El director de la película Historia y Geografía, recientemente estrenada en Mubi, comparte detalles del filme y su visión sobre lo difícil que es hacer arte en Chile: “A mí siempre me ha dado risa cuando alguien cree que el mundo del cine o la televisión es algo como sofisticado”.
Hace algunos años, antes de la pandemia y el estallido social, el realizador chileno Bernardo Quesney se inscribió en un taller de teatro. Pensó, qué pasaría si este mismo taller estuviera en regiones, particularmente en San Felipe, su ciudad natal, donde hacer teatro o cualquier tipo de arte se siente más como un hobby que como una ocupación real. “Ya es difícil hacer cosas culturales en Santiago, imagínate en mi ciudad, que se hace, pero es difícil, entonces, era algo muy entretenido, chistoso, como de descubrir”.
El guion, co–escrito junto a Simón Soto y Valeria Hernández, se convirtió en Historia y Geografía (2023), una lúcida sátira del mundo cultural en Chile, que convocó a diez mil espectadores en Santiago y ha sido un éxito en Argentina, México y Perú, desde que se estrenó en Mubi a mediados de marzo.
En la cinta, Gioconda (interpretada por Amparo Noguera), una retirada estrella de televisión que se hizo famosa por interpretar a un personaje cómico durante la dictadura, busca darle un giro a su carrera. Decide adaptar al teatro el poema épico La Araucana, de Alonso de Ercilla, y luego de un primer fracaso en la capital, termina haciéndolo en San Felipe, donde vive su hermana Atenea (interpretada por Catalina Saavedra). A diferencia de Gioconda, que viene de la televisión, Atenea ha dedicado toda su vida al teatro y al centro cultural del pueblo que fundó su padre. Por eso interpreta esta intromisión de su hermana como un arrebato u oportunismo, que por “muy comedia que sea”, dice el director, “es muy real”.
“Me encanta ese contraste. Como que no hay nada tan exagerado, todo (lo que vemos) puede pasar. Hay millones de actrices de la televisión que pueden venir de un pasado que reniegan y para mí eran como dos visiones de la cultura que chocan. Como esta cosa media inmediata que te da la televisión versus una persona que se saca la cresta en un centro cultural y que se necesitan la una a la otra porque ninguna está sobreviviendo al 100%”.
Aunque el filme aborda la precariedad del arte en la sociedad chilena y el arribismo que rodea a ciertos círculos culturales, Bernardo no se toma nada muy a pecho. Cree que el impacto del cine –incluso del suyo– es poco relevante para la gente de la ciudad y, por eso, hay algo tragicómico en todo esto.
¿Cuán apegada a la realidad es la precariedad del arte que muestras en la película? ¿Hay elementos que estén más exagerados por el tono cómico?
“No, o sea, el lugar donde ellos ensayaban era un centro cultural que se caía pedazos, incluso luego, se acabó ese centro cultural. Yo me tuve que trasladar a otro lugar, pero como todos esos elementos de San Felipe uno los ha vivido, o sea, centros culturales que de repente desaparecen… como que la cultura siempre termina siendo una cosa media, como un hobby raro. No algo que se le puede tomar mucho el peso porque mucha gente tiene otros trabajos y luego hace sus actividades culturales. Entonces, para mí fue muy entretenido verlo desde dos formas: como comedia, pero no una comedia exagerada, porque te muestra muchas cosas que están ahí. Y segundo, como desde la visión de esta hermana que venía como de otro mundo”.
Claro, como de un mundo más glamoroso, pero no tanto tampoco…
“No tanto tampoco, es que también es mentira. Cuando uno ha estado ahí o ves a la gente que trabaja en televisión, tú sabí que todo es un poco mentira, entonces me encanta ese contraste que la Cata Saavedra me decía, ‘oye, este contraste por muy comedia que sea es muy real’. Sobre todo en un país como Chile, no creo que nadie esté muy cómodo en lo que está. O sea, no existe mucho un Star–System, no hay un circuito muy protegido. Entonces, yo veo actores que a veces tienen un proyecto increíble y después dos meses de silencio en que no hay nada. No existe esa cosa. Para cualquier persona que esté haciendo un producto cultural acá en Chile, creo que están todos en paupérrimas condiciones y más aún si estás en región”.
