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Elemental: Una poderosa fábula sobre el amor y la inmigración

Si bien el romance no ha estado completamente ausente del mundo Pixar –es cosa de recordar a Woody y Bo Peep, o a Buzz Lightyear y Jessie–, Elemental (Elementos, Peter Sohn, 2023), el más reciente estreno del prestigioso estudio de Disney, sorprende al centrar su historia en el amor de pareja. Este filme animado es protagonizado por Ember Lumen (Leah Lewis), una joven y talentosa mujer de fuego que pertenece a una familia de inmigrantes compuesta por el mismo elemento. El otro personaje principal es Wade Ripple (Mamoudou Athie), un simpático hombre de agua cuyos padres y familiares también se identifican con el elemento líquido. En una nueva y colorida versión de Romeo y Julieta –sin el componente trágico, por cierto–, el amor entre ambos debe enfrentar obstáculos que no nacen en una rivalidad entre familias, sino que en las distintas tradiciones y expectativas de la cultura de la que proviene cada uno. 

La cinta muestra en un inicio a los padres de Ember, Bernie y Cinder Lumen, llegando a Element City, una imponente ciudad inspirada principalmente en Nueva York, donde conviven seres compuestos por los distintos elementos: agua, tierra, aire y fuego. Este último, eso sí, es un grupo claramente minoritario, lo que se manifiesta en incomprensión y maltrato hacia ellos. Aún así, con el sueño de salir adelante, Bernie y Cinder abren un almacén de productos de fuego atendido por ellos mismos y más adelante también por la pequeña Ember, quien a los ojos de sus padres está destinada a heredar y mantener el negocio familiar. Como se puede ver en el documental corto Good Chemistry: The Story of Elemental (Química de Pixar: La historia de Elementos, 2023), también estrenado en Disney+, esta historia está inspirada en la experiencia de los padres del director del filme, Peter Sohn, quienes migraron desde Corea del Sur a la Gran Manzana y debieron enfrentar, al igual que el cineasta, gritos racistas y ataques de quienes no los querían en “su” ciudad. En ese sentido, de manera sutil, la película es clara en sus puntos: muestra, por ejemplo, que todos los elementos llegaron a la ciudad, es decir, que no hay ninguno que sea originario o que deba tener más derechos. Muestra, también, como ante la incomprensión de los nombres originales de Bernie y Cinder, estos deben aceptar otros del idioma dominante, sacrificándose para la comodidad de los demás, tal como es tan común en las personas de origen asiático en los Estados Unidos. Una importante crítica que hace sentido en casi todo el mundo, donde actualmente hay 184 millones de migrantes, además de quienes pertenecen a la segunda generación, como el propio Sohn. 

Aunque el recibimiento en la nueva ciudad es un gran problema, no es el único. También está la adaptación. Y aquí es donde pesan las tradiciones y expectativas de los padres en relación con su hija. Ember, de hecho, es muy independiente y aunque se identifica con la cultura del fuego y respeta mucho a sus progenitores, también es parte del contexto donde nació y creció, una ciudad cosmopolita donde las diferencias –para muchos, mas no para todos– están en segundo plano. La protagonista sufre por sus dificultades para manejar la tienda de sus padres cuando estos se van poniendo viejos, y nunca se siente cómoda con la presión que carga, lo que comienza a resolverse con la accidental aparición de Wade. La relación entre ambos, quienes demuestran interés por el otro desde el primer encuentro, se complica por la supuesta incompatibilidad de sus elementos –el agua apaga al fuego, y el fuego hace hervir al agua– y más aún por lo que esperan sus padres: un novio de agua, el elemento que predomina y que vive más cómodamente en Elemental City –como los blancos en EE.UU. y en tantas partes–, es lo último que querrían. Así, con la ayuda de Wade, Ember debe luchar contra sus temores e inseguridades para poder, por un lado, desafiar al prejuicio, y por otro decir la verdad a sus padres y encontrar su propio camino, tanto en el ámbito del trabajo como en el del amor, sin dejar de ser la respetuosa y cariñosa hija que siempre fue.  

Fuera de estos temas fundamentales, que son los que le dan la fuerza al guion, Elemental tiene otras grandes fortalezas. Por ejemplo, la animación es impresionante: la representación del fuego, con su carácter luminoso e inestable, y del agua, con su flexibilidad y transparencia, es convincente y muy atractiva de mirar. Lo mismo pasa con la ciudad, que impacta con su apariencia imponente y variopinta en sus formas y colores. Como en cada película de Pixar, tampoco falta el humor agudo y sutil, que utiliza muy bien las características de cada elemento –“You are hot!”, le dice en un momento Wade a Ember, por ejemplo–. Y menos puede faltar la emotividad, que llega a su punto más alto en el desenlace. Aunque la cinta puede causar discusión, debido, por ejemplo, a su visión quizás demasiado optimista con respecto a la aceptación de los migrantes en Estados Unidos, lo cierto es que el público ha estado de su lado. Luego de un debut tibio, recaudando solo 30 millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición en EE.UU. –costó $200 millones–, la película fue ganando terreno hasta alcanzar los $484 millones a nivel mundial, y más recientemente convertirse en el estreno más exitoso de 2023 en Disney+ (y top ten desde que nació este streaming) con 26.4 millones de visualizaciones en sus primeros cinco días, según el sitio Animation Express. Un éxito que tiene muy contento a su director, especialmente cuando fue el boca a boca, y no Rotten Tomatoes ni IMDB, lo que hizo que la audiencia le diera una oportunidad. 

Crédito de la imagen: Disney / Pixar

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