Uno de los personajes que más huellas dejó para el género de la comedia es el del inspector Jacques Clouseau, interpretado primero por Peter Sellers y más tarde por Steve Martin, en las distintas entregas de La pantera rosa. La gracia está en su ineptitud, ya que el detective, quien comete un error tras otro, termina resolviendo los casos por casualidad. Un hombre infiltrado, la exitosa serie de Netflix, propone una especie de combinación entre este imaginario y el del documental El agente topo (2020), la cinta de Maite Alberdi que estuvo a punto de ganar el Oscar a Mejor Documental. Aquí es Charles, magistralmente interpretado por Ted Danson (Cheers, The Good Place), quien pasa de ser un profesor viudo y jubilado sin mucho que hacer a ocupar el rol de detective improvisado e inexperto. Sin embargo, el aspecto cómico no es su único atractivo, ya que, además, es respetuoso, empático, elegante y, sobre todo, encantador, una característica que comparte con el show en general.
Por supuesto, a quienes vieron la película de la directora chilena estas características les recordarán a su caballeroso protagonista, Sergio Chamy, más conocido como Don Sergio, quien en el filme entra a un hogar de ancianos a averiguar si es que el personal del mismo está maltratando a sus huéspedes. El ejercicio que lleva a cabo el creador del show, Michael Schur, de ilustre recorrido en la comedia televisiva estadounidense –es también creador de The Good Place y Parks and Recreation, y escribió episodios para The Office–, es el de adaptar un documental, con los límites que tiene en cuanto a la construcción de su historia, a una serie de ficción que saca el máximo provecho cómico, dramático y de suspenso a su guion. Es decir, lo que en El agente topo es sutilmente cómico, marca registrada en el cine de Alberdi, aquí es derechamente gracioso. Lo que hay de suspenso, que es muy menor, acá es más importante: Charles está comprometido a resolver el caso de un robo. Y lo que es dramático al punto de ser muy duro de ver, aquí es suavizado para que sea emotivo, sí, pero no demoledor. El hecho de situar el hogar de ancianos, Pacific View, en una zona céntrica de San Francisco, y llenarlo de comodidades, demuestra el salto en la calidad de vida que propone el show frente a su antecesor. Como es costumbre en Hollywood, lo social interesa, pero no más que la entretención.
Ahora, por más que este último punto pueda ser un flanco de crítica, lo cierto es que la serie creada por Schur y producida, entre otros, por Alberdi, funciona muy, muy bien. Tanto, que las ideas para una segunda temporada ya están sobre la mesa. La relación entre Charles y su supervisora, Julie Kovalenko (Lilah Richcreek), es particularmente graciosa, mientras que la que tiene con su hija, Emily (Mary Elizabeth Ellis), un rol que es casi inexplorado por el documental, se ubica como central en el arco dramático del show. También, por supuesto, están los nexos que crea el detective con los habitantes del hogar, quienes están representados de diversas maneras, haciendo justicia a la heterogeneidad de este periodo de la vida. Aquí destacan Virginia (Sally Struthers), quien vive tan activamente como una adolescente, Elliot (John Getz), quien se posiciona como “adversario sexual” de Charles, y Calbert (Stephen McKinley), un hombre que sufre por las pocas visitas de su hijo y que desarrolla una entrañable amistad con el detective. Son, en general, personajes queribles y creíbles –¡aplausos al casting!– gracias al guion, y especialmente a las actuaciones.
Otro aspecto que crece en la serie es el del suspenso. Si bien en el documental seguimos la investigación de Don Sergio, finalmente lo que nos guía es su percepción de los problemas que enfrentan los ancianos con quienes convive. En Un hombre infiltrado, el caso investigado es un vehículo para descubrir diversos aspectos de la vida de los mayores, pero también es relevante y tiene sus riesgos, lo que hace que Charles cree enemigos y enfrente riesgos reales, especialmente cuando crecen las sospechas de la administradora de Pacific View, Didi (Stephanie Beatriz), por la presencia de su nuevo inquilino. La interacción de Didi y la jefa del detective es un punto alto de la comedia y del suspenso a la vez.
Sin embargo, dijo el creador del show a The Hollywood Reporter, la esencia de su guion busca mantener la de la película: “El punto del documental no es quién lo hizo (quién causó el maltrato). De hecho, la mayoría de quienes vieron el documental ni siquiera recuerdan la respuesta. Entonces era como, mira, vamos a tener un misterio y para quienes disfrutan de los misterios –yo soy uno de esos– debe ser satisfactorio. Debe haber pistas, sospechosos, pasos en falso (…) Pero ese no es el punto. El punto del documental, y del show, debe ser que un hombre cuya vida se está volviendo muy pequeña, y que se está encerrando y alejándose del mundo, va en una aventura, y al hacerlo, conoce a muchas personas y tiene muchas experiencias que expanden su mundo y le hacen sentir que hay más en la vida que completar un crucigrama solo en la mesa de la cocina”. Con respecto al futuro de la serie, Schur comentó: “Le dije a Netflix, voy a hacer esto para siempre si me quieren seguir pagando por escribir temporadas de un show donde Ted Danson es un detective encubierto. Si me dejan, voy a firmar hasta 2050”. La palabra la tiene Netflix. Y nosotros estamos con Schur.
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