Este era el primer verano en el hemisferio norte tras el fenómeno de taquilla que significó «Barbenheimer», y que dio unos números de récord para el cine. Se vislumbraba complicado que se repitieran las cifras, y se ha optado por fórmulas clásicas de buena asistencia: estrenos para el público infantil y blockbusters de superhéroes. Pero de todos los estrenos del verano, hay uno que pasó parcialmente desapercibido en Europa –no así en Estados Unidos–, y que consiguió una bonita misión: la de revitalizar el cine de aventuras y acción más clásico y que conquistó las salas y la televisión en los 80 y 90. Hablamos del cine de catástrofes naturales, y de Twisters (2024), o Tornados, un reboot que cumple su función a la perfección y que se puede arrendar o comprar ahora mismo en Prime Video y Apple TV+ (llegará a Peacock en octubre en Estados Unidos).
Todo lo que persigue, funciona: el éxito de Twisters
Llegué a esta película por casualidad. Es de esos títulos que se anuncian, pero que suenan tan familiares que acabas pensando que es otra secuela más. Empecé a pensar diferente al ver las primeras críticas positivas de personas a las que sigo en redes sociales, y una tarde, decidí darle una oportunidad en el cine. Y la verdad, no me arrepiento.
De hecho, Twisters ha sido, a nivel personal, lo mejor del verano. Fue la película que fui a ver con menos expectativas, y acabó siendo la que más me hizo pasar un buen rato en el cine en este período estival, pero en el año, de momento, solo la supera Challengers (Rivales en España). Y es que todo lo que busca, le funciona. Tiene acción, aventuras, comedia y romance, y todas esas fórmulas las sabe combinar de manera perfecta para que encajen en los momentos más dramáticos, pero también en los más distendidos.
Ha sabido explotar lo que funcionaba de los blockbusters de los 80 y los 90 que nos tenían pegados a la pantalla del cine o la televisión. Tenemos una historia sencilla, una protagonista que abandona su sueño por un hecho dramático, lo recupera porque aparece una persona del pasado, y con ella vivirá desde un triángulo amoroso a traiciones, momentos divertidos y drama al máximo.
De ellos hablaré más adelante, pero la pareja protagonista formada por Daisy Edgar-Jones y Glen Powell tiene gancho y química y son gran parte del éxito de la cinta, que consigue su objetivo de entretener y usar la fórmula de una catástrofe natural para dar aventura, drama y comedia romántica para revivir el mejor cine de acción que nos lleva atrás en el tiempo, en el que estas películas estaban a la orden del día.
Porque lo que bien hace su director, Lee Isaac Chung (Minari. Historia de mi familia), y Mark L. Smith en el guion, es no olvidarse de que los tornados son al final el centro de la historia, y eso se palpa en todo momento. La historia no deja de ser un complemento, que además se trabaja bien y adapta el largometraje a nuestros días con personajes que son Youtubers y que tienen a su disposición la última tecnología, tal como la producción de la propia cinta.
Glen Powell y Daisy Edgar-Jones: el combo perfecto para el éxito
Escoger dos actores que están de moda como protagonistas puede tener doble efecto, positivo y negativo. Por un lado, esto atrae al espectador, pero por otro, también puede invitar a desconfiar de lo que nos vamos a encontrar y pensar que es todo escaparate. Pero si por algo están de moda Daisy Edgar-Jones (Normal People, Por el mandato del cielo, La chica salvaje) y Glen Powell (Cualquiera menos tú, Top Gun: Maverick, Hit Man) es por la frescura que han aportado a la industria del cine y que lucen también en Twisters, demostrando que son capaces de brillar en diferentes géneros.
En esta, de hecho, lo hacen tanto en las escenas de comedia como en las más dramáticas, y como pareja protagonista muestran bastante química. Lo mejor es que forman un combo que combina a la perfección con el resto del reparto y la cinta, y no se llevan toda la atención. Al fin y al cabo, unos buenos actores protagonistas que llamen la atención y se entiendan es también un elemento indispensable para el blockbuster y el cine comercial, que se lo digan sino a clásicos como Titanic, Indiana Jones o Pretty Woman, por poner algunos ejemplos.
¿Es Twisters una secuela de Twister?
Los que en su día vieron Twister (1996) o escucharon hablar de ella pensarán que Twisters es otro remake más. De hecho, también caí en ese error. Pero no, si bien están relacionadas, no son la misma cinta, la historia que ves en una es distinta a la que se ve en la otra, y se pueden disfrutar de manera separada.
Podríamos decir que Twisters bebe de su predecesora Twister en convertir los tornados en un cine comercial disfrutable, perfecto para el verano, y del que coge sus elementos más destacados en lo que se refiere al desarrollo de la trama y la mezcla de géneros para dar el mayor entretenimiento al espectador.
El propio protagonista Glen Powell lo aclaró antes de su estreno, que iba a ser “una historia completamente original”. Y es cierto: en ella no vemos ni a los mismos personajes, ni es una continuación, ni recrea a lo que se vio entonces, además de que ambas ocurren en momentos distintos. Le podríamos llamar si queremos, por la similitud del título y de que se basen ambas en tornados, una secuela independiente, pero vaya, la relación entre ellas es mínima. Pero de ella bebe su nostalgia, y en cierta manera podríamos decir que es el mejor homenaje posible a ese cine comercial con el que muchos hemos crecido y que mil veces hemos visto en televisión.
Porque Twisters cumple su función a la perfección: entretiene y engancha, y da un soplo de aire fresco a un cine atestado de remakes, de superhéroes y adaptaciones literarias, que se han cobrado también el protagonismo en este verano. Por encima de ellas, esta película no busca ser algo que no es, se agradece, y aunque ha pasado desapercibida en los cines europeos, en Estados Unidos ha tenido buenos números que invitan a pensar que se puede dar una secuela. Encantada estaré si eso pasa, y si no, véanla y me cuentan, seguro pensarán lo mismo tras su final.
Crédito de la imagen: Warner Bros España
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