La principal sorpresa de la primera temporada de The Bear fue su apabullante ritmo. El show creado por Cristopher Storer imitó el ajetreo diario de la cocina de un restaurante en Chicago a través de una cámara movediza, breves planos, música estridente y ruidos de todo tipo. Así, a ciento veinte kilómetros por hora, conocimos “The Original Beef of Chicagoland”, negocio familiar que comenzaba a ser dirigido por el chef Carmen Berzatto (Jeremy Allen White). El nuevo ciclo de capítulos, estrenado el 23 de junio en Hulu, no traiciona sus raíces: el caos siempre está al borde de estallar, y en más de un episodio lo hace. Sin embargo, ya que la trama se aparta de la cocina siguiendo a los personajes, el ritmo en general baja, pero sin que se pierda interés: la profundización en las historias de Sydney (Ayo Edebiri), Richie (Ebon Moss-Bachrach) y Marcus (Lionel Boyce), entre otros, la irrupción de líos amorosos, y la introducción de nuevos personajes interpretados por actores como Jamie Lee Curtis, Bob Odenkirk y Olivia Colman le añaden a la serie ingredientes que completan una temporada fascinante y que abre las puertas a una tercera entrega.
La cuenta regresiva
El hilo conductor de los diez episodios recién lanzados es la esperada apertura del restaurante “The Bear”, que reemplazará al antiguo “The Beef”. Carmen y Sydney, quien es ascendida para compartir la dirección junto a Carmy, definen un plazo de tres meses para comenzar las operaciones, un tiempo que obliga a todo el equipo que conocimos en “The Beef” a prepararse sin pausa para su nuevo desafío. Los capítulos, entonces, se ordenan cronológicamente –salvo por “Fishes”, que es comentado más abajo–, de acuerdo a cuánto tiempo falta para la inauguración, lo que se ve reflejado en un aumento en las tensiones: mientras más avanzado está el proceso, más se asoman las inseguridades y los traumas de Sydney y Carmen.
Pero en esta temporada es el crecimiento, y no la tensión, el elemento central. La cuenta regresiva también funciona como el tiempo que tienen los personajes para practicar y mejorar sus habilidades, expandir sus roles en la cocina y superar obstáculos de su vida personal. Destacan aquí el desafío de Sydney por convencer a su padre –y a sí misma– de que ser directora del nuevo “The Bear” es una mejor idea que irse a trabajar a otro restaurante. También el de Tina por subir de rango en la cocina participando en una escuela culinaria. Y especialmente el entrenamiento al que se someten Marcus y Richie. El periplo del primero de ellos es mostrado en “Honeydew”, capítulo que marca el debut de Ramy Youssef, protagonista de Ramy, como director en esta serie, donde vemos al cocinero viajando a Copenhagen, Dinamarca para perfeccionarse en su pasión: la elaboración de postres. El detalle con que Marcus debe aplicar su aprendizaje es replicado por el ritmo del montaje, pausado y meticuloso. El “primo”, por otro lado, es enviado por Carmen a trabajar a un restaurante de lujo, donde debe adaptarse a formas completamente distintas a las suyas: allí las groserías y los gritos están siempre fuera de lugar. Sorpresivamente, Richie parece encontrar su mejor versión en este ambiente, entre trajes y una presión quitada de bulla, que le deja lecciones que lo transforman radicalmente. Este episodio, “Forks”, es otro de los puntos altos del show.
El origen del caos
Si bien es cierto que esta temporada tiene menos caos, también es verdad que tiene un episodio tan intenso, o más, que el más frenético de la primera entrega. Se trata de “Fishes”, dirigido por Joanna Calo y Storer, donde vemos una cena de Navidad en casa de los Berzatto ocurrida cinco años antes del presente de la serie. Este capítulo nos ayuda a comprender mucho de los problemas mentales que aquejan a Carmen, Richie, y en menor medida a Natalie (Abby Elliott). Descubrimos que es Donna, interpretada por Jamie Lee Curtis (Everything, Everywhere, All at Once), la madre de la familia, quien comenzó con la alta exigencia en la preparación de la comida, con los gritos en la cocina, con las inseguridades autodestructivas y con los insultos a flor de piel. La mujer, a quien vemos tomar una copa de vino tras otra, advierte que lo que necesita es sentirse amada y valorada, lo que parece un imposible a esas alturas. En el afán de desatar el caos, el resto de la familia no lo hace nada de mal. Por ejemplo, el tío Lee, papel de Bob Odenkirk (Better Call Saul), saca de quicio a Michael (Jon Bernthal), el hermano mayor de Carmen, lo que abre una discusión que demuestra hasta qué punto Michael –quien, sabemos, se suicidará– padece una crisis mental. La jornada es un completo desastre que revela que, en ese contexto, Carmen, Natalie y Richie están lejos de ser los más conflictivos, situación que más tarde se revierte en la cocina de “The Beef”. Este episodio, de más de una hora de duración, es a mi juicio el mejor de todo lo que hemos visto de The Bear, por los muchos elementos y sutilezas que lo componen: las expresiones faciales de Carmen y Natalie ante el desborde del resto; el inquieto comportamiento de la cámara en la cocina de los Berzatto; la interacción tierna pero intensa entre Carmen y Michael; la gran actuación de Curtis como la sufrida Donna; la severidad que transmite Odenkirk como Lee… ¡Imperdible!
Casting de lujo y el amor
Cuando estábamos más que satisfechos con el convincente elenco de la serie, Storer nos sorprende con la introducción de nuevos personajes que nos permiten ver a reconocidos actores y actrices entrando al universo de The Bear. Dos de ellos son, por supuesto, Curtis y Odenkirk, quienes dejan su huella principalmente en “Fishes”. También en ese capítulo vemos la primera aparición en el show de Gillian Jacobs (Love) haciendo el papel de Tiffany, la exesposa de Richie y madre de su hija, y de Sarah Paulson (Ocean’s 8), quien interpreta a Michelle, prima de Carmen y de Richie. Otras dos sorpresas son la presencia de Olivia Colman como Chef Terry, la directora del elegante restaurante donde se entrena Richie, quien tiene una breve pero significativa conversación con el “primo” en “Forks”; y Will Poulter (Midsommar), quien como Chef Luca participa en la formación de Marcus.
Por último, Molly Gordon (Booksmart) entra al show como el personaje nuevo con presencia en más episodios. Se trata de Claire, una antigua conocida de Carmen con quien se vuelve a encontrar y comienzan a salir. Las relaciones amorosas son una novedad para la serie, especialmente llamativa en Carmen, quien se suele mostrar reacio a compartir con otros si no es por temas laborales. Claire revienta esa burbuja y lo convence incluso de acompañarla a una fiesta. Sí, Carmen en una fiesta. Sin caer en spoilers, dejamos una pregunta abierta: ¿es capaz nuestro querido chef de estar en una relación estable? Por otro lado, Sydney también se convierte, repentinamente, en receptora de miradas masculinas: dos de los personajes que conocemos bien tendrán momentos que nos hacen preguntarnos si pasará algo o no. En resumen, una temporada redonda que no se queda en lo que conocíamos, a pesar de que salió tan tan bien, sino que se preocupa de expandir las posibilidades tanto de los personajes, es decir, dentro de la trama, como fuera de ella, al integrar nuevos rostros –geniales, por lo demás– y explorar territorios hasta ahora vírgenes, como el del amor y el de la relación con la madre. Un show para disfrutar, sufrir, estresarse, volver a verlo y terminar clamando por una próxima temporada.
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