Frank Ockenfels _ FX

Yes, Chef!!! Así funciona el episodio más frenético de The Bear

Una de las grandes revelaciones televisivas que dejó el año 2022 fue The Bear. La serie creada por Christopher Storer (Ramy) aborda la dinámica del trabajo dentro de la cocina del restaurante The Original Beef of Chicagoland, negocio administrado por Carmen (Jeremy Allen White) luego del suicidio de su hermano. El show, que estrenará su segunda temporada a mediados de este año, emana constantemente una sensación de ansiedad que, según vemos, imita a la que soporta diariamente el equipo de chefs mientras prepara los platos para sus comensales. ¿De qué manera se transmite esta tensión al espectador? Aquí proponemos un breve análisis del guion, el sonido y la cámara en “Review”, el penúltimo capítulo y el más breve de la primera temporada, pero también el que más dosis de nerviosismo le entrega a la audiencia. 

La cocina en llamas
Si hay algo que no le falta a este capítulo, además de tensión, es drama, que se manifiesta en múltiples focos. Por ejemplo, en la positiva crítica que recibe The Original Beef en un diario, pero que elogia principalmente un plato que no está en el menú: un risotto que preparó la joven chef Sydney (Ayo Edebiri) y que regaló, por casualidad, a un crítico gastronómico. La “mala suerte” le genera roces a Sydney tanto con su jefe, Carmen, como con el primo de este y también cocinero, Jerimovich (Ebon Moss-Bachrach). También en el conflicto entre este último y Sydney, quienes explotan en una hiriente discusión que hace perder la cabeza a la chef y que concluye incluso con una puñalada. Y en la sorpresiva noticia de que Sydney dejó la opción “preorder” abierta, un error que solo se puede enmendar acelerando la preparación de comidas a un nivel absurdo y que lleva a Carmen, de naturaleza nerviosa, a perder lo poco de compostura que le queda y a tratar a gritos a la chef, quien responde renunciando y abandonando el restaurante.

No contentos con este caos, los guionistas sumaron tres capas más: Louie, el hijo de la chef Tina, está de visita en la cocina para aprender de los colegas de su madre; la misma Tina, quien durante la temporada aprende a valorar a Sydney, es maltratada por la joven en su momento de ira; y Sweeps, el chef obsesionado con mejorar la receta de sus donas, no se adapta al ritmo endemoniado de la jornada, causando más molestia a los protagonistas. En resumen, un incendio que se expande por todos lados. 

En busca del realismo
La técnica audiovisual que más se asocia al realismo es el plano secuencia. Este consiste en una toma de larga duración, en la que la cámara “cobra vida”, moviéndose entre distintos espacios y permitiéndonos disfrutar de una larga escena sin cortes. Es el cine –o la televisión– despojándose del montaje, su gran ventaja, y pareciéndose a la vida, la que vemos ante nuestros ojos sin cortes. “Review” es un largo plano secuencia, un episodio que, fuera de la introducción –los personajes transportándose al restaurante– consta de una toma de 18 minutos donde sucede todo lo que se advierte en el párrafo anterior. Como consecuencia, el drama se torna en una gran sensación de ansiedad. No es solo la desesperación de Carmen, Sydney y compañía lo que nos pone nerviosos. También es la cámara, que no para de moverse, que va de la cocina al mostrador y de vuelta a la cocina, que escoge un personaje y lo sigue, internándose en su experiencia hasta que hay un nuevo foco de acción y la cámara se va con este. Destaca el momento del inicio de la discusión entre Sydney y Jerimovich, donde la imagen primero sigue a la chef, luego muestra en primer plano al primo, gira a sus espaldas mientras se enfoca en la cara de Sydney, y se acomoda para poder tenerlos a los dos dentro del plano, de frente, mientras van sacando su artillería; minutos después, para mostrar el clímax de la conversación, la cámara se ubica a un costado de Jerimovich, desde donde se ve también a la chef, y va enfocando y desenfocando los rostros dependiendo de lo que se dice, escogiendo a ratos la aflicción del primo, y a ratos la furia de Sydney.

Un ejercicio magistral que se filmó en seis oportunidades –cuatro con éxito– y que no da tregua ni a los actores, que se tienen que ubicar en el lugar exacto para su performance y para no entorpecer el paso de la cámara, ni a la audiencia, a la que le da un paseo en una montaña rusa sin previo aviso.  

