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El cantautor chileno contó detalles de su disco “¿Y?”, que está ad-portas de salir a la luz y que se compone exclusivamente de colaboraciones, incluyendo a artistas como Chini.png, Rosario Alfonso, Princesa Alba y Jósean Log. Además, el cantante habla de su próximo álbum en solitario, de sus ganas de volver a tocar con Tus Amigos Nuevos, y del estado actual de la música: “Me da vértigo ser testigo de los jóvenes que quieren hacer música hoy, porque es más difícil que nunca”.

El sonido de la música de Diego Lorenzini debe ser uno de los más identificables de la escena chilena. Las sensaciones de intimidad que transmite con la voz y un puñado de instrumentos, y de cercanía que logra con letras originales y juguetonas, son una marca registrada que se cruza sin problemas por tonos nostálgicos, románticos, cómicos y bailables, y que parece potenciarse cuando toca compartir el micrófono. Sus duetos con Erlend Øye, Niña Tormenta, Yorka y Bronko Yotte son buenos ejemplos, así como los que estarán incluidos en su quinto álbum como solista, “¿Y?”, que saldrá entre septiembre y octubre, y que tiene una particularidad frente a sus lanzamientos previos.

“Es un disco de colaboraciones, pero no necesariamente de invitaciones a interpretar, como un feat, sino que con todas las canciones compuestas entre dos personas”, dice el cantautor y fundador del sello Uva Robot, quien ya adelantó temas junto a Chini.png (“Musculosos y ricas”), Rosario Alfonso (“Es broma, en serio”) y Simón Campusano (“Estoy loco y no es por ti”). En esta entrevista, Lorenzini nos cuenta desde Barcelona, donde vive desde hace algunos años, sobre quiénes serán el resto de sus colaboradores, destacando Princesa Alba y Jósean Log, qué podemos esperar de su sexto disco como solista, los recientes ensayos con Tus Amigos Nuevos, su próxima gira en Chile y Latinoamérica, el impacto de las redes sociales en la música y mucho más.

¿Qué podemos esperar de tu disco “¿Y?”?
“Que sea un disco de colaboraciones es algo que me tiene muy contento. Por un lado, porque colaborar es muy especial, pero también porque, para mí, tiene que ver con volver a una raíz de producción más desde el juego, que era parte importante de los comienzos del sello Uva Robot, donde yo trabajaba no solo con artistas, sino que también con gente que hacía música un poco sin saber bien lo que estaba haciendo. Yo me sentía así también. En el disco hay colaboraciones con Chini.png y Rosario Alfonso, con quienes empezamos en el sello, pero luego hicimos música profesionalmente, y con Simón Campusano, que es parte del círculo, pero también con amigos, con familia, lo que hace que pueda empapar un poco más mi trabajo de solista de ciertas inquietudes que hemos venido trabajando y que en colaboración me parece más natural y orgánico mostrarlas, como un coqueteo con otros géneros u otras formas de abordar las canciones”.

Leí en tus posts sobre algunas de las nuevas canciones que estas fueron grabadas en Talca. ¿Todas los temas del disco fueron creadas y grabadas allí, in situ?
“La gran mayoría fueron creadas in situ, y hubo una parte importante que ocurrió en Talca. Los singles que ya saqué fueron grabados allí. Simón, Chini y Rosario viajaron a Talca, y también tengo una canción con mi hermano menor, Joaquín, que vive en Talca y esa también la grabamos ahí. ‘Musculosos y ricas’ nosotros la veníamos rumiando hace mucho tiempo, entonces esa la compusimos un poco en camarines, en giras, y terminamos de grabarla en Talca, pero hay otras que grabamos en Santiago. Por ejemplo, la colaboración con Princesa Alba, aunque la compusimos inicialmente a distancia, conmigo en España y ella en Chile. También hay una canción con Jósean Log, que es un mexicano, y esa la hicimos en España, entonces en realidad el disco para mí es una oportunidad de mostrar cosas que en términos solistas quiero empezar a hacer, intereses que de pronto cambian de dirección, y las colaboraciones en un momento me di cuenta de que se me estaban acumulando y que podía intencionarlas como para que se transformaran en un disco. Tengo también una colaboración con mi hermano mayor, Nicolás, que vive en Alemania y esa la grabamos allá, y también con Maite (Pizarro), mi pareja, que la grabamos en España. Es un disco que pasa por muchos lugares y que tiene que ver con esa cosa más bien desprejuiciada que tiene mi rol como productor, en el que me siento más torpe, pero a la vez más libre de probar cosas”.

