Matthias Clamer : FX)

Cuando la vida se pone patas arriba

De vez en cuando se escucha, que el cine se ha vuelto demasiado comercial y predecible. Que las series de televisión, aunque muy originales, se ajustan a una estructura conocida y que la mirada de autor escasea en estos tiempos de streaming. La nueva apuesta de Disney y FX, Fleishman is in Trouble, es una demostración de todo lo contrario.


Estrenada a fines de noviembre en Hulu, el show cuenta la historia de Toby Fleishman, interpretado por Jesse Eisenberg, quien debe enfrentarse a la soltería y todas las expectativas que tiene de sí mismo, luego de atravesar una crisis matrimonial con su esposa (Claire Danes). La serie es una adaptación de un novela de Taffy Brodesser, publicada en 2019 con el mismo nombre e inspirado en sus propias experiencias de vida. Por eso, quizás, la historia se sitúa en un contexto muy particular, esto es, una comunidad de amigos judíos que vive entre Nueva York y Nueva Jersey, en donde la diversidad racial parece no ser un tema.


La serie comienza literalmente “patas para arriba”, con un plano de la ciudad al revés y el personaje durmiendo en su cama mientras del otro lado de la ciudad, su esposa intenta seguir adelante con su vida, sus labores de madre y, fundadora de una prestigiosa agencia de PR. Luego, escuchamos una voz en off, la de la narradora de la historia, quien nos irá contando las vicisitudes de los personajes y sus traumas, y que de pronto, se convertirá en un protagonista también. Su nombre es Libby Epstein (interpretada por Lizzy Caplan), amiga de Toby de la universidad, quien también enfrenta una crisis existencial, luego de dejar su trabajo en una revista masculina y darse cuenta que a veces se siente atrapada en un matrimonio demasiado rutinario y, poco emocionante.


Una de las fortalezas de este tipo de narración es que como espectadores vamos conociendo la historia desde diferentes puntos de vista. En un comienzo, parece que Toby tiene toda la razón, que los reclamos de su mujer eran demasiado exagerados y que él ha tomado la decisión correcta al privilegiar el servicio público más que la ambición. Luego, nos adentramos en el universo de Rachel (su mujer), y los motivos detrás de su falta de empatía y su profunda desconexión con la realidad. Escuchamos de fondo la voz de la narradora, sus preguntas, que dan cuenta de los múltiples matices que tiene la existencia humana, la amistad, el amor y el propósito de vida en estos tiempos acelerados.


Una de las reflexiones más bonitas es sobre el actor de crecer y envejecer. Parece que el tiempo avanza y no nos damos cuenta cómo nuestros cuerpos y emociones lo han hecho también. Toby, Lizzy y Rachel creían tener sus vidas resueltas, y de pronto, todo ello parece ajeno, absurdo, una impostura de lo que realmente somos. En ese camino, la amistad entre Toby, Lizzy y Seth (interpretado por Adam Brody) se presenta como el cable tierra que permite sortear las olas y recordarnos que esa “chispa” que nos distingue sigue estando ahí.


Otra de las maneras en que esta serie transmite su frescura es por medio de la forma. Por ejemplo, a través de sus inquietos planos, que giran y nos muestran la misma cosa desde distintas perspectivas; también por medio de la combinación de planos secuencia, de un montaje acelerado, y de planos que acercan más a la fotografía, como en el final del capítulo 8, cuando Toby mira por la ventana, con su espalda desnuda y a contraluz, a la espera de volver a encontrar alguna conexión.


En este punto, un momento brillante es el plano que comienza en epílogo del episodio 5 y que se sigue desarrollando en el comienzo del capítulo siguiente, donde se muestra al protagonista y sus hijos arrancando de una oscura habitación que representa el vacío en un museo, sentándose en una banca del Central Park, y caminando hacia su casa. Difícil encontrar una mejor manera de darle continuidad a la historia.


Por ahora, dado que la novela en que se basa la serie no tiene una segunda parte, no se ha sabido de un interés por una nueva temporada. Y no sería una mala idea que la historia se quede donde está. Nos dio la oportunidad de ver a Jesse Eisenberg en una serie completa por primera vez, y también a Josh Radnor (el mismísimo Ted Mosby) en un personaje algo gruñón (el esposo de Libby); nos permitió ver en televisión un estilo más cercano a 500 Days of Summer que a una serie; y en términos de la trama, dejamos de ver a los personajes cuando han aprendido grandes lecciones. Por ejemplo, que la vida no tiene mucha lógica; que es bueno hacerle caso a lo que uno siente; que el paso del tiempo es inevitable y que no necesariamente todo tiempo pasado fue mejor; y que, aunque sea fácil olvidarlo, es importante cuidar las amistades. ¿Y si hay nueva temporada? Estaremos listos para disfrutarla.

Photo: Courtesy Matthias Clamer / FX

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