Ritmo de locos
El otro elemento importante en el manejo de la tensión a lo largo de este episodio es el sonido. El capítulo inicia, en sus créditos, con la narración de un locutor radial de XRT (estación de Chicago) que presenta el tema “Chicago”, de Sufjan Stevens. Cuando comienza a sonar esta canción, se acaban los créditos y se muestran imágenes de la “Windy City”, en un ritmo que coincide con el de la música (el montaje en su esplendor). Una vez en el restaurante el panorama sonoro cambia: ahora la canción se escucha muy despacio, hasta desaparecer, mientras irrumpen los sonidos propios de la cocina –el choque de los platos y vasos, el aceite sobre fuego en el sartén– y las voces de los chefs. También se oyen otras cosas de potencial inquietante, como los típicos sonidos que acompañan a los videojuegos tipo Pacman, y una sirena de policía.

Desde que Carmen interviene en la discusión de Sydney y Jerimovich, el tema “Spiders (Kidsmoke)”, de la banda Wilco, irrumpe y va agarrando volumen de a poco. El momento más caótico mezcla el sonido de las guitarras eléctricas de esta canción, los gritos de los chefs, y el ruido que hace la máquina que imprime las órdenes de los pedidos, que mezcla los tonos de la impresión de papel y del agudo ring de un teléfono fijo. Por el resto del episodio, “Spiders (Kidsmoke)”, tema de diez minutos que va in crescendo en su estridencia, sube y baja su volumen, dependiendo de los diálogos. El episodio finaliza con el sonido de la canción y de la máquina ocupando casi todo el espacio sonoro, mientras vemos a Carmen caminando para un lado y otro. Si este capítulo fuera un podcast, transmitiría casi tanta ansiedad como lo hace en su formato actual. 

All things go, all things grow
Además de las tensiones ya destacadas, hay una que recorre todo el capítulo: la que divide a las distintas generaciones. El episodio pone esta temática sobre la mesa en sus primeros segundos, cuando sobre la música de “Chicago” se ven las imágenes contrastantes del Chicago de hoy y de ayer. La ciudad actual es mostrada a través de algunos espacios públicos, fachadas de restaurantes y personas en camino a trabajar –entre ellas, personajes como Sydney y Carmen–, mientras que el pasado se muestra no solo por medio de espacios públicos, sino también a través de hitos como la lucha por los derechos civiles, y personajes importantes como Barack Obama, ilustre habitante de la ciudad. “All things go” y “all things grow” repite Sufjan Stevens, poniendo énfasis en la inevitabilidad del cambio y la evolución.

Más tarde, ya en la cocina, nos enteramos de que este es el día en que Carmen planea estrenar el nuevo “programa”, concretando así algunas de las innovaciones que quiere hacer al ex negocio de su hermano. Todo lo que huele a cambio es criticado por Jerimovich, quien además de estar incómodo con la administración de su primo, acusa a Sydney no solo de planear el caso del risotto, sino de querer transformar The Original Beef en otra cosa, dejando fuera a los clientes originales –“conductores de buses, secretarios y profesores”–. La chef, claro, niega la acusación señalando que solo quiere mejorar la situación del restaurante atrayendo a más personas. Al final del episodio, ya sabemos, el día de implementación del nuevo programa no pudo salir peor, con la cocina convertida en un infierno y los dos chefs más jóvenes, Sydney y Sweeps, abandonando el barco. 

El capítulo es, quizás, una ruidosa metáfora sobre la dificultad que tiene llevar a cabo cualquier cambio, lo que cuesta, la resistencia que genera, pero también de lo necesario que es mantener la voluntad a tope para superar los obstáculos y llegar a puerto. Es el proceso por el que atraviesa el restaurante y también Carmen, quien todavía está en shock y no logra desahogarse ante la sorpresiva muerte de su hermano mayor. Aunque en “Review” solo vemos el complejo espacio intermedio entre el punto de partida y el de llegada, en el siguiente capítulo –el emotivo final de temporada– sí se vislumbran algunas luces.

*Lee también nuestras críticas de la segunda temporada y de la tercera temporada de The Bear.

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Crédito de la imagen: Frank Ockenfels _ FX

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