Welcome to hell, with your hosts Blink-182! exclamaba Mark Hoppus durante el concierto que su banda, Blink-182, hizo el pasado viernes en el BMO Stadium de Los Ángeles. El bajista y cantante hacía referencia a unas torres de la escenografía que lanzaban llamaradas de fuego de tanto en tanto, pero la frase se puede aplicar a mucho más. Al proceso por el que pasó el propio Hoppus hace solo dos años, cuando debió combatir un cáncer que lo tuvo al borde de la muerte. O al accidente de 2008 en el que el jet privado donde iba Travis Barker perdió el control, costándole la vida a cuatro de seis tripulantes y dejando al legendario baterista con quemaduras en el 65% de su cuerpo. O a la ruda separación de la banda a principios del año 2015, cuando Hoppus y Barker declararon que se alejaban del “irrespetuoso” y “malagradecido” Tom DeLonge, guitarrista y también vocalista, quien fue reemplazado por varios años por Matt Skiba, líder de Alkaline Trio. Entonces, sí, los integrantes de Blink-182 sabrían ser los hosts en el infierno. Pero lo que se vivió en LA fue otra cosa.
Pasados los tiempos oscuros, hoy toca celebrar. Y para uno, fan desde la adolescencia, es una fiesta irresistible. Los primeros acordes de “Anthem Part Two”, la canción que abrió la velada, suenan fuertes y rabiosos, con la furia adolescente que se ha ido extinguiendo, pero que vuelve a aparecer si uno tiene a Blink-182 al frente. ¿Cómo puede Mark estar saltando y moviéndose por el escenario durante todo el show si recién lo vimos sin pelo y sufriendo en la quimio? ¿Cómo puede ser que la dinámica de chistes adolescentes entre los dos vocalistas, la que escuchamos tantas veces en el disco “The Mark, Tom and Travis Show” (2000), tenga chispa más de dos décadas después? No sé cómo, pero así es. Al grupo le sobra energía, ganas de tocar, y eso se percibe durante la hora y media de concierto. Puede ser una duración breve frente al estándar actual, pero es un tiempo que se estruja al máximo: si uno se queda solo con el sonido, con la potencia, de “Feeling This”, “Reckless Abandon” y especialmente “Happy Holidays You Bastard”, no creería que el Blink-182 de los audífonos en el colegio está veinte años más viejo.
La fiesta además tuvo momentos de emoción. No solo estrictamente musical, como en la secuencia que reunió “Stay Together For The Kids”, “Always”, “Down” y “I Miss You” –la que el público angeleno vociferó con más ganas–, sino también de referencias al pasado. Antes de interpretar “Adam’s Song”, Hoppus declaró que compuso este tema cuando estaba en un periodo oscuro de su vida, que volvió a pasar por uno con su cáncer, pero que hoy solo tiene razones para celebrar: claro, tocaba junto a sus mejores amigos, frente a un público que lo adora, y frente a su familia, de residencia en California. También, luego de “Cynical”, hubo tiempo para homenajear a Skiba, quien salvó el buque cuando se hundía en el conflicto. Y, para sorpresa de todos, hubo también júbilo con respecto al futuro. Porque Kourtney Kardashian, personalidad de TV y esposa de Barker, sorprendió al baterista –y al estadio, y al mundo– anunciando un embarazo que la pareja había intentado por mucho tiempo, incluyendo la fertilización in vitro. Y lo hizo con estilo, recreando una escena del videoclip de “All The Small Things” levantando un letrero con la frase “Travis I’m Pregnant”.
Blink-182 seguirá de gira por Estados Unidos y Canadá hasta mediados de julio, cuando saltarán el Atlántico y comenzarán su paso por el resto del mundo. Incluyendo a Sudamérica en marzo próximo. Pueden esperar un show que dejará contentos a los fanáticos, seguro. Una química que funciona, aunque los chistes que combinan penes, madres y padres estén pasados de moda y suenen algo forzados. Una puesta en escena simple pero impresionante, con un Barker que gira, se eleva, y toca entre altas llamaradas, y un Hoppus que se mueve de un lado a otro. Un sonido que es tal como el que conocimos en el peak de la banda, con DeLonge cantando en tono punk rock y no en el de Angels & Airwaves, mezcla que nunca cuajó. Una serie de estímulos que refuerzan la experiencia, como fuegos artificiales, llamas de fuego y visuales con estética de los diferentes álbumes. Y, probablemente, más canciones nuevas. Mientras se espera por el nuevo disco, que debería estar listo en los próximos días, “EDGING” es el único single lanzado por el grupo desde su reunión, y su interpretación en vivo funciona muy bien. Para suerte de los fanáticos, al parecer (a cruzar los dedos), tendremos Blink-182 por un buen rato.
Blink-182 en vivo: La fiesta después del infierno
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