Mencionaste muchas de las personas con las que colaboras en el disco. ¿Nos puedes compartir el resto de los nombres?
“Hay una canción que me encanta y que es con Chufla, mi mejor amigo, con quien ya habíamos hecho juntos ‘Trovador retrofuturista’. Él es alguien que no se dedica a la música. Y tuve la oportunidad también muy bonita de incluir una canción donde musicalicé un poema de Jorge Tellier, y que los herederos me permitieron ponerla en el disco como si fuera una colaboración, así que va a aparecer como Diego Lorenzini y Jorge Tellier. Y bueno, para mí siempre el crear cosas es una manera de inventar un juego con reglas que sean lo suficientemente claras como para que el hacer trampa tenga sentido. Entonces, tengo una canción en la que colaboro conmigo mismo y que es bastante tusamigosnuevística. Yo hago muchos experimentos, hago también música para películas y programas de televisión, entonces hay una parte de mi trabajo que quizás no he encontrado la manera de mostrarla. En esta colaboración conmigo mismo abro un perfil de un catálogo de rarezas que se llama como yo, pero con signos de interrogación. Por ejemplo, esa canción es de Diego Lorenzini y ¿Diego Lorenzini? No sé, son ideas muy tontas, pero para mí son muy importantes. Y ese es un poco el chiste del nombre del álbum, que describe esta compañía. Todas las canciones son Diego Lorenzini y alguien más. Pero también tiene otro significado, como una expectativa no necesariamente épica, como ¿ya, y? Y también tiene que ver con algo que me gusta y que con este disco se profundiza un poco más, que es el estudio del ritmo, y el ¿y? es una forma de describir ciertos acentos que salen de los tiempos fuertes. Este disco tiene muchos ritmos, abordados de maneras distintas, que es algo que estoy trabajando también en el disco paralelo que estoy haciendo, un disco solista propiamente tal que se anticipa con este y que voy a sacar el próximo año”.

Ahora que has acumulado tanta experiencia colaborando con otros artistas, ¿cuál dirías que es la principal diferencia en la creación de una canción cuando la haces con alguien y cuando es un trabajo solo tuyo?
“El colaborar me hace recuperar el gusto por producir, por elegir y arreglar las canciones, porque al haber un elemento que es ajeno, en el mejor sentido, puedo ver las ideas de con quienes colaboro, algunas melodías, pasajes o estructuras, y puedo abordarlas con la distancia suficiente para poder jugar más con los arreglos y las mezclas. Es más difícil ver las cosas con distancia cuando tú eres quien está metido en todas las etapas, en cambio aquí hay una parte en donde puedo encontrar el gusto de ese eco desde la producción, más que desde la composición, en la que obviamente también he participado, pero sobre todo ahora me siento muy emocionado y muy desafiado por mezclar”.

“Yo siento que hasta cierto punto el relato de los sencillos que han ido apareciendo han ido vistiéndose. ‘Es broma en serio’ es una guitarra, un cuatro tocado por Rosario y nuestras voces; ‘Estoy loco y no es por ti’ tiene una guitarra, tocada por Simón, y un ukelele, tocado por mí, pero también tiene percusiones electrónicas y una batería; y en ‘Musculosos y ricas’ empiezan a aparecer atmósferas, percusiones con congas, baterías, entonces poco a poco se ha ido vistiendo la manera en que estas canciones están producidas, y que también van develando ese interés. Por ejemplo, mi hermano mayor siempre ha estado muy ligado a la música electrónica. Entonces, nosotros hicimos una canción que está a medio camino entre algo muy acústico, de hecho, tiene un ukelele, pero tiene una forma de componerse y producirse que es muy desde el mundo de la pista de baile, o desde la electrónica, y no cualquiera, una que bebe mucho de Berlín, que es un lugar donde la música electrónica es tomada muy en serio”.

