Las expectativas por escuchar One More Time eran altas. No solo por la calidad de los singles liberados por Blink-182 en la previa, que sirvieron para abrir el apetito, sino que también por los comentarios adelantados de críticos y de los propios miembros del grupo –el guitarrista y cantante Tom DeLonge, el bajista y cantante Mark Hoppus, y el baterista y productor Travis Barker–, quienes hablaban con entusiasmo de un muy buen álbum antes de que lo pudiéramos oír. Por ejemplo, Maya Georgi, de Rolling Stone, puso el nuevo trabajo en línea con Enema of the State (1999) y Take Off Your Pants and Jacket (2001), títulos que definieron la identidad y le dieron fama mundial al trío californiano, pero además destacando como novedad una perceptible madurez. Tras su lanzamiento, realizado el viernes pasado, tuvimos la oportunidad de escuchar el disco y sacar nuestras propias conclusiones: One More Time, tal como adelantaba la crítica, fue grabado por la mejor versión de la banda, que volvió renovada pero fiel al estilo que le dio su estatus más de veinte años atrás.
“Anthem Part 3”, la canción que abre el disco, nos da la primera señal de que la música potente, lúcida y estridente del Blink-182 de siempre está de regreso. Esta funciona, además, como un puente explícito hacia los mejores tiempos del grupo californiano, al ser una nueva pieza de la trilogía que comenzó con “Anthem”, la canción que cierra Enema of the State, y “Anthem Part Two”, la que da inicio a Take Off…Una idea ambiciosa, seguro, pero que con el pasar de los temas va demostrando su consistencia. “This time, I won’t be complacent / The dreams I gave up and wasted / A new high, a new ride and I’m on fire / My old shit ends here tonight”, dice el coro, una declaración de intenciones, y una descripción de emociones, que se hacen creíbles tanto al escuchar el inicio como la totalidad de One More Time.
El segundo track, “Dance With Me”, mantiene el pie en el acelerador y nos confirma que estamos en presencia de un disco robusto. Una canción que es un ejemplo del perfecto complemento entre el canto desenfadado y de tonos agudos de DeLonge, la voz melódica y más grave de Hoppus, y la batería insaciable y trepidante de Barker, a quien Hoppus calificó como el factor X –clave, diferenciador– del grupo. Luego nos encontramos con “One More Time”, el corazón del disco. Un tema que es, también, el corazón de los integrantes del grupo, expuesto en las letras y en la música. Marca, además, la primera vez que escuchamos con claridad a Barker sumándose como un tercer cantante. La ocasión lo ameritaba: ese “one more time” que repiten, uno tras otro, refleja lo importante que es para cada uno de ellos volver a trabajar juntos, a ser amigos y a demostrarse el cariño cuando han comprendido, por las malas, que no hay nuevas oportunidades garantizadas en la vida. El accidente de avión al que sobrevivió Barker, y el cáncer que tuvo a Hoppus contra las cuerdas, son explícitamente señalados en la letra, acompañada de una música que recuerda otras canciones cargadas de emoción, como “Adam’s Song” y “Stay Together For The Kids”, aunque sin necesitar de un “remate” rockero: aquí, con la honestidad basta. Un clásico instantáneo, al menos en el universo Blink.
El sonido más inclinado al pop, al que nos fuimos acostumbrando desde el disco homónimo Blink-182 (2003), y que marcó los siguientes trabajos –incluyendo la etapa en que Matt Skiba (Alkaline Trio) reemplazó a DeLonge– no queda completamente afuera. Lo sentimos en “Fell in Love”, quizás la canción más romántica y una de las más “catchy”, y también en “Childhood”, la que más toma la antorcha del periodo Skiba y, a mi parecer, la joya escondida en “One More Time”. Este tema, que cierra la lista de 17 tracks, tiene una letra existencial, una melodía pausada –aunque el coro da el salto al rock–, y una percusión que se ajusta a los sonidos que dominan en la música actual –a lo Twenty One Pilots, por ejemplo–. Es, quizás, el momento en que más se percibe el paso del tiempo, que ya no somos los mismos –ni la banda, ni los fans de siempre–, pero no con un trasfondo de lamento: el cambio admite nuevos ritmos y gustos, aunque sigamos disfrutando de lo que nos enamoró en primer lugar.
“Terrified”, en tanto, es una canción que se pensó en sus orígenes como parte del proyecto Box Car Racer, del que solo son parte DeLonge y Barker. Sin embargo, como siempre lo supimos, este estilo de música, con un rock algo más pesado, no se escapa demasiado del sonido de Blink-182. La inclusión de este tema en el álbum demuestra cuán flexible, y aun así coherente, es la identidad que ha desarrollado la banda. “More Than You Know”, “Turpentine” y “Fuck Face”, la breve canción punk cantada en exclusiva por Barker, pertenecen a un registro similar.
Aunque no todos los temas funcionan igual de bien –para mí, “When We Were Young” y “Edging” son los más prescindibles–, hay muchísimos con calidad suficiente para pelear un lugar en la setlist de las presentaciones en vivo, palabras mayores considerando los diez discos del grupo hasta hoy. Además de las ya destacadas, resaltan las reflexivas y pegajosas “You Don’t Know What You’ve Got” –un crudo recuento recuento del periodo que Hoppus pasó entre sesiones de quimioterapia–, “Blink Wave” –con una clara influencia de The Cure– y “The Other Side”, otra de mis favoritas en One More Time. A diferencia de las tres entregas más recientes de la banda –Neighborhoods (2011), California (2016) y Nine (2019)– este álbum parece destinado a pasar la prueba del tiempo.
Crédito de la imagen: Press / Rory Kramer