“Por eso, a mí siempre me ha dado risa e intento no llevarlo a ese lado, cuando alguien cree que el mundo del cine es algo como sofisticado o cree que el mundo de la televisión es una cosa llena de… yo digo ‘estas son puras mentiras’ y hay gente que se esfuerza en sostener esa mentira, pero no. Quizás un actor puede estar bien pagado un año y después tener dos años de nada y hay quienes les gusta sostener que casi que esto es algo en base… es como si fueran influencers. Como en base a puras mentiras y a mí me encanta cuando más lo miro, digo, la pobreza de todos y también a veces una pobreza emocional, así como de personas”.
¿Crees que eso está un poquito reflejado en el personaje de Paulina Urrutia? A ella la vemos consolidada con su teatro, pero no comparte mucho tampoco las frustraciones de los otros, o las dificultades de regiones. Está como demasiado metida en su burbuja…
“Por supuesto, y siempre pasa, en todo orden de cosas, no solamente en esto de los actores. También pasa en el mundo de los audiovisuales, sobre quiénes hacen cine, quiénes hacen publicidad, quiénes hacen tele. Siempre hay escalas, hay gente que se mira en menos, en todo orden de cosas. A mí me encantó mostrar que este personaje de Paulina Urrutia, que quizás venía de tener muchos premios y ser galardonada por los demás, tiene al mismo tiempo este teatro que se está cayendo a pedazos y no lleva gente, o sea, su teatro está más o menos”.
Claro, y la revisión del tema de la inmigración en Chile, que también está presente con los personajes de los actores haitianos. ¿También estuvo en el origen de la idea?
“No surgió en el origen, pero cuando estaba escribiendo iba a San Felipe a observar un poco, y en ese momento, en pleno 2019, había muchas noticias en los diarios locales o mucha gente alegando de los haitianos en San Felipe. Como la ciudad tiene mucha agricultura, hubo mucha gente que se fue a trabajar allá, sobre todo haitianos, y como es pequeña, se sentía, se veía. Ocupaban las plazas. La plaza de armas, sobre todo ahí estaba la oficina de inmigración y había filas, entonces, había como chistes racistas. Hubo problemas también, piedradas reales. Entonces, cuando leí eso dije, ‘guau’. Más que meterlo por meterlo, pensé que justo estoy hablando de los orígenes de Chile, a través de esta obra, esta crisis de identidad. Entonces, sí tenía que ver. Cuando surge el racismo también son problemas identitarios, y me pareció entretenido, no como chistoso, sino entretenido como de observación social ver cómo salía de la gente un sentimiento patriótico, como por defender algo que es imposible de defender y estos choques culturales que se dan. O sea, más que tener una respuesta a por qué suceden estas cosas, sí son observaciones que se conectaban con el origen de la película”.
Porque el tema de adaptar La Araucana ya lo tenías decidido, ¿cómo llegaste a esa idea?
“Sí, eso sí. Cuando empecé a hacer la película, en algún momento nos preguntamos cuál era la obra más difícil que Gioconda podría adaptar, como que la metiera en un problema. Y en un momento pensé Hamlet… y cuando se me ocurrió La Araucana, no la había leído bien. La tuve que leer obviamente, y dije, ‘bueno esto es un material muy rico, un material muy difícil y sobre todo es la peor idea porque abarca tantos años, abarca una guerra tan compleja y sobre todo desde la mirada española, que dije, quien intente adaptar esto es un cacho’. O sea, es un problema gigantesco y que se conectaba muy bien con este tema que empezó a surgir en la película, de hablar de la identidad. Y creo que fue muy bueno porque La Araucana te da todo y mucha gente quizás no la ha leído, pero conoce sus personajes. Conoce a Pedro de Valdivia, conoce a Caupolicán, están dando vueltas en la cultura, siempre han estado”.
Una de las escenas que a mí me parece más divertida es cuando Gioconda los invita al taller y empiezan a gritar y no entienden muy bien qué está pasando. El alcalde queda impactado. ¿Cómo surgió esa escena particularmente?