Dentro de esta inquietud por colaborar y trabajar con lo ajeno, como señalaste, ¿te dan ganas de volver a tocar en banda? ¿Con Tus Amigos Nuevos, por ejemplo?
“Sí, me gusta mucho tocar con otra gente. Y es verdad que hacer un disco de colaboraciones pareciera ser también un llamado a tocar con otros. Hay algo en la colaboración, en el diálogo con una persona o una banda, que te lleva a lugares donde, bueno, uno no siempre escucha la misma música. En la mañana tú no quieres escuchar tecno, como tampoco quieres escuchar una balada cuando estás corriendo, entonces en el mismo día uno tiene distintos intereses musicales, y afortunadamente la música tiene muchos contextos. Las bandas creo que ayudan mucho a eso, a que el contexto pueda ser diferente según el resultado de la colaboración. Es lo que pasa en este disco, hay canciones que son más introspectivas, más bailables, más divertidas o más tristes, y eso tiene que ver con cosas que a mí me interesan, pero que también se topan con el lugar en el que nos encontramos con esa persona en ese momento. Por ejemplo, la canción con Princesa Alba es muy triste, y tiene una parte de lo que ella ha logrado construir, que viene muy desde el pop, pero muy nostálgico, muy melancólico, con una oscuridad que en este caso me alimenta mucho”.

“Pero bueno, tengo mucho interés en volver a tocar con banda, con Tus Amigos Nuevos, con Los Varios Artistas y otros proyectos. Con Tus Amigos Nuevos estuvimos tocando cuando estuve en Chile. No hicimos conciertos, pero hemos vuelto a ensayar, porque es algo que también me interesaría, y bueno a todos nos interesó poder sacarlo adelante con calma, porque yo, para bien o para mal, soy el único que no es padre en la banda, entonces hubo un momento donde era muy difícil continuar con el proyecto de la misma forma en que lo estábamos haciendo. Pero los ciclos se pasan la posta, entonces estamos viendo un momento de nuestras vidas donde podríamos quizás volver a grabar un nuevo disco, o volver a tocar, sería muy bonito. Por el momento lo he disfrutado un montón. De hecho, sin ir más lejos, ‘¿Y?’ tiene una colaboración con Leo Salinas, el bajista principal de la banda, y esa canción con él nace de composiciones o inquietudes que teníamos cuando estábamos en el grupo, que eran parte de nuestra complicidad”.

En ese mundo creativo que describiste muy bien, ¿dónde entran tus animaciones y dibujos? Se ve que son muy importantes también en tu trabajo.
“Ha sido muy lindo que, con la música, mis dibujos tienen más visibilidad que nunca, mucho más que cuando me dedicaba a eso, haciendo clases y también exponiendo. Mi música les ha dado visibilidad a través de las portadas, pero también por colaboración con otros músicos, o en el trabajo de Uva Robot. Ha habido esfuerzos de producción y de gestión muy increíbles por parte de Tiare Galaz (Niña Tormenta), de Chini Ayarza, de Rosario Alfonso, y muchos más que, al yo poner las imágenes, le han dado una vida a esa forma de construir lo visual que ha sido muy bonito para mí. Pero es algo que también estoy tratando de redireccionar, porque la forma en la cual se ha difundido mi trabajo ha sido más que nada en redes sociales, y estas me parece que en el último tiempo han cambiado de una manera bastante perversa, entonces quiero intencionar de mejor forma la manera que se podría hacer llegar ese trabajo. Me gustaría publicar un libro, esto de las animaciones también es algo que me llama mucho la atención, es una manera de darle visibilidad al trabajo que al día de hoy es imposible que llegue a otra persona si no está mediado por un reel, por un live, por una exigencia muy grande de contenido. Entonces, si el contenido puede ser una obra en sí misma, algo que no sea simplemente darle en el gusto a esta necesidad perturbadora de hacer lo privado público, mejor. El dibujo a mí me ha salvado en muchas ocasiones. Cuando era niño, pero ahora también. Me permite mantenerme presente, pero sin tener que poner la cara en términos más violentos”.

¿Podrías darnos más detalles de a qué te refieres con ese giro perverso que ves en las redes sociales?
“Principalmente a la obligación de exponer todo, y que en el fondo la música que nos mueve está hecha por personas que, con más o menos talento, conocimiento o formación, se involucraron de manera profunda y personal en su factura. Y ahora me parece que los músicos están perdiendo tiempo para hacer música porque tienen que hacer contenido. Y también hay mucha gente muy buena haciendo contenido que se da cuenta de que, si hace música, quizás puede generar más repercusión, o más réditos, y por tanto empieza a hacer música. Todo se ha vuelto más cuantitativo, y eso es algo que en el día a día se nota, porque veo a muchos músicos muy frustrados e incómodos tratando de vender algo que nunca quisieron vender, y un poco enterrando su trabajo con una visibilidad por la que no veo un interés real, no veo interés en mostrar esas partes privadas o esos procesos que están hechos para no desaparecer en el abismo de un algoritmo que es cada vez más cruel. Hay mucha cantidad de nuevas canciones y, si te gusta mucho una cantautora, es muy probable que no veas qué está haciendo, porque te van a tapar en otro contenido de naturaleza adictiva que va a hacer que pierdas tiempo viendo cosas que no querías ver, que no te hacen bien, y que van a impedir que esa persona que hace algo de corazón le pueda llegar a quien quiere escucharla”.

