No fue lo que se esperaba. Eso podría explicar, en resumen, el tibio recibimiento que ha tenido la tercera temporada de The Bear entre los críticos y el público general. El show televisivo, que rompió el récord de nominaciones para una comedia en los premios Emmy (23) por su temporada 2 –el género de la serie es un debate aparte–, nos tenía acostumbrados al aplauso generalizado. Primero, por el removedor ritmo narrativo que mostró en su debut. Y luego, por la capacidad de darle profundidad a sus personajes. Ahora, aunque mantiene algo del frenesí con que lo conocimos, el show se ha decantado por explorar los traumas y la historia de los personajes principales, ampliando nuestra comprensión del sufrido mundo de The Bear, pero frustrando las expectativas de un avance más significativo en la historia.
En suspenso
Uno de los aspectos que más expectativas generaba en esta nueva entrega de la serie, que se puede ver en Hulu en Estados Unidos y Disney+ en Latinoamérica y España, era el rol que tendría Sydney. El salto al estrellato de la actriz que la interpreta, Ayo Edebiri –es una de las voces en Intensamente 2 (2024) y se unió al universo Marvel con Thunderbolts (2025)–, anunciaba un rol todavía más importante para la joven chef, recién ascendida a una posición paralela a la de Carmen (Jeremy Allen White). Y esto se cumplió, pero a medias. Sydney protagoniza el nudo narrativo más destacado de la temporada, que consiste en si firmará o no como una de las propietarias del flamante “The Bear”, decisión que se vuelve más incierta cuando recibe una buena oferta de otro restaurante, y que –¡va el primer spoiler!– queda sin resolución. Al mismo tiempo, en la cocina, continuamos viendo muestras de que Carmen sigue considerándose un peldaño más arriba que ella, manteniendo la tónica de lo visto hasta ahora. ¿Cuándo llegará el momento de Sydney, entonces? Suponemos que en la ya confirmada cuarta temporada, pero se entiende que haya algunos perdiendo la paciencia.
La historia de Carmen, en tanto, también queda en la nebulosa. Por un lado, la nueva versión del restaurante –más elegante y sofisticado– abre y lo vemos innovar con controvertidas decisiones como chef principal: por ejemplo, decreta que todos los días se ofrecerá un menú distinto. Por otro, su tendencia hacia el perfeccionismo, el aislamiento y, de alguna manera, la autodestrucción, sigue en pie. Lo podemos observar en la cocina, donde su obsesión por los detalles causa nuevos roces, y principalmente en sus actitudes hacia Claire (Molly Gordon), la chica de quien se enamoró y a quien no termina por decidirse a recuperar, obnubilado por sus propios fantasmas. Donde sí hay avances es en nuestra comprensión de la mente del atribulado cocinero, ya que somos testigos del riguroso y hasta abusivo trato que recibió en su camino a convertirse en el chef que es hoy, una experiencia de la que no ha terminado de sanar. Christopher Storer, creador del show, le da ese sello a la temporada: busca explorar el trauma y los momentos de indecisión, lo que puede ser frustrante, pero también permite que haya momentos y episodios fascinantes.
Puntos altos
Así como en la temporada anterior dos de los capítulos más fuertes estuvieron dedicados a personajes que no ocupan los papeles principales –Marcus y Richie, como analizamos aquí–, en esta ocasión quienes se roban la película son Natalie (Abby Elliott) y su madre Donna (Jamie Lee Curtis), en “Ice Chips”, y Tina (Liza Colón-Zayas) en “Napkins”. En el primero de estos, Natalie no consigue que ninguno de sus más cercanos –ni su marido, ni Carmen– la puedan acompañar a la clínica cuando es hora de tener a su bebé, por lo que debe recurrir a su madre, Donna, a quien suele evitar por su tendencia al caos. Y aunque en un inicio el estar juntas pone a prueba la paciencia de “Sugar”, con los minutos la conversación permite no solo que la relación mejore, abordando los motivos que han provocado la distancia entre ambas, sino también que Natalie –y que la audiencia– entienda un poco más sobre el origen de su personalidad y la de sus hermanos, Carmy y el fallecido Mikey. Para mí, este es el episodio que mejor logra una conexión emocional en lo que va de la serie, gracias a la calidez del diálogo y especialmente a sutileza de las actuaciones de ambas actrices, destacándose la intérprete de Donna, quien ya había brillado en el mejor capítulo de la temporada previa, “Fishes”.
“Napkins”, por otro lado, muestra el talento de Ayo Edebiri como directora, en un episodio que aborda el camino de Tina para llegar a ser parte de la cocina de “The Beef” primero y luego “The Bear”. En este vemos las dificultades que enfrenta una mujer de color y de mediana edad que pierde su empleo en una ciudad como Chicago, quedando expuesta a oportunidades poco prometedoras y a situaciones que rozan la humillación. Su conversación con Mikey (John Bernthal) –a quien seguimos conociendo a través de flashbacks–, que deriva en su contratación como trabajadora del restaurante de los Berzatto, es otra de las escenas imperdibles del show. Otros puntos positivos de la temporada son el proceso de Richie (Ebon Moss-Bachrach) para aceptar el nuevo matrimonio de su exesposa, y también el debut en la serie de John Cena como otro primo de Carmen, Sammy Fak, en un papel en el que muestra todos sus dotes de buen comediante.
En conclusión, The Bear nos sorprendió con una temporada transicional que deja casi todas las preguntas abiertas para la cuarta entrega: ¿qué hará Sydney?, ¿le hablará Carmen a Claire?, ¿será “The Bear” un éxito económico?, ¿qué dirá la crítica del restaurante publicada por The Chicago Tribune? Y aunque esto puede haber colmado la paciencia de parte del público, sus aciertos son innegables, incluyendo el lazo todavía más profundo e informado que tenemos ahora con nuestros chefs favoritos. Además, una serie que ha arrasado con los premios desde su debut puede darse algunos gustitos. El crédito de la paciencia, eso sí, se gastó con esta temporada y la próxima tendrá que poner las respuestas sobre la mesa. Apostamos que así será.
Crédito de la imagen: FX
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