“Sí, esa escena siempre estuvo escrita. Pero nunca esperábamos que el actor Stevens lo diera todo, que fue una muy, muy buena escena. Lo que pasó con esa escena es que fue muy tensa también, porque hubo que cortar muchas veces porque se mataban de la risa los actores. La Amparo a veces decía ‘por favor, paren. Estoy cagada de la risa’. Después Pablo Schwarz se reía por el otro lado, entonces era una cosa como… costó generar el clima”.
Otra cosa que me pareció interesante del personaje de Gioconda versus el de Catalina Saavedra, es que a ella no le causa conflicto invitar a los haitianos a la obra, a pesar de que puede ser interpretado como “oportunismo” de su parte… Casi como algo exótico.
“Sí, es que Gioconda es una persona mucho más impulsiva, lo encuentra una buena idea. Incluso podría haber sido una buena idea, pero muchas veces lo que hace es desde el impulso. No es una persona estudiosa. En cambio, si bien Atenea es mucho más inteligente o mucho más precavida o conectada con las personas, también es una persona aterrada, entonces me da mucha risa esta unión y también creo que sí, Gioconda juega desde de no pensar mucho las cosas y de siempre estar a la defensiva y siempre se le ocurren nuevas ideas. Imagínate que al final es tanto lo que se deja llevar que termina yéndose. O sea, imagínate que se va, abandona”.
Sí, ese giro es interesante porque cuando estaban todos disfrutando del proceso de hacer la obra, sentí que nos alejábamos de la parodia y que el arte podría ser eso, como disfrutar del proceso de hacer arte, más que del resultado. Pero de repente con este giro como que volvimos al tema del ego y la precariedad…
“Sí, ese giro es realmente terrible, pero es que nosotros siempre construimos la película a través de jugar con las expectativas, de que nunca se sabe muy bien cuáles son los propósitos de Gioconda. Nunca se sabe muy bien qué es lo que la mueve porque está constantemente cambiando sus ideales. Nunca se sabe si esto es una conexión familiar o una conexión con el teatro o si de verdad quiere hacer La Araucana o no le queda de otra, o es porque lo está viendo alrededor, en medio del estallido social… Pero por eso mismo, cuando uno llega al final es como ‘guau’. Muchas veces cuesta más comprender a Gioconda. Hay gente que se enamora más fácil de Atenea, porque Gioconda es un misterio. Es un personaje mucho más difícil y equivocado”.
¿Y hay alguna reflexión que tú hayas querido hacer sobre el arte en particular? Como ‘esto significa el arte para mí’ o ‘creo que el arte debería ser tal o cual cosa’.
“Más que una reflexión general sobre el arte, que es muy difícil de hacer, cuando estábamos creando la película, yo fui a muchas obras y a obras en San Felipe y muchas veces pensamos, ‘qué pasaría si esta obra fuera súper escandalosa y la gente se espantara con lo que está viendo’, y en algún momento pensé, ¿sabes qué?, si hay cualquier obra en San Felipe, igual no va a ser un impacto, porque el teatro no genera impacto en esa ciudad. Se han mostrado millones de obras de teatro, pero no hay un impacto. Va gente, sí, de repente pueden ir 100 personas, 50 personas, pero de verdad no importa. Y eso viene de muchas cosas y por eso se hizo el análisis de que casi todos los objetos culturales en San Felipe están destruidos. Entonces, al no importar, el final cobra mayor relevancia porque estás viendo una obra que puede ser buena o mala, pero no importa. Y al no importar, lo que prevalece y lo que gana es la televisión, que es lo que ha impactado”.
¿Tú crees que eso importa más en Chile, en el fondo?
“Más que, que importe o no, creo que es un artefacto, una implantación desde la dictadura. Es como cuando uno dice si tenemos educación cinéfila en Chile, y yo creo que no. Creo que hay una educación televisiva. Nuestro hitos culturales son más las teleseries de Sabatini que el cine chileno. En el imaginario popular hay países como los gringos, donde el cine de verdad tiene esa importancia. Acá me encantaría decir que es así, pero no es así. Dentro de la cultura 80, 90, como hitos culturales, la tele es o fue más importante que el cine. Y obviamente que el teatro. Entonces, como objeto cultural y sobre todo como alguien que quiere salir adelante, es muy terrible que termine en la tele este personaje, porque al final, la gente lo disfruta, lo pasa la raja y es volver al chiste corto, es volver a la tele y es volver a lo que siempre ha imperado. Sobre todo que lo que mostramos de la tele era una sitcom media de la dictadura, y que es terrible…”.
