante incertidumbre, de la misma forma en que concluyó esta segunda etapa. ¿Y qué pasa con los daños colaterales provocados?, ¿hasta dónde el sufrimiento podría seguir sosteniendo esta ciclicidad?, ¿podemos juzgar si esto es venganza o justicia? Sin duda, hay algo claro: esto va mucho más allá de una simple dualidad entre “héroes y villanos”.
Al final, no queda más que destacar especialmente el gran nivel de las interpretaciones de Bella Ramsey y de Pedro Pascal, quienes traspasaron su increíble conexión a través de la pantalla, mostrando a una Ellie impetuosa en sus convicciones, a pesar de los dolores que carga y la configuran, y a un Joel que en su papel antiheroico y de presencia imborrable ha seguido sosteniendo su parte de la trama desde otra arista, brillando, por ejemplo, en el capítulo 6, que funciona como una linda despedida de su inolvidable personaje. Ahora toca esperar la confirmada tercera temporada, donde recién sabremos qué pasó en ese cara a cara entre Ellie y Abby, y cuáles serán las consecuencias de ese duelo para Dina y su bebé.