Claro. Pasa mucho eso de que entras a Instagram, por ejemplo, con una idea en particular de lo que ibas a buscar, y terminas viendo cualquier cosa.
“Eso me parece que ha ido cambiando. Estamos pagando la concesión de haber tenido todas estas redes sociales de forma gratuita, donde ahora nuestros datos, nuestra atención, e incluso en muchos casos nuestra salud mental están en peligro, porque pierdes mucho tiempo con cosas que no te importan, y tú no tienes cómo reaccionar a eso, porque la inteligencia artificial o estas herramientas nos agarran desde los lugares más oscuros que tenemos, desde el odio. Yo de pronto pienso que quizás hay personas a las que les gusta mi música que querrían saber algo personal mío, pero me parece que eso es algo que no va a contribuir en nada, porque siento que eso solo va a contribuir a que esa persona vea medio segundo eso que yo le muestro, y pase a los gatos, y después te aparece Trump, Netanyahu, y te agarran desde una sensación de impotencia frente a esta quimera de que quizás uno puede hacer algo, pero en realidad lo que uno puede hacer no lo puede hacer ahí. Si el mundo va a cambiar será desde las cosas que uno puede hacer a nivel del día a día, en persona, y no necesariamente por la manera en que consumes la miseria humana o te relacionas con ella, porque es algo que a fin de cuentas sirve para que puedan vender tu tiempo de atención a las marcas que pagan para que te aparezca su publicidad. Por eso me importa tratar de mantener cierto grado de consecuencia. No creo que lo logre del todo, pero si voy a mostrar algo visual, que sea un trabajo en sí y que sirva quizás para reflexionar, o por último que esté hecho con cariño y no simplemente por la obligación de querer llamar tu atención para venderte una canción, un disco”.

A propósito de las plataformas, y en particular las de música, como Spotify, otros músicos, como Pedropiedra, me han dicho que estas no han democratizado la participación en la industria musical, sino que se ha mantenido la dinámica anterior de los grandes sellos, con unos pocos privilegiados y muchos fuera de los focos. ¿Estás de acuerdo?
“Yo compadezco mucho y me da una sensación de vértigo ser testigo de todos los artistas jóvenes que quieren hacer música hoy, porque es más difícil que nunca, frente a este exceso de estímulos que impiden que alguien pueda incluso saber qué música está haciendo su vecino, y siento que en algún momento fue diferente. En el caso de la generación de Gepe, Javiera Mena, Pedropiedra, Álex Anwandter, Camila Moreno y Fernando Milagros, hasta cierto punto, que no es una cosa de edad, sino que del momento de la música, ellos pudieron entrar por una puerta que era mucho más decente y tenían más control de cómo mostraban su trabajo, porque la industria estaba en ruinas. A mí me tocó entrar después y todavía existía esa posibilidad. Los sellos estaban completamente desarmados y lo único que hacían, al menos en un mercado pequeño como Chile, era sacar réditos de cosas internacionales o de sandías caladas. No había apuestas, se habían desligado muchos artistas de los sellos, entonces había un espacio. Ahora se volvió a lo mismo, pero con una estructura biotecnológica mucho más compleja, entonces es más difícil aún ahora poder elegir la manera en que tú muestras o difundes tu trabajo, y también de elegir tú como oyente qué es lo que quieres escuchar, por un filtro que, en el fondo, en plataformas como Spotify u otras, tienen estas recomendaciones que en muchos casos te dan en el gusto, pero ese gusto lo empiezan a torcer y llevar hacia lugares donde esas reproducciones son más significativas para lo que es Spotify, que es un negocio. Lo que pasa es que se volvió mucho más crudo y explícito ahora”.

“A mí lo que me ha tocado es que hay mucha colaboración en mi generación, y encuentro que en la gente joven también, y que cruza los géneros. Y no me refiero a colaborar en términos de hacer un featuring, sino de poder contribuir prestando equipos, dando tiempo de estudio, o en gestión, a artistas que tengan otros intereses. Eso es positivo. Lo que pasa es que ahora hay fenómenos como The Velvet Sundown, esta banda hecha con inteligencia artificial que tiene muchas escuchas en Spotify, que lo que me parece irónico es que no es el Rey del Pop hecho con inteligencia artificial, no es un grupo K-pop, es una banda indie, entonces también hay un interés por comercializar todo, incluso lo que trata de no ser comercializado. Es impresionante cómo suenan esas canciones en términos técnicos, pero lo perverso es esta necesidad de hacer que el arte sea una distracción y no algo que pueda hacerte reflexionar, o sentirte pleno, o conectarte con cosas que no necesariamente tienen que ver con la retribución a corto plazo. Y al mismo tiempo todas estas plataformas permiten que personas como yo puedan hacer música sin que eso signifique que tengamos que venderle el alma al mejor postor, por el momento al menos. Y aunque para la gente que está empezando a hacer música es más difícil, confío en que esa gente va a encontrar otra forma. O sea, Bandcamp sigue existiendo. Uva Robot y mi entorno creció ahí y sigue siendo una comunidad muy relevante.

La música en sí es una necesidad muy primitiva, entonces siempre se va a encontrar una manera en la que nos vamos a tratar de comunicar con cosas profundas, interesantes y conmovedoras, más allá de la industria musical, que es algo de lo que yo siempre me he sentido más un testigo de lejos que alguien que se sienta partícipe”.

Sabemos que te fuiste a España acompañando a tu pareja, que haría un doctorado. ¿Tienen ya una fecha de regreso?
“Por el momento no tenemos una certeza, pero es algo que tiene que pasar, porque mi pareja ya terminó sus estudios y la beca que recibió requiere que regrese. Va a ser bonito volver. Después de la pandemia he podido ir una vez al año a Chile y Latinoamérica a hacer giras, y con eso me he mantenido presente en un lugar donde mi música ha ido creciendo de manera sorpresiva. Yo voy a tocar a Chile, Perú o Colombia y los lugares se llenan. No son lugares muy grandes, pero va en alza y eso es algo muy lindo. Y tener la oportunidad de seguir haciéndolo me deja tranquilo de estar aquí en España, donde he podido tocar y avanzar”.

Con respecto a tu paso por allá, como usas mucho el lenguaje cotidiano en tus letras, ¿dirías que ha permeado en tu imaginario el lenguaje del día a día que se usa en España?
“Un poquito, y muy parecido a como ha permeado también el doblaje latinoamericano en mis canciones. Para mí, más allá de hacer música con lenguaje cotidiano chileno, que es algo que ocurre de manera natural, se trata de encontrar un extrañamiento en las palabras. O sea, hay momentos en los cuales el habla cotidiana chilena es genial, y a veces esa genialidad está requeteusada. Y no es que esté buscando originalidad por sobre otra cosa, pero cuál sería la razón por la cual uno hace una canción de amor si hay miles de canciones de amor; es porque uno necesita nuevas formas de decir lo mismo para sentirlas algo personal. Entonces, hay cosas del habla cotidiana chilena que en algún momento me han llamado la atención porque tienen este valor semántico de decir más de una cosa a la vez, porque tienen un valor musical, en términos rítmicos, y eso desde luego me pasa también con palabras que no son chilenas, pero que tienen una identidad, un recuerdo, un valor específico. Chiquero es una palabra que no se ocupa en particular en Chile, pero que todos conocemos porque se ocupa mucho en el doblaje, entonces la escuchamos mucho en los dibujos animados, en las películas que pasaban en la tarde. La palabra emparedado me parece muy graciosa. No la he ocupado en una canción, pero sí me parece que no es lo mismo que decir un aliado, un Barros Jarpa, o un bikini, como le dirían aquí. Entonces, depende mucho de qué significan esas palabras, pero sobre todo del extrañamiento. Yo siempre trato de que las canciones digan más de una cosa en simultáneo, o que las expectativas del significado se tuerzan en la mitad de la canción. Y en general no le tengo tanto miedo a que una canción o una letra se sienta tonta, o de mal gusto incluso, si es que eso me permite escapar de lugares comunes”.

Volviendo al nuevo álbum, y a partir de la originalidad del lenguaje, “Musculosos y ricas” tiene una letra muy creativa, que parece criticar una moda desde la rabia. ¿Puedes hablarnos sobre la letra de la canción? En un post comentaste la relevancia que tuvo para la idea del disco.
“A mí me parece que donde hay menos jugadores es más fácil, entonces si hay tantas personas haciendo canciones de amor, prefiero hacer canciones que no sean de amor, porque tengo que competir menos. Y en ese sentido, el utilizar la oportunidad de que una canción se interprete como que es de amor, y que luego se quiebre, es algo que hago más seguido. Por ejemplo, ‘Sin otro particular se despide’, que dice ‘te odio, sé que tú también me odias’, es muy fácilmente interpretable como una canción de desamor, pero en realidad se trata de otra cosa, y al no negar esa parte se permite que sea más amplia su interpretación. Y con algunas canciones es al revés. Por ejemplo, Valparaíso me parece que muy pocas personas, al ver el título o escuchar la canción, piensan que es una canción de amor, sino que piensan que es de un viaje, o una ciudad, y lo es, pero en la última estrofa yo al escribirla pensaba en que todo se resignificara como una canción de amor. Eso sobre Valparaíso, pero también sobre el deseo de hacer música y llegar a viejo tocando, y luego se trata de querer estar con la persona que amas en esos momentos, por eso dice que nos quedarán pendientes por recorrer, en un juego de palabras. Y en ‘Musculosos y ricas’ pasa parecido. Es tan explícita la manera en que empieza, uno podría decir de mal gusto quizás, y el hablante lírico es quizás alguien con quien uno podría identificarse, pero al mismo tiempo encontrarlo un poco odioso. Es decadente la manera en que habla de los musculosos y las minas ricas y ‘yo aquí sintiéndome especial’, pero en el fondo, antes de empezar el coro, dice ‘te extraño’, como cuando uno está tan perdido, se siente tan oscuro, porque te faltan muchas cosas y entre ellas lo más importante, que es el amor”.

La canción ‘Estoy loco y no es por ti’, a partir de lo que mencionabas, también uno podría interpretarla como de amor o desamor, pero en esta al mismo tiempo se habla de que la fuente de la locura no es un amor, sino lo que hay alrededor. ¿Podrías describir qué es eso que hace que sea esperable un poco de locura?
“Esa canción sí tiene una forma de canción de amor, y esta es ‘estoy loco y no es por ti, simplemente estoy loco, bueno, ¿y por qué?, mira a tu alrededor’, no dice nada en particular porque es más lindo que sea abierto, pero creo que en la animación queda claro mi punto de vista (se ven proyectiles de guerra) sobre las razones por las cuales estar loco no es tan raro, o al menos yo prefiero estar loco que sentirme parte de una dirección que está tomando el mundo, que pareciera no tener memoria, de no medir las consecuencias de hacia dónde nos dirigimos. Por la sed de poder estamos no solamente dirigiéndonos a un escenario muy apocalíptico, sino que a uno del cual venimos saliendo hace muy poco tiempo, por más que nosotros no lo hayamos vivido. Es un ciclo que está a la vuelta de la esquina y hay antecedentes que podríamos tener en cuenta como para no sentirse loco, o para decir ‘ey, ¿soy el único que está viendo que esta manera de actuar no tiene sentido?’”.

Muchas gracias, Diego, por la entrevista y por compartirnos tus opiniones tan abiertamente. Por último, entiendo que se te vienen presentaciones en Barcelona y en Berlín, ¿no?
“El 14 de agosto en Berlín voy a presentar los originales de algunas de mis animaciones, las que he estado trabajando y que tengo aquí en mi poder, porque yo las hago a mano, y voy a tocar ahí, pero es una exposición también, y es la primera en mucho tiempo, algo que me tiene contento. Y luego, el 27 de septiembre tengo un concierto en Barcelona, y estoy terminando de armar una gira por Chile y Latinoamérica para final de año, que va a ser una gira de transición, porque va a ser entre este disco de colaboraciones y mis canciones nuevas, porque estoy pensando en lanzar el nuevo disco el próximo año, más seguido, y que este también refleje un poco la apertura de estilo y de juego que tiene ‘¿Y?’”.

Crédito de la imagen de portada: Carolina Dagach Ávila

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