Entonces, podríamos decir que ella fracasa en su intento…
“Fracasa o se encuentra en lo peor, que siempre ha sido como un objeto del disfrute popular o un objeto de la dictadura, representa lo peor de la tele, porque obviamente la tele tiene cosas buenas, pero imagínate que si eres conocida por eso…”.
¿Sigues interesado siempre en la comedia? Por ahí leí también en una entrevista que te parecía que Chile era muy chistoso, que pasan cosas extrañas todo el tiempo…
“Sí, estamos trabajando en una comedia con Simón (Soto), en una serie de televisión, pero es algo en lo que llevamos varios años, que justo surgió al mismo tiempo que Historia y Geografía, pero las series son más lentas, y esto viene de una idea de Simón que es como, podríamos decir… si en Historia y Geografía hablamos del teatro, en esta serie hablamos sobre las teleseries”.
Buenísimo, mucho potencial.
“Mucho, aparte que uno ha visto demasiado y Simón ha escrito teleseries. Ese es un proyecto y otro proyecto es una película, que no sé si es una comedia 100%, pero es una cosa media infantil, pero no para un público infantil. Digo, los protagonistas son niños. Pero no es infantil, porque creo que abarca como lugares más… Y que tiene un poco de comedia, sobre todo porque para mí los niños tienen una visión demasiado particular y a veces cruel, que creo que mientras vamos creciendo nos vamos perdiendo esas cosas”.
Ya para terminar, ¿te parece que esta película podría interpretarse como una película post estallido, o como que se inspiró algo en el estallido social? Sobre todo en esta cosa de querer avanzar, pero después no… No sé, ¿qué piensas?
“Mira, esta película nunca se escribió en el estallido. Y más encima tuvimos un parón por pandemia, porque íbamos a filmar, no sé, en marzo del 2020, y todas las personas que estaban grabando cancelaron sus rodajes. Creo que de alguna forma después salimos, y este personaje que es Gioconda estaba, me imagino, sin trabajo en un contexto medio politizado, pero las ideas siempre fueron las mismas, la película no cambió con el estallido, pero nos hicimos cargo de eso. O sea, si ella caminaba por el GAM, que se viera lo que pasó, o si vamos a grabar el Teatro del Puente, que se viera el Teatro del Puente hecho mierda. Entonces todos estos lugares medios culturales vienen arrastrados por una raíz política, pero lo entretenido es que el personaje nunca lo construimos como un personaje político, sino que se está haciendo cargo de estos ecos. Pero mal ocupados. Yo lo sentía como estos personajes televisivos que, cuando comenzó el estallido, empezaron a echar gente de la televisión, destruyeron carreras que, como venían de un otro Chile, había que sepultarlas, y yo sentía que era muy cómico eso. Quizás a (Gioconda) no la echaron de la tele, ella ya estaba afuera, pero encontraba muy interesante estar a destiempo, pero querer actualizarse y ella es una persona muy inteligente y muy movida. O sea, para mí siempre hubo una dignidad en el personaje, como de que Gioconda siempre va a salir adelante”.
Totalmente, además que te estén siempre cuestionando, es un peso muy grande…
“Ella siempre va hacia adelante y no se va a poner a llorar al frente tuyo. Se sabe manejar y eso lo ayudó mucho también la Amparo. Ella nunca vio al personaje como burla, sino como ‘oye, qué complejo este personaje’. Pero ella también decía que tiene muchas cosas de uno, si no hay que hacerse la tonta, decía, yo muchas veces me pregunto cuándo me van a olvidar, o cuándo me van a dejar de llamar, o cuando estoy sola en mi casa, cagué, estoy vieja como actriz, estoy olvidada, entonces si bien no es mi personaje, uno igual tiene